A veces, cuando camino, siento el suelo bajo mis pies, cómo se mueve, y noto el viento en mi rostro, cómo golpea, y sigo. Jamás me siento, aun con llagas, y siento.
Leí una noche, en un aseo, dos mensajes, o peticiones, no lo sé. Decía el primero:
“Chica soltera y de aspecto agradable busca el último reducto de inteligencia masculina en el planeta Tierra. Abstenerse casados y casuales”. Me dio mucho que pensar. ¿Qué pasa en los otros planetas? ¿A ese nivel hemos llegado ya? ¿Por qué en un aseo para mujeres?
El segundo de los mensajes, escrito inmediatamente debajo del anterior, decía: “Busco hombre, buena gente, inteligente y con inquebrantable sentido del humor. El resto es negociable. Abstenerse casados y casuales”.
Ya no pensé. Me lavé las manos y me fui, porque, en la vida, el activo más valioso es el tiempo.
La vida no se elige, se vive.
Leí una noche, en un aseo, dos mensajes, o peticiones, no lo sé. Decía el primero:
“Chica soltera y de aspecto agradable busca el último reducto de inteligencia masculina en el planeta Tierra. Abstenerse casados y casuales”. Me dio mucho que pensar. ¿Qué pasa en los otros planetas? ¿A ese nivel hemos llegado ya? ¿Por qué en un aseo para mujeres?
El segundo de los mensajes, escrito inmediatamente debajo del anterior, decía: “Busco hombre, buena gente, inteligente y con inquebrantable sentido del humor. El resto es negociable. Abstenerse casados y casuales”.
Ya no pensé. Me lavé las manos y me fui, porque, en la vida, el activo más valioso es el tiempo.
La vida no se elige, se vive.