17/7/09

Último discurso apócrifo de Prisciliano

Quiero desatar y quiero ser desatado.

Quiero salvar y quiero ser salvado.

Quiero ser engendrado.

Quiero cantar: cantad todos.

Quiero llorar: golpear vuestros pechos.

Quiero adornar y quiero ser adornado.

Soy lámpara para ti, que me ves.

Soy puerta para ti, que llamas a ella.

Tú ves lo que hago. No lo menciones.

La palabra engañó a todos, pero yo no fui

completamente engañado.

¿Y os llamáis a vosotros mismos seguidores del Cristo? Vosotros, seres pagados de sí, ocupados en comer bien y en beber mejor.

Dediqué buena parte del tiempo que ha durado el viaje desde mi querida Galaecia a ver a los hijos de Dios y hablar con ellos. Y sentí su sed de amor, su hambre de llegar a Dios. Pero también sentí el dolor que le inflingís y sentí el peso de los diezmos con los que los esquilmáis para llenar de monedas vuestros arcones y vivir ociosamente en la molicie. También sentí el miedo que les producen los sermones con que les obsequiáis para evitar el pensamiento, la duda y la verdad.

Y aun así, y a pesar de todo, sentí la esperanza en sus ojos, el ansia de Dios.

Yo os recuerdo las palabras del Cristo. “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, pues sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen bonitos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia!
Así también vosotros, por fuera aparecéis justos ante los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, porque edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos, y decís: "Si nosotros hubiéramos vivido en el tiempo de nuestros padres, no habríamos tenido parte con ellos en la sangre de los profetas!" Con lo cual atestiguáis contra vosotros mismos que sois hijos de los que mataron a los profetas. ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!”

Cuán lejano queda vuestro lecho del jergón, cuando lo tienen, que ocupan los campesinos obligados a trabajar de sol a sol por un mísero sustento que a veces no les llega ni para la supervivencia de sus hijos y que vosotros, pastores del rebaño de Dios, justificáis falseando la Palabra de Aquel a quien decís servir.

Cuán lejana queda vuestra morada, llena de servidumbre, con ricos muebles y ricas telas bordadas, de las humildes cabañas donde se hacinan aquellos a quien obligáis a procrear como conejos para ayudar en el sustento.

Yo os pregunto a vosotros, doctos de la Ley, pastores de la grey cristiana, seguidores de los apóstoles, interpretes de la Palabra, ¿por qué dedicáis vuestro tiempo a discursos estériles sobre banalidades, cuando esa grey que decís guiar por mandato de Dios se muere de hambre y de sed, cuando viven de la forma más infame, comidos por las pulgas, los chinches y los piojos, llenos de pústulas y enfermedades, muriendo en los caminos como perros, que ni entierro tienen, cuando no esperan nada en su interior porque está vacío desde su nacimiento y desde éste condenados a una muerte en vida, en un envilecimiento del alma que Dios les dio, y que vosotros, intérpretes de la ley, la pervertís por miedo a que sepan la verdad y os echen del solar que ocupáis?

Cuando llegué a Tréveris, no para oírme sino para ser juzgado y sentenciado, lo sé, entré en una iglesia para agradecer a Dios el haberme permitido llegar aquí sano y salvo, y sólo encuentro pastores orondos y perdidas ovejas famélicas.

Necios. Cuán necios sois. Vivís sumidos en la ceguera más abisal, ahogados en la más profunda necedad. No veis sino por los ojos de los sentidos, que ni tan siquiera sabéis usar, perdidos por la gula, la avaricia, la envidia y la lujuria. No oís sino por los oídos de la adulación, abandonados a la molicie de las palabras vanas. No sentís sino por el tacto de la carne, hundidos en el cenagal putrefacto de lo perecedero.

Y me acusáis a mí de herejía. Vosotros, la encarnación perfecta del mal sobre la tierra. Vosotros, que lleváis el sello del maligno impreso en el rostro, impuesto a fuego. Vuestra sonrisa de autosuficiencia y de autocomplacencia no es sino un signo de lo que digo. Vosotros, que me habéis traído con falsedad para un juicio ya decidido, no sois sino el perro rastrero que obedece el eructo abominable de vuestro amo. Vosotros, la hez de la tierra, que os complacéis en la blandura más absoluta, limitando vuestro entendimiento a los mandatos del poder político, me acusáis a mí de seguir filosofías desviadas de la verdad. Vosotros, que os plegáis a la más leve brisa para evitar el movimiento, me acusáis a mí de seguir los vientos de la herejía. Vosotros, que vivís en el pecado de la carne, regodeándoos en él cual cerdos hozando en la inmundicia, sin importaros el vivir en la fornicación del alma.

Yo os digo que no hay más verdad que la verdad y que la verdad es una e indivisible. Que la verdad duele. Que la verdad mata. Pero también os digo que la verdad libera. Que no hay más cárcel que vivir en la oscuridad. Que no hay nada más opresivo que la mentira. Y vosotros sabéis, tan bien como yo, cuál es el camino. Vosotros sabéis, tan bien como yo, cuál es la verdad.

Y aquí me tenéis porque no tengo miedo. Aquí estoy, solo, sin más armas que mi palabra, con el alma limpia de malicia, con la verdad en la mano. Y aunque sé cuál es mi final y aunque he sido advertido de lo que me aguarda, he venido desnudo de prejuicios para hurgar en lo más profundo de vuestro interior y liberar vuestra alma amortajada por tantas y tantas miserias.

Y apelo al emperador Máximo, aunque sé, porque ya nada espero, porque poco o nada puedo esperar de alguien aturdido por tanta palabra vana, por esa verborrea fluida con la que habéis llenado sus oídos y vaciado su mente y su alma, que no servirá de nada.

Y yo me pregunto y os pregunto: ¿Por qué tratáis de constreñir, de encerrar y de ocultar aquello que no tiene límite, medida ni conclusión?

Todo ha sido. Es tiempo de morir. Acabad ya. Estoy preparado.

1 comentario:

belencicuta dijo...

El Himno que escribe s es de Argirio. ¿Por qué se lo atribuyes a Prisciliano? ¿Como sabes que Prisciliano creía en Jesús- Cristo y no solo en Jesús humano?