17/10/12

aB. 1


Resurgí límpido de entre las sedas de la muerte, para ser yo mismo; como nunca antes, entre los lirios.

14/10/12

Levántate y anda

Juan de Flandes. Resurrección de Lázaro

A veces nos levantamos como Lázaro -ya un muerto para siempre, un hombre que anduvo la muerte, que acompañó a la Parca-, y como él caminamos el resto de nuestra existencia, como seres traídos a una vida que no es nuestra, donde andamos sin ser, estamos sin estar, ausentes en un mundo en el que no somos y que ni tan siquiera comprendemos.
Levántate y anda, le dijo el Nazareno, y Lázaro anduvo. ¿No hubiese sido mejor no salir de la tumba para pasear eternamente esas vestiduras?
Vivir así es como cuando se entra en ese espíritu deconstructivo que agosta todo, que todo lo pudre, desnudando la piel y dejando al aire la putridez de la carne, ausente de decoro, en hebras de rojo, sanguinolentas, cubierto de harapos, con cerúleas guedejas de sebo.
A veces es mejor seguir siendo un hombre muerto.

6/10/12

Angustia

Atardecer en la calle Karl Johan. Edvard Munch

Abrí los ojos y vi un niño hambriento de ternura, sentado a la diestra de un viejo que allí estaba, también (con la mirada perdida de un loco, en busca de apoyo en otros viejos o en nadie o en quién sabe qué), indefenso como todos, como el alma, ingenuo, triste, desvalido, rodeado de esa extraña oscuridad que llueve y cala, que les amenaza. Vi muchachas sentadas en el suelo, de sonrisa extraña, repasando uno a uno sus sueños o sus ensueños, como idas o perdidas ahí, en ellos. Vi medio hombre desplazándose sobre una madera con ruedas sobre un suelo de grises adoquines, y una muñeca rota, abandonada por su dueña, con el pelo sucio y despeinado, a la que le faltaba medio pómulo, un ojo ausente, tirada, sin nadie que con ella jugase ya; y un perro muriendo. Había restos de un periódico que el viento movía, anunciando extrañas guerras en lejanos lugares de perdidos pueblos. En las paredes frases, consignas contra nadie, vacías palabras, garabatos, y entre ellas, una mujer de rostro pintado, fumando, que mira hacia la nada, esperando algo que nunca llega.
Me incliné ante todo eso, ante ellos, herido con sus mismas heridas, ausente, indefenso, desvalido, esperando, muriendo.
A veces entiendo la razón de aquel grito sobre el puente púrpura y ocre, su náusea, su angustia, la agonía, la poesía imposible de Mallarmé.