23/7/08

Ella

Es como mirar y dejar que el aire se quede inmóvil a su alrededor. Hace que la atmósfera adquiera tintes de locura, impensables fuera de ella. Pero de una locura lúcida. Te invita a la ausencia. Y te dejas ir. Miras y te deleitas. Observas. La sinuosidad de las formas con que dibuja el cuerpo, tumbado, como a descompás. Sugerente, invitador, atrayente. Desde el imperio de unas piernas infinitas, moldeadas como a cincel, etéreas, marmóreas en su color y tersura, en una ángulo de cuarenta y cinco grados; la izquierda ligeramente sobre la otra, y ambas dirigidas hacia la derecha. Las caderas, terminándolas, y en su centro el Monte de Venus. Espesura que invita. Color de la tierra. Tenues sugerencias de lo que parece. Promesas. Lentitudes. Altares. Todo lo inmanente en él. La cara y la cruz. El principio y el fin. El alfa y la omega. La vida. El origen de la vida. De toda vida. De mi vida. La fascinación que asciende a base de una cintura que se cierra en torno a la unión, al centro, al eje alrededor del cual gira el cuerpo que eleva, mi centro gravitacional, el hecho sobre el cual hace que todo nazca y todo muera. Centro de centros. Y en su plano los senos. Hermosos. Suaves y esbeltos. Blancos y con un ligero color de ocre en su centro. Brillantes. Excelsos. Abiertos. Y la mirada sigue deslizándose, hacia el rostro, en un tobogán infinito que no acaba nunca. Que se detiene en el continuo repique antes del cuello. Eterno. Y ahí el mármol se hace pétreo. Locura de siglos. Círculo de espirales sin fin. Sin principio ni final, sin origen ni destino, sin ida ni retorno. El lugar donde quedarse. El lugar de todo comienzo. La locura perfecta. Pedestal de un óvalo clásico. Italiano. De puntales marrones que te observan con hondura, que te mutilan. Que hieren de tanto que entran. Que queman. Que destrozan. Ojos antiguos. Ojos serenos. Ojos. Y sobre el blanco de las sábanas, a modo de corona, negro el pelo. Desparramado. Azabache sobre satén. Negro sobre tonos de blanco.
Todo lo que la mirada bebe no es sino el espejo de mi vida. La luz. Mi alma reflejada. El alma. Todas las almas. El lugar donde quiero vivir. El lugar donde quiero morir. El sitio. Mi hogar. Ella.

16/7/08

Suicidio colectivo


Si no fuese porque en el hecho hay dos personas muertas, la noticia me movería a la risa. La leí recientemente: “Un grupo de personas pertenecientes a una Secta apocalíptica en Rusia salen de una cueva en la que esperaban el fin del mundo”. Y salieron porque los socorristas les dijeron que corrían peligro de morir envenenados, ya que entre ellos había dos personas muertas y sus cuerpos estaban en descomposición, que si no lo mismo se habían quedado ahí. Su líder había sido diagnosticado de esquizofrenia unos años atrás y de demencia unos meses antes. Y a pesar de ello o por ello, un grupo de personas le sigue en su loca prédica. Este hecho se ha repetido a lo largo de la Historia, y es relativamente común en nuestros días. ¿Por qué hacemos esas cosas? ¿Por qué seguimos a locos en sus locuras? En otro momento escribí un artículo titulado: “¿Por qué nos suicidamos?”. Tal vez ahí haya algunas respuestas. O no, que de eso no creo saber mucho a pesar de haber leído bastante sobre el tema. ¿Quiénes son estos predicadores de la religión y la política? ¿Quiénes son sus seguidores? ¿Qué busca el seguidor en el líder “loco”? ¿Qué necesita? ¿Qué le falta? ¿Dónde está el fallo del sistema social, si es que lo hay? ¿Se puede hacer algo en ese sentido para evitar esos casos o esperar a que sucedan? Un ejemplo, aunque no sé si servirá. ¿Se debe permitir el ascenso de un Hitler al poder porque lo consigue de manera democrática?

13/7/08

¿Qué es Arte?

Nam June Paik. "Buda y televisión"

Sala del IVAM (Instituto Valenciano de Arte Moderno). Valencia. España.

Es una pregunta muy extendida y muy contestada. Con contestaciones de lo más variopintas. Quisiera apuntar algunas reflexiones. Wilde decía que es lo único que merece la pena, y que nos olvidamos de que la belleza sólo está en el Arte. Partiendo de ahí he de decir que es muy difícil llegar a poderlo afirmar. La crítica moderna se mueve por parámetros que van más por el pragmatismo de la comercialidad y la necesidad de vender, que por el sentido de lo artístico y su verdadero valor. Lo nuevo, cuanto más impactante y distinto es considerado más que lo no distinto.
Si nos fijamos en algunos de los premios nacionales concedidos en Inglaterra observamos obras que considerarlas Arte entrarían en los anales del absurdo, y sin embargo así es. ¿Es Arte la obra de Hristo? No lo sé. No lo creo. Incluso, y sé que seré anatematizado, Miquel Barceló, el gran pintor español de estos tiempos, no lo es tanto para mí, y pienso que el tiempo lo pondrá en su lugar, pero esto se sale de lo que he planteado al principio. ¿Es Arte una mierda humana colocada en el centro de una sala de un museo de Arte Contemporáneo? ¿Una habitación con una bombilla en una esquina que se enciende y apaga a intervalos de diez segundos? ¿Una silla sobre la que reposa una televisión rota? Han ganado premios y han estado o están expuestas en museos.
El Arte está en la emociones, es aquello que consigue emocionarnos, y por tanto casi todo es arte si nos emociona. Otra cosa es que el arte sea de calidad. Y ahí si que ya no entro, porque la subjetividad es la que es. ¿Es Arte la pintura paleolítica y neolítica que no pretendía emocionar, o sí -¿quién lo sabe?-. ¿Qué es Arte? Se necesita saber mirar, como decía Saramago, para poder decir qué es Arte en ese sentido. Y yo, al menos, todavía estoy en ello. Lo que si sé, eso sí, es lo que me gusta y lo que no, lo que me emociona y lo que no. Y en un mundo vacío de personas, el Arte te llena esos huecos. Que ya es.

11/7/08

¿Qué es Literatura?

Quiero, con esto, hacer un guiño, y mostrar algo que llevo dentro y que no sé muy bien como explicar.
¿Son las letras de las canciones -las buenas canciones de buenas letras- Literatura? Ahí les dejo un tango, y que sea lo que Dios quiera. Para mis amigos argentinos. Y qué cosa más curiosa, tanto que hemos hablado y de eso no. Pero alguno me mostró el lunfardo, y qué impresionante, qué descubrimiento. Ya hablé del flamenco, y de Morente y del por qué. Ahora del tango y del por qué. Y hay más, lo sé, pero para muestra un botón.
Para los españoles prácticamente sólo existe Gardel (en cuanto al tango), y sin embargo hay cosas que te dejan desnudo. ¡¿Y las palabras?!
Sólo eso. Ahí está:

Aguja brava
La laburó de guapo, piolamente,
y la milonguera, su caro berretín,
ñapada postamente en su bulín,
rejunó cayetana el expediente.
Era una naifa piya y cadenera
que andaba con la yuta cabreiroa;
con prontuario a la gurda, sobradora,
y una pintusa de percanta buena.
Él, que había sido un liso bien cheronca,
un caferata de tapín y escuela,
perdió su cancha laburando, ¡oi'dioca!,
de colchonero y refilando tela.
Tanto amó el longipietro a la taquera
que aguantiñó, cabrero,
que la barra nochera lo llamara,
por pamela y por merlo mishé,
Aguja Brava.
Y así terminó un piola, Aguja Brava,
que por amor quedó cardando lana.
Antes, sacaba tela de las minas
y ahora le hace colchones a la cana.

La respuesta está dentro. Solo hay que saber entrar y ver.

10/7/08

El Arte en mayúsculas. La Vida.


(Enlazando con el escrito de enero, sobre "El grito" de Munch, y cambiando de registro. Por diversas razones que no vienen al caso).

Hay veces que el Arte se produce con mayúsculas, y es en esos momentos cuando alcanza una intensidad que te hace temblar. Pasa pocas veces, pero se da. En los momentos que se produce alcanzas un estado en el que todo cabe, en el que todo es posible. Sólo hay que dejarse llevar y estar. Pero eso pasa en contadas ocasiones, y por eso hay que saber mirar y dejarse llevar. El perder eso es triste, y ya sólo cabe llorar por la pérdida, salvo que no lo hayas visto pasar. Esto que escribo es una forma de hacerme perdonar. Un desagravio. Un homenaje a los amantes de la Ciencia Ficción, con mayúsculas también. Blade Runner es, no una película, es la película. Pero el libro en el que está basada, “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?”, es de una originalidad, de una belleza, que induce al llanto, por la emocionalidad. Y la película de Ridley Scott, también. La escena de la paloma y las palabras pronunciadas por el androide ante la muerte: ” he visto cosas que vosotros no podríais imaginar… y todas esas cosas se perderán… como lágrimas en la lluvia.”, al salvar a Deckard, son de una belleza inconmensurable. Amaba tanto la vida que… Y si las unimos a las imágenes y a la música de Vangelis, no cabe otra cosa que morir de placer. Extasiarse ante la belleza infinita que la vida, en contadas ocasiones, te da. Hay otros directores de cine que consiguen recrear algo así. Stanley Kubrick, sin ir más lejos. Pero lo dejo ahí. Cuando todos los sentidos se unen en uno solo, sólo cabe dejarse llevar. Eso es vivir. Amo la vida como nada, aunque a veces me den ganas de morir ante ciertas cosas. Pero tampoco quiero entrar ahí. Transcribo unas palabras del libro anteriormente mencionado, sobre el cuadro "El grito", de Munch:


"Muestra a una criatura pelada, con una cabeza semejante a una pera invertida, que apretaba sus manos horrorizadas contra sus oídos, con la boca abierta en un vasto grito mudo. Las olas encrespedas de su dolor, los ecos del grito, ocupaban el espacio que le rodeaba. El hombre, o la mujer, estaba encerrado dentro de su propio aullido. Se cubría los oídos para protegerse de su propia voz. La criatura estaba de pie en un puente, y no había nadie más. Gritaba a solas. Aislada por el grito o a pesar de él”.

Podría decir tanto… pero es preferible callar.Literatura, Pintura. Añadidle a Vangelis y el resto ponedlo vosotros. No hay más.

9/7/08

La muerte

La muerte es un hecho ineludible. Está y no sabemos hacerle frente o no la sabemos mirar. Quizás por eso nos produce los sentimientos de terribilidad. No sabemos mirar. En mi obra es una constante, y las razones he de buscarlas en los arcanos de mi infancia o incluso más allá. Pero sin duda hay algo más. La cuestión es el por qué de mi necesidad de expresarla o simplemente de expresar. Nunca entré en profundidad en ese hecho. ¿Por qué casi todos mis personajes acaban muriendo? ¿Por qué, aunque aparentemente no, la muerte es el personaje central?
Una amiga, me mandó el siguiente recorte de prensa:
Miriam Cairo: "El Hombre Muerto" (Publicado en Pag/12)
"... Al escucharlo, advertí que el ciclo natural de la vida se mete hasta el tuétano de un creador. El arte deposita su confianza sólo en ciertos individuos que hacen un esfuerzo deslumbrado por sacarse de encima el biologismo y los aires de cientificidad. Porque la idea de que una obra mientras más se parezca a la vida, más efectiva será, dinamita tanto la inspiración del artista como el vuelo del lector. En consecuencia, la obra se echa cuerpo a tierra. Se tiende a ras de suelo. Se desnaturaliza en los intentos por semejarse a la naturaleza de los hechos...."
"El tipo va a morir. Cada uno de nosotros va a morir. Eso es un hecho. No hay mucha astucia al inventar esta clase de acontecimientos, pero si se siguen repitiendo es porque a los autores se les hacen imprescindibles los hombres muertos. La muerte de los personajes ayuda a pensar la propia muerte, este es un recurso tan respetable como repetitivo. Puesto que desde hace ya mucho tiempo nos hemos habituado a morir, los autores consideran necesario que nos dediquemos a pensar la muerte. Desde que nacemos nos vamos preparando sistemáticamente para perecer. En nuestra imaginación no cabe otra posibilidad y la resurrección fue un hábito que no prosperó a lo largo del tiempo entre los hombres muertos, sean reales o ficticios. Si ese tipo no se moría, no había historia"
"...podríamos suponer que ese hombre muerto, con su muerte, alcanzaría el valor de una metáfora. Es decir que por debajo de tan redundado acontecimiento, leeríamos lo contrario de la apariencia. Si esto fuera así, el creador de la historia nos ofrecería a los lectores la posibilidad de disfrutar la lectura de otro libro, pero sin abandonar nunca los que hemos elegido hasta la eternidad."
Creo que algo podría explicar, aunque no todo. Tampoco es mi visión o no la he pensado tanto. Quizás con matices. Pero las ganas no me llegan ahora. Pongo el enlace, por si alguien quiere entrar y ahondar en ese artículo.

6/7/08

La italiana. (Por los derroteros de la nada). I

Sus ojos tenían esa vacuidad de las personas que han estado muchos años presas.

¿Y si los ojos son tristes pero te traspasan? Como un golpe en el rostro, como en los viejos tiempos. Si te ves cuando miras y ahondas en tu pasado, y vuelve el miedo y la alegría. El miedo por el ahora, cobarde; la alegría por el antes. Y como siempre, ¿qué? Sólo piensas en ti y en cómo hacerlo, sin importarte nada. Actuando como un monstruo del deshecho producido por el impacto de tanta estupidez. Preñez sobre preñez de ideas sepultadas en una mente esponjosa y maleable.
Hondos. Son hondos, con hondura, como el cante. Marrón oscuro. Eternos, antiguos. Con esa antigüedad que da la sabiduría aprendida a base de dardos clavados que se van abriendo en el alma hasta traspasarla en un misticismo puro, y que se anclan en la esperanza nunca perdida, por deseada y soñada aunque ocultada a sí misma hasta que algo o alguien la saque del pozo de su hermosura.

Verde plano que sigue hasta el final. Sin límites. Casi en un ángulo de veinte grados sobre la horizontal. Como un muerto. Verde casi céreo. Apagado. La muerte agota el impulso. Sobre ese plano las cabezas sobre torsos, con la mirada pegada al blanco del papel y las manos deslizando con fuerza sobre él. Moviéndose a golpes. La mente tratando de desgranar lo que no tiene dentro porque sus vidas son un largo camino de inutilidades. Vidas mediocres que se diluirán en el tiempo como hojas marchitándose sobre el pedestal de la tierra. Augurios de muerte.
Sólo unos ojos, tremendos, abisales, de un marrón que traspasa toda esencia de color por lo que esconden tras ellos, casi ocultos al común por las negras y tenues pestañas, largas, sedosas, que engalanan el marrón, con su negrura casi etérea, dentro de un óvalo italiano, o casi. De ninguna parte y de todas, porque en la vida no ha sido o no ha podido, porque no la han dejado. Tampoco le interesa. Y, sin embargo, me dice que no quiere perder el acento. ¿Por qué? No lo sé, responde de pronto, con un impulso vital que le sale de lo más profundo del alma. Palabras que surgen de una boca distinta, deseable, que modula las palabras con ese deje casi italiano, por sus padres, por su vida. Boca de deleites prometidos, presentidos, anunciados y esperados, deseados. Vaguedades por imposibilidades. Tal vez en otros momentos. Poder yacer junto a su cuerpo italiano, crecer con el Renacimiento y decaer con el Manierismo de ese cuerpo, envuelto en la voluptuosidad blanca. Meretrices venecianas o romanas. Sexo en su más alta expresión. Sexo de los Borgia. Sexo de los Médici. Sexo mediterráneo.
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5/7/08

La liturgia

El sol mancha de amarillo el ocre del albero. Intensidad de amarillo que huele a muerte, a necesidad. El calor se siente y entra en los cuerpos a dentelladas, hirviendo la sangre, hiriendo la mente. Hay como un halo que lo envuelve todo y un murmullo de codicia que recorre el coso. Blanco y negro. Rojo y negro. Ocre y negro. Negro como una tempestad aposentada en los espíritus del tiempo, en los arcanos de los ojos que miran esperando. La espera lánguida se hace lenta. El aire casi impide respirar. Se parece a las agonías vividas sabiendo que han de terminar, pero sin saber cuándo y menos aún cómo. La impaciencia arremete mientras la sombra avanza lentamente como queriendo llegar a su lugar. El tránsito del día a la noche que va a tener lugar. El juego de la suerte. El juego de la vida y de la muerte. La danza. El ritual. El sueño. La liturgia. La piedad y la impiedad. El ruego a la deidad. El sacrificio de lo profano al dios de la belleza, del llanto y de la muerte, de la risa y de la vida, del sexo. Todos son teólogos de una religión sin anarquía. Espectadores doctos de una religión con liturgia de siglos. Recatada en la belleza de esa danza que no acaba de empezar. Sabida por vivida y por bebida. Anclada en el alma de cada uno como dardos emponzoñados de dolor. Esperada por su intensidad.
Son las cinco de la tarde. El tiempo llega siempre.
El color invade el ruedo en tres filas de sacerdotes de la muerte que se anuncia ya. De la vida. Los acólitos esperan con sumisión el comienzo de la ceremonia. Todo invita a la liturgia. El toro surge, negro, imponente. El torero, de rodillas, con el capote tapando el cuerpo. De verde y negro. Tiembla. Sueña. Comienza el rito. Fiesta de sangre. Fiesta. La liturgia que se espera. El comienzo y el final. Se huele la sangre. Se mastica el drama. La muerte como invitada. La pasión en la arena y en los tendidos. El silencio. Los ojos del animal que se posan en el liviano cuerpo vestido de luces como dos ascuas hirvientes. La carrera tétrica, desbocada. La capa rosa y violeta que baila en el aire con una cadencia casi musical, de otro tiempo. El asta en el costado. El cuerpo volteado. La sangre que riega la arena. Rojo y ocre. Gritos. Ojos de espanto. Rostros ensimismados. La muerte que se pasea. El cuerpo ensangrentado. Tendido. El rostro ensimismado. Huido. Todo y nada. Deidades que aparecen y desaparecen. La muerte como espectáculo. La ofrenda. Ya todo es nada. La entrega se ha producido. La magia. La belleza. El rito. La liturgia.

2/7/08

Federico Laurenzana. Un escritor.


Descubrir algo distinto y que a la vez sea interesante es, hoy día, un trabajo arduo sino imposible. Encontrar eso en la Literatura es muy complicado si tenemos en cuenta los patrones por los que se rige el mundo de la Cultura, más, si cabe, en lo tocante al mundo editorial, dominado por el mercado y la necesidad de vender, por los best seller y la mala calidad del lector (y espero ser perdonado si ofendo a alguien o alguien se siente ofendido). No quiero entrar en el debate de lo que es bueno o malo, de si lo es lo que se vende o no, de si, en definitiva, Literatura buena es la que se lee o no, y por tanto el gusto y los colores y esas cosas. Para no derrotar, no por nada, y porque la razón de esto que escribo no es otra que descubrir o decir, más que descubrir, lo que desde que conocí sus escritos siento cada vez que me acerco a ellos, y que en los últimos días no han hecho sino confirmarme más en ello. Me refiero, que vuelvo a divagar o no señalar con rapidez, a la obra de Federico Laurenzana. Conoces por casualidades, y esas suelen ser las que te llevan a los grandes descubrimientos. “Caverna de Abstractos” me dejó profundamente impresionado. Los post que fui leyendo con posterioridad en distintos blogs (http://www.federicolaurenzana.blogspot.com/), “Virus”, últimamente, y para culminar, “Mucho después, mucho antes”, que aún no he terminado, pero que deriva por ese mundo tan suyo, particular, hermoso, distinto y “raro”, al que encuentro similitudes (con escritores especiales), pero que es distinto, lo que es de agradecer.
Siempre la Literatura hecha en Argentina me pareció de lo mejor que se ha escrito en el Siglo XX. Y como es harto conocida no voy a mencionar nada, salvo a Borges, para mí el más grande escritor del siglo, si no en general, sí al menos en Español. Y en la actualidad mis últimos descubrimientos, Rudy Spillman, por esos azares de la vida, y Alan Pauls, por una querida amiga bonaerense. Y ahora Federico Laurenzana.
Hay algo en su forma de escribir que lleva a la geometría, y esto puede parecer un comentario fácil si se lee algo de sus últimas cosas, pero yo voy más allá. Hay matemática, pintura. Escribe, narra, como si se estuviera pintando (me recuerda a los cuadros de Van der Weyden). Pero no solamente hay una historia, hay simbolismo, profundo simbolismo, y no referencias simbólicas conocidas, que las hay o yo las veo, sino algunas más que escapan al universo simbólico de cada cual, de cada espacio cultural, y que hace que surjan elementos que para cada lector, dada la heterogeneidad de estos, crean universos fuera del universo simbólico del creador. Como decía Paul Klee: “el arte no reproduce lo visible, hace visible”.
No sé por qué razón, también, la escritura de Federico Laurenzana, al menos en algunas partes de ella, me llevan a Chillida, a su obra, a su manera de entender el Arte, la Escultura. Chillida decía que “todo plano es revirado”. Esa frase podría firmarla Federico, y no solo en la forma sino, creo, en el fondo. Porque, que todos los planos son revirados no es algo que se vea, ya que los planos se ven como elementos bidimensionales de nula curvatura. Esa es la forma en que crea él, Federico. La curvatura de la línea, como su obra, exige colocar dos dimensiones en el origen mismo de la línea. Y el plano revirado de Federico, como el de Chillida, es tridimensional, sin yuxtaposición de planos. La escritura de Federico es como el espacio para el plano revirado, la Literatura misma, tridimensionalidad pura.
Para despedir esto, una frase de Platón, del Timeo, en la tarea del demiurgo: “…y todo lo tangible precisa para serlo un cuerpo geométrico de tres dimensiones”.