12/8/12

Los idus de marzo

Muerte de Julio César. Vincenzo Camuccini

Ir de lado siempre le produjo el efecto de ir más lento, y por ello aceleró el camino quemando etapas sin vivirlas, bebiéndolas, creyendo que así llegaría antes. Al final el cansancio es tal, en esas ocasiones, que conduce al tedio, un tedio melífluo que aletarga el pensamiento, y el sentimiento también. La desgana era el estado común, el bien adquirido a golpes de tragos de vodka y tequila, el futuro presente. Se abrazó al sexo, así, como un poseso, pensando que en él encontraría el bálsamo para seguir buscando, quizás tan solo andando (lo que sería suficiente mientras llegaba a algo), para acabar reconociendo que la sed no se sacia con carne, para acabar convirtiéndose en la pústula de un masturbador macilento, huido de la mujer por espectro, espectro en sí mismo, huido de sí. Sara, Beatrice, María, Mencía... Tantas que ni su nombre recordaba porque apenas estuvieron.
Todo acabó en el día del silencio que siguió al del espanto.