15/3/09

Ecos

La voz como un eco que sale de dentro envuelve el aire en la conciencia de una mirada que se aleja por la línea del horizonte, donde el cielo y el mar se unen sin solución de continuidad. El eco de una guerra sin fin más allá de las fronteras del alma y de los cuerpos. Los sonidos metálicos sólo producen quejas, sonidos de vestiduras rasgadas, de lechos rotos, de perdidas miradas. Hay como un galope que se oye fuera, pero que nunca llega. El tiempo, cauto, espera y alimenta el deseo insatisfecho. El pecado se acrecienta. La vida se aleja. Agua. Sed. El rumor del calor en el ocre de los trigales suena a ausencias en el aire que calienta y despereza el ansia de vida, aun incierta. Almas derramadas. Opio. Amapolas. La voz queda, me acerca. Suavidad. Y cuando los sonidos, todos, desaparezcan frente al través de las rendijas de los ojos, quizás entonces sea el momento de andar el camino de la dulzura. Delectación ante la nada que invita a la vida, o el todo, o… Oír, oler, ver, saborear, tocar, amar. Ser. Vida. Deleite. ¿Más? No.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias Fede por tus palabras. Tod un halago. Un placercomo siempre tu visita.
Un saludo.
Diego