10/9/13

Más allá de aquí

Selva de Oza
 
El color del espanto, el olor del vacío, el frío de la muerte, de la ausencia. Sensaciones. Lo corrompido. Solo se vive lo corrompido.
Nos mintieron. Nos mienten siempre diciendo que no hay estrellas, intentando contentarnos con unas pocas y con dibujos básicos, pero están ahí, todas. La Vía Láctea, tan inmensa, tan perfectamente bella. Tumbarse en la hierba, mirar hacia arriba y morir.
He visto mariposas de infinitos colores y combinaciones, de todas las formas y tamaños. Miles de ellas, azules, amarillas, naranjas, mil. Me he bañado en el polvo de sus alas. He oído su canto, su constancia, su estar. He abrazado el silencio. Agua. Viento en las hojas. Las he oído hablar. He percibido inmensidad de olores, el musgo en la roca, su humedad, su pálpito al acariciarlo, la madera antigua. La selva. El vacío. Eternidad.
Colores, la gama cromática del universo. Formas posibles e imposibles. Subir, andar, respirar, vivir.
He tocado a Dios.
Nos mienten y les creemos. Sobrevivimos y no buscamos. Pero está todo ahí.
Aquí, la luz ya no es como antes, ni como arriba. Desvaída, lánguida, ida. Tengo que volver a la selva y mirar las estrellas.
Hay que partir más allá de aquí.