Ricardo Rodríguez García. "Dionisos y sus invitados"
Nunca los atardeceres fueron fruto de un espanto anunciado hace milenios. Quizá su luz, oblicua, lo fuera hace ya años, pero no ahora que los miro aquí sentado, prosternado más bien, derramando pensamientos en la acuosa visión de ese horizonte lejano, donde se diluyen los recuerdos, donde alguna vez hubo sonrisas o debió haberlas, si es que ellas no son sino entelequias imaginadas y tal vez deseadas.
Hubo un tiempo en que la luz no se quebraba. Era un tiempo de místicos y de ascetas. Hoy sólo quedan comerciantes.
Oigo el quejido de la mecedora en que descanso el cansancio de mis huesos, y el sonido de un cuco que ya no sale de ese reloj de pared que cuelga al lado y que lleva parado eternidades. Son sonidos tan familiares que apenas reparo en ellos, sólo de vez en vez lo hago por sentir los espacios. Quizás ni están y yo los llevo.
Las nubes ocultan ya el ocaso, o será la noche que de nuevo extiende su suave sueño. Otra noche de otro día, de otro año, ya de tantos. No hay suficientes muertos para el destierro.
Anoche te oí llegar, con tu lúgubre y fétido olor a muerto. Habéis sido tantas que no sé ni cómo respirar puedo. Y aquí sigo, aquí me quedo.
Reinventan a Apolo enterrando a Dionisos.
Hubo un tiempo en que la luz no se quebraba. Era un tiempo de místicos y de ascetas. Hoy sólo quedan comerciantes.
Oigo el quejido de la mecedora en que descanso el cansancio de mis huesos, y el sonido de un cuco que ya no sale de ese reloj de pared que cuelga al lado y que lleva parado eternidades. Son sonidos tan familiares que apenas reparo en ellos, sólo de vez en vez lo hago por sentir los espacios. Quizás ni están y yo los llevo.
Las nubes ocultan ya el ocaso, o será la noche que de nuevo extiende su suave sueño. Otra noche de otro día, de otro año, ya de tantos. No hay suficientes muertos para el destierro.
Anoche te oí llegar, con tu lúgubre y fétido olor a muerto. Habéis sido tantas que no sé ni cómo respirar puedo. Y aquí sigo, aquí me quedo.
Reinventan a Apolo enterrando a Dionisos.
2 comentarios:
Confusión, cuando los sueños caen.
Bicos
Como el Kaos griego. Necesitamos una Katarsis, griega también.
besos, Carmela. un placer siempre, tenerte aquí
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