Hay voces que matan, que te desnudan el alma, que te dejan sin sentido y sin palabras. Hay diálogos que, como el recuerdo que produce una fotografía al ser vista después de tiempo y que te lleva a lugares que te ocultas para guarecerte de ellos, para no sentir el sentimiento, hacen que te llore el aliento al apreciar esas emociones de nuevo. Y te meces en ellos, y te dices y te fustigas y te arrebatas y…, qué estúpido he sido, cómo he podido, te dices de nuevo. Qué pronto es a veces para nada y qué tarde, a veces, para todo.
La niña de ojos de agua me pregunta, ¿por qué no viene?; y solo puedo decirle, y sentir sintiendo, no lo sé mi niña, lo lamento.
Solo espero que las estrellas sonrían en la noche y que algún día pueda decirle, mañana, de verdad, te lo prometo, mañana.
La niña de ojos de agua me pregunta, ¿por qué no viene?; y solo puedo decirle, y sentir sintiendo, no lo sé mi niña, lo lamento.
Solo espero que las estrellas sonrían en la noche y que algún día pueda decirle, mañana, de verdad, te lo prometo, mañana.
2 comentarios:
Y qué sería de nosotros Diego, sin esas palabras, sin esos diálogos, sin esos recuerdos??? Aunque a veces nos guste flagelarnos con ellos, aunque a veces duelan y quemen, son recuerdos, vivencias, experiencias que marcan el elenco de nuestra vida y que de nada sirve tratar de huir de ellos.
Besos.
Exacto,Ruth. Es lo mismo que te decía en el anterior comentario tuyo. Así es que no voy a ser redundante.
Un beso.
Diego
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