2/12/12

Chester

High Chester Road. Jacco van den Hoek
 
- ¡Chester! ¡Chester!...
Con esa voz de vaca famélica y lengua áspera de tanto esperar un derrame en su lengua que nunca llega.
La odio. Chester, Chester… Cómo se puede llamar así a nadie, por Dios. Y esa chaqueta roja o lo que coño quiera que sea, que lleva puesta.
Lo peor es la inacción. Nunca me quejo. No hago nada por salir de aquí, solo esperar con la esperanza puesta en que pase algo, en que ocurra alguna cosa que evite  mi triste y anodina vida, o que aparezca alguien que me saque de ella. No sé, que Dios se apiade y se la lleve a su santa gloria, que baje un ovni y la abduzca y se la lleve a su santo planeta, o a mí (no puede ser peor), que caiga un meteorito, que… Puta vida.
 
Y ocurrió. Así son las cosas, a veces. Un carro, y en estos tiempos. Quién me lo iba a decir. A ella le hubiera encantado un Mercedes, un Seat en última instancia, pero un carro ni en la peor de sus pesadillas. Y para turistas, adornado con guirnaldas de colores o lo que quiera que fuese, y cascabeles o campanillas que hacían un ruido insufrible; tirado por un burro y conducido por un gitano más moreno que un negro del Senegal; con cuatro seres inauditos dentro, lechosos, gordos y con una sonrisa de haberse bebido dos o tres botellas de tinto Don Simón, cantando o intentando cantar el Viva España de Manolo Escobar o algo parecido.
Me llevaba cogido por la cintura, con galanura -decía ella-. Gafas de Carey estilo años 60; el pelo recogido con un lazo dieciochesco, de lunares -a juego con el lugar, dijo-, y un vestido rojo (su color, color nefando, odioso para mí, aunque muy del momento), que llamaba a la muerte como el capote al toro. Pero ni toro ni cabra, que fue asno el que embistió, con un carro detrás. Y se la llevó por delante. El burro la golpeó poniéndole cara de susto. Yo acerté a desasirme. Cayó hacia delante dando un traspiés. El burro la pisó y la rueda derecha del carro le pasó por encima de la cara. Qué desastre. Las gafas rotas sobre el rostro triste e inerte y con cierta expresión de espanto. ¡No! -debió pensar-. ¡Por Dios, no! No es un Mercedes. Un carro no.
El azar le dejó un rictus de amargura y una cara de vinagre, sucia, con una boñiga encima a modo de cereza del pastel. Espantoso.
 
Allí me quedé, mirando la escena, con los ojos fijos en ella. No daba crédito. Y entonces reparé en aquel asqueroso corte de pelo que me había obligado a hacerme para ir a Ronda a pasar el puente, que parecía el ser más cursi de la Cristiandad, y aquella infamia roja que me regaló para mi cumpleaños y que me obligó a ponerme para la ocasión (hace frío, querido Chester -espetó-), cuando alguien dijo mirando hacia mí: ¿Has visto que perro tan hortera? Debe ser de ella, van a juego.
Nunca quise ser un perro Marilyn, ni vestir así. Pero ahí estaba, siendo objeto de las risas del común, frente al desastre de mi creadora, sin saber si reír o llorar, si huir o quedarme. Lo único que pude hacer, qué cosas, fue defecar.

16/11/12

Estribaciones


Rosas silvestres y escarabajo. Vincent van Gogh
 
En la espiral infinita de un mundo hecho de palabras o en el laberinto borgiano del eco de una rosa, en la mirada acuosa de un mar de lagrimas derramadas por los ojos de un borracho o en la matriz de un poema jamás escrito. Perdido. Pero, ¿y si la vida no es sino un trampantojo? No sé si quiero dormir o velar en este corredor de la muerte donde se usa la estupidez como escudo.
¿Alguna vez llegaste a oír el vuelo de una libélula en verano cuando, tumbado sobre la hierba, después de bañarte en las aguas del río, sentías la calidez de un sol que atravesaba tímido las ramas de los árboles acariciándote? El pecho subiendo y bajando al compás del deleite, con una sensación como después nunca, la respiración casi ausente, los ojos cerrados, las gotas resbalando la piel, y el silencio apenas roto por las cigarras. Había como una pesadez en el aire, como una red invisible por encima que todo lo cubría, invitando al desmayo. En aquellos alrededores, todo, absolutamente todo, invitaba  a perderse en el goce, como si todo fuese nada, como si solo hubiese silencio, como si solo fuésemos alma.
¿Y si Dios fuese un escarabajo condenado a vagar eternamente empujando su obra con sus patas traseras, siempre mirando al suelo, siempre mirando hacia atrás?
 
 
 

 

 

13/11/12

Una flor de otro tiempo

Camila Salinas. Bodegón, Vanitas.
 
Por tantas razones el llanto. Y hoy es hoy y es tanto. Mi nombre no nombrado, alejado. Es otro tiempo fuera de espacios andados.
No hay nada más fértil para el alma que un paisaje infinito, yermo y desolado. ¿Qué hay más allá del vacío, de la nada, entre los ropajes de la necedad, de la oscura sensación de nada en sí?
Ya nada es como era, en casi ningún aspecto. Ni las palabras apenas, puro ejercicio estilístico con ínfulas de algo, pura banalidad, pura vacuidad, pura vanidad.
No siempre la mirada al pasado debería llevarnos al desasosiego, aunque a veces, por razones que se nos escapan y que son más profundas de lo que podemos imaginar, además de ignotas, nos hace estremecer. Es en esos momentos que la dirijo a la tibieza de aquellos ojos, a la primera. Necesitamos la franqueza para reconocernos y, en ese aspecto, yo nunca me engañé, aunque por necesidad, a veces también, le puse un velo de ausencia para sobrevivir.
Siempre, solo, hubo una. Y la muerte, tan contumaz como esclava, aparece a golpes, aun sabida, y se te clava y se te hunde.
Alrededor de la dulzura viví momentos excelsos, y todos, al margen de en los márgenes, con ella. Miradas y tactos, palabras. Ahora miro fuera de ella y es como si viese la vida apoyado en el alféizar de una entreabierta ventana y observase el erial de un cementerio de mí delante, plagado de cruces, algunas vencidas, desvencijadas otras, escuchando el horrible  graznido de un cuervo escarbando en la tierra en busca de lombriz o alguna defecación.
El humo elevándose, de un cigarrillo que pende entre los dedos de la mano, en volutas deformes que enmarcan su rostro y lo conforman más allá de la necesidad, casi hasta el éxtasis, con la sonrisa siempre en una boca que me fijaba como una serpiente cuyo veneno deseaba sentir bajo la piel, recorriéndome las venas, ahogando mi alma. El sabor de un beso tras otro, siempre dentro, en ella, en mí, en nosotros. Era pasión sentir los labios, acariciarlos, incluso en los lugares, en los tiempos, en que Dios no se sentía a gusto. ¿Los hay algunos? Era esencia de tacto y de más. Y lo buscábamos. Nos gustaba sentirnos. Nos gustaba gustarnos. Morir ahí dentro. Comulgarnos. ¿A qué saben los labios? Los suyos eran a mirra y a incienso, a viento y a mar, a silencio. Me bebía su aliento temprano de tabaco rubio y de saliva y de deseo. Hermoso atanor la boca donde se bebe el brebaje vital del que nos alimentamos como posesos, ansioso del otro hasta los días de la calamidad, cuando el sonido de las trompetas anunciaron la llegada de los últimos días, cuando una estrella ardiente secó todas las fuentes donde habíamos bebido con la delectación propia de la inconsciencia, de la ingenuidad, del desconocimiento. Nunca nada fue tan hermoso como aquella risa en la que mecí una vida, como aquella espiral de pétalos que envolvieron de aroma los años más hermosos de todo tiempo, donde todo era comienzo y el final solo entelequia, mera apariencia, inexistente si no era para despertar  y comenzar de nuevo. Nunca una risa dibujó líneas más livianas, más perfectas sobre piel alguna. Y jamás palabra de ninguna boca evocó pasiones como la que en mí hubo. Solo ella y hacia ella. Todo, ella era todo. Solo ella y desde ella. Universo.
El tiempo te hace claudicar. Mirar hacia fuera como hacia el pasado, y no encontrar. Observar las gotas de una lluvia que se desgana sobre la tierra, una a una, despacio -con cierta calidez si fuere posible, me atrevería a afirmar, si no fuese porque, fuera, hace frío-, mojando la tierra, manchando las blancas paredes de un gris casi desaparecido, invita a la ausencia, al ensimismamiento, a la huida a los paraísos perdidos.
Es un otoño hermoso este en que me hallo, preñado de amarillos y de rojos, de ida entre las hojas, de llanto quedo por aquello ido de hace tanto que ya un manto blanco comienza a cubrir los espacios donde soy. Y ella es muerta y yo aún estoy.
 

9/11/12

La Belleza


Iván Loubennikov. Fe, esperanza, amor.
La belleza es un barco frágil con el que puedes quedar varado en cualquier perdida playa, con el que se puede encallar en un olvidado arrecife, o al que una leve brisa puede dejar al pairo. Su búsqueda, sin embargo, es lo único por lo que merece la pena luchar hoy en día, por lo que merece la pena vivir, por lo que merece la pena morir.

4/11/12

Humores

Humores. Pergamino medieval
 
La diversidad de humores es tan grande como el número de pelos que pueblan nuestro cuerpo. Por eso, el mar, amigo. Mirar cómo se ensancha, cómo se abre.
Los pelos de nuestro cuerpo huelen por el sudor que emana de la piel en que se anclan, y lo hacen en mayor o menor medida en función de los lugares que cubre dicha piel. Hay espacios con unos matices más amplios que otros, dado el sitio, el número de poros, la cantidad, su tamaño, la distancia entre ellos, su acceso a la luz, al aire y tantos otros factores como deseemos tener en cuenta. Hay veces que, al abrir los ojos, tras inspirar por medio de nuestras fosas nasales, se desencadena el Apocalipsis. Y has de saber que Dios ha de juzgarlo todo, aun lo oculto, y toda acción, sea buena o mala, como dice el Eclesiastés. Y todo olor, añado yo de mi magín. O debería.
La gradación, de humores y de olores, la hacemos en función de nuestra genética olfativa e intelectual. Depende de cada uno, con posterioridad, qué aspecto desarrollamos más o menos, cuál nos interesa más o menos. Sólo apuntar que las ratas no se enamoran, y no sé si el olor es un elemento esencial en ello. El que pueda oír que oíga. Factores culturales, de higiene añadida, de vagancia, de economía (porque, el dinero no es que atraiga dinero, es que gana dinero, y este...). No se debería olvidar a los Fugger, más en una situación como la actual. Nunca se debe mirar atrás, jamás; jamás hay que girar la cabeza, porque no debes convertirte en un barco varado en tu propia historia.
Y esto ocurre desde la cabeza, la zona más común en cuanto a pilosidad se refiere, psando por la barba en los hombres ( y en algunas mujeres, hay que decirlo), hasta llegar a los lugares más peligroso e íntimos, las axilas y el sexo, también los alrededores del ano, en algunos/as, y a partir de cierta edad en muchos. Y el pecho, lugar de aisento de hebras en ellos, a veces bosques, y en ellas, algunas, de suaves tiras ancladas en los alrededores de los pezones. Mirar el mar, siempre, su infinitud, desatar los cabos que te anclan a tierra y zarpar. Navegar hacia delante. Creer en uno mismo y recrearse en la tranquilidad. Predicar la libertad y la desobediencia.
No hay más, sobre nada, nada más.


17/10/12

aB. 1


Resurgí límpido de entre las sedas de la muerte, para ser yo mismo; como nunca antes, entre los lirios.

14/10/12

Levántate y anda

Juan de Flandes. Resurrección de Lázaro

A veces nos levantamos como Lázaro -ya un muerto para siempre, un hombre que anduvo la muerte, que acompañó a la Parca-, y como él caminamos el resto de nuestra existencia, como seres traídos a una vida que no es nuestra, donde andamos sin ser, estamos sin estar, ausentes en un mundo en el que no somos y que ni tan siquiera comprendemos.
Levántate y anda, le dijo el Nazareno, y Lázaro anduvo. ¿No hubiese sido mejor no salir de la tumba para pasear eternamente esas vestiduras?
Vivir así es como cuando se entra en ese espíritu deconstructivo que agosta todo, que todo lo pudre, desnudando la piel y dejando al aire la putridez de la carne, ausente de decoro, en hebras de rojo, sanguinolentas, cubierto de harapos, con cerúleas guedejas de sebo.
A veces es mejor seguir siendo un hombre muerto.

6/10/12

Angustia

Atardecer en la calle Karl Johan. Edvard Munch

Abrí los ojos y vi un niño hambriento de ternura, sentado a la diestra de un viejo que allí estaba, también (con la mirada perdida de un loco, en busca de apoyo en otros viejos o en nadie o en quién sabe qué), indefenso como todos, como el alma, ingenuo, triste, desvalido, rodeado de esa extraña oscuridad que llueve y cala, que les amenaza. Vi muchachas sentadas en el suelo, de sonrisa extraña, repasando uno a uno sus sueños o sus ensueños, como idas o perdidas ahí, en ellos. Vi medio hombre desplazándose sobre una madera con ruedas sobre un suelo de grises adoquines, y una muñeca rota, abandonada por su dueña, con el pelo sucio y despeinado, a la que le faltaba medio pómulo, un ojo ausente, tirada, sin nadie que con ella jugase ya; y un perro muriendo. Había restos de un periódico que el viento movía, anunciando extrañas guerras en lejanos lugares de perdidos pueblos. En las paredes frases, consignas contra nadie, vacías palabras, garabatos, y entre ellas, una mujer de rostro pintado, fumando, que mira hacia la nada, esperando algo que nunca llega.
Me incliné ante todo eso, ante ellos, herido con sus mismas heridas, ausente, indefenso, desvalido, esperando, muriendo.
A veces entiendo la razón de aquel grito sobre el puente púrpura y ocre, su náusea, su angustia, la agonía, la poesía imposible de Mallarmé.

24/9/12

al. 3

Yo siempre ando la Luna a golpe de lentos andares, de caras ocultas, viviendo, cómo no, la realidad, entre la pasión y la desmesura, y soñando, cómo no también, siempre, absolutamente siempre, con la utopía, desnudando la ternura, acariciando sentires, oliendo... en altares de aliento, en...

2/9/12

El reino del Aquelarre

El Aquelarre. Goya

Nunca tuve la sensación de desasosiego hasta que me levanté aquella lluviosa y desapacible tarde, sin duda alterado por el sonido del reloj de pared dando las seis, con un golpe tras otro, que nunca antes había oído. Ojalá lloviesen amapolas alguna vez.
Solo tengo sueño, ganas de dormir y no despertar nunca. No morir, solo dormir. Quizás despertar de vez en cuando (aunque no es imprescindible, ni tan siquiera vital), mirar el reloj y saber que puedo seguir durmiendo eternamente; girarme, cerrar nuevamente los ojos y volver a dormir. Soñar la música otra vez. El bajo casi ausente, detrás, envolviendo las voces del piano y la trompeta, mientras una batería dice, casi en susurros, algo cálido, acariciando, como si oyese una hermosa voz en otra mesa, al lado, envuelta entre la volutas del humo de un cigarro sostenido por una mano inmóvil, cerca de perfectos labios que procuran risas, casi llantos.
Es un exceso la verbalización de esos sonidos, de sus ecos. Pero qué exceso.
A veces un quejido, tal vez un ruego explicado en el metal ausente que dice, mientras baja el tono para asegurar la atención del otro, o de nadie. Nunca se sabe la razón de las palabras que no huelen. Y de repente es como si sonriese.
Pobres estúpidos e ignorantes. Y aún me piden que me sienta culpable. Yo, que miro desde los sentimientos. Quieren que despierte, cuando levantarse es un suplicio. Contemplar el infinito número de horas que hay por delante es absolutamente desasosegante. Sobrevivo a través de la palabra que sueña la música que me sueña.
La inocencia machacada. No me siento humano. Trato de comprender el despropósito de levantarse cada mañana y llegar a la noche sin saber muy bien el porqué. Maldito sea el hombre que confía en el hombre, clamaba Jeremías.
Solo tengo sueño. Un sueño de sueños, o por ellos, no sé.
Una mujer aparece por detrás y habla cuando calla a través de un clarinete. Cada golpe en la tecla del piano es una sonrisa, un desmayo en el que mira.
Oh, poder cerrar los ojos y escuchar el torrente de palabras casi dadas, regaladas, acariciándome la piel.
Me gusta vivir, morir, en ese exceso de un sueño que no es sueño, que no es. Ahí, donde siente la piel, donde nace la luz, donde nace la vida, donde yace el olvido.

12/8/12

Los idus de marzo

Muerte de Julio César. Vincenzo Camuccini

Ir de lado siempre le produjo el efecto de ir más lento, y por ello aceleró el camino quemando etapas sin vivirlas, bebiéndolas, creyendo que así llegaría antes. Al final el cansancio es tal, en esas ocasiones, que conduce al tedio, un tedio melífluo que aletarga el pensamiento, y el sentimiento también. La desgana era el estado común, el bien adquirido a golpes de tragos de vodka y tequila, el futuro presente. Se abrazó al sexo, así, como un poseso, pensando que en él encontraría el bálsamo para seguir buscando, quizás tan solo andando (lo que sería suficiente mientras llegaba a algo), para acabar reconociendo que la sed no se sacia con carne, para acabar convirtiéndose en la pústula de un masturbador macilento, huido de la mujer por espectro, espectro en sí mismo, huido de sí. Sara, Beatrice, María, Mencía... Tantas que ni su nombre recordaba porque apenas estuvieron.
Todo acabó en el día del silencio que siguió al del espanto.

25/7/12

El pañuelo


Retrato de joven ingenua. Renoir
(Un apunte sobre este cuadro, refleja la dulzura)

No pudo resistir la tentación de coger aquel pañuelo y acercárselo a la cara. Respiró su fragancia como si allí hubiese habido un alma. Y por Dios que debió haberla, pensó, diría que incluso estaba, tal era la belleza que aquel pañuelo desprendía, tanto le embriagaba. Y así quedó, aturdido, durante un instante, yaciendo en el embeleso que aquel olor le había producido, ya antes pensado, quizá sabido al ver el rostro de la mujer que lo portaba, y aquel su andar, casi como levitar, mientras caminaba, y aquellas manos que dejaron caer con aquella levedad un pañuelo de seda virgen sobre la madera de aquel banco, cuando de allí partía, dejando un halo inerte, como de extrema melancolía. Ya nada nunca, supo, sería igual.

21/7/12

Vacío

Campo de Agave. Abrahám Mendoza


Tenía la cara de lado, contra la hierba, rala. La respiración agitada. Sentía un agudo dolor en el cuello, donde tenía una rodilla, y en la espalda, aunque no sabía el porqué. Pensó que iba aperder su brazo izquierdo, sujeto en tensión, hacia atrás. Una hormiga pasó frente a sus ojos ignorando su presencia. Oyó un ruido seco. Vio como unos cuervos, más allá de donde él estaba, alzaban el vuelo y graznaban con estruendo. Un olor acre invadió su nariz. Notó cómo anochecía. Obscuridad. Nada. Pensó en colores, no supo porqué. Añil, como la congoja de un niño herido. Púrpura, como el dolor de la traición de los de su propia estirpe. Pensó en el sonido. Quizás un disparo, se dijo. Después de eso ya no pensó nada. Vacío.

20/7/12

aI. 2


Tras los días de la tempestad, como un perro enloquecido, con lágrimas de noche se despojó de sedas y quiso ser aurora para vestir rocío.

19/7/12

aI. 1

Nunca te aflijas. De cada lágrima que derrames nacerá una estrella.

8/7/12

XY. 1

La línea del cielo balanceándose, sacudiéndose arriba y abajo. Miro arriba. Es todo lo que puedo hacer.
Un conejo sale de su madriguera. Es raro. Se rasca la oreja mientras me mira. Un hombre, a lo lejos, lleva un arma, o lo parece. Tres buhos vuelan en este día que parece noche.
Es un erial de almas, de luz, de color.
El conejo se hiergue, me mira y se introduce en la madriguera.
Los colores pertenecen a nuestras miradas de cuando aún buscábamos...

28/6/12

Loca luna

La luna. Nadia Martínez Michelín
Esa sensación que tenía, a veces, tan...
Todos los caminos, todas las carreteras recorridas, todos los infiernos, todos los paraisos, todos los días, todas las horas, todas las caras, todas las pérdidas, todos los juegos, todos los sueños, todos los comienzos.
Miré el reloj. Estaba parado. Alcé la mirada a la luna esperando encontrar, pero no veía. Nunca vi, creo, mirando hacia arriba. Loca luna, siempre ahí esperando. ¿Por qué rehusar lo extraño -me dije-? Sonreí. Extendí los brazos y por primera vez me sentí libre. Volar. Vivir, porque supe que, aunque pisar allí era hollar algo hermoso (la belleza), también era pisar algo nuevo, y que cada mirada a cada rincón era una nueva mirada, un grado más en la bondad, un paso más hacia la virtud.
Y esa sensación era ahora tan... ¿Por qué rehusar lo extraño cuando podía estar otra vez ahí, en lo sutil de la belleza, donde quería vivir?

18/6/12

Omnia sunt communia

El matrimonio Arnolfini. Detalle. Van Eyck

Esperando el día de la Resurrección de los últimos, mientras sigo la voz que llena el aire de un delicado Richard Ashcroft cantando “Slow was my heart”, aquí, soy el reducto suicida del mirador del Apocalipsis, extraño escalón desde el que se observa la aberración de las costumbres, la abyección de la carne, la ópera bufa en la que hemos convertido el caminar de la sociedad, el espanto de las formas y la salvaje estupidez de una moda deformada por los rayados ojos desde cuyas cuencas no se accede a nada que no sea vacío; vacío, deformidad, tristeza, y soledad.
Veo perros que arrastran personas y las reunen en torno a un árbol, tabernáculo deforme de una realidad irreal, ejena. Perros que parecen personas deformadas y personas que parecen perros trasmutados, deformes espejos de la locura.
Sus amos los eligen en función de lo que quieren ser, de lo que quieren parecer, del estatus que pretenden poseer, sin darse cuenta de que, en silencio, son los canes los que eligen a sus amos, haciendo que las personas acaben siendo una caricatura perruna de esas preferencias, de esas aspiraciones.
Predomina el chándal en invierno; los piratas en verano -cuadros sobre todo, y claros-, con chanclas y camisetas ajustadas, ellos; pantalones cortos y sandalias romanas (su sucedáneo), y camisetas de cuello ancho o de una sola manga, ellas.
Surgen de todas partes, como apariciones, como muertos revividos por el milagro del Maestro, recorriendo caminos preestablecidos desde el principio de los tiempos, con sus estaciones, para descansar mientras los otros hacen sus heréticas deposiciones a mayor deshonra de ese Via Crucis. Miran en todas direcciones, como buscando. Componen sus sonrisas, puestas, y avanzan hacia la siguiente estación.
Perros urbanitas, personas urbanitas, urbanitas todos, la redención está cerca, oígo gritar desde un púlpito no lejano al tabernáculo. Un loco suicida también, pienso, pero sin vermut, o más loco aún, no sé.
Todo esto no es sino el anuncio de que algo está a punto de suceder. Quizás por el bien de todos, quizás solo del planeta, quizá solo de ellos. Tal vez sea la primera trompeta del Apocalipsis, o la segunda y no escuchamos la anterior en nuestro fatal destino, en nuestra torpe necedad de querer solo escuchar ruidos. Quizá, sólo quizás.
Y yo sigo aquí sentado, en esta atalaya de mis Apalaches. La vista perdida, el oído alterado, el olfato tapado, el tacto yerto, como el de los muertos, pero eso sí, bebiendo un magnífico vermut de Reus. Y pienso en qué agradables debieron ser aquellos tiempos en que los perros eran eso, perros, y andaban sueltos, y los ayer ascendientes de estos otros dueños, no eran sino compañeros, gratos compañeros de ellos, con otros atuendos -dei gratia-, con otros ojos, y tras ellos sus cuencas y tras estas sus cerebros.
¿Lo sabrán los perros? Y con el último sorbo de mi vermut sólo me viene a la cabeza aquella frase, “Omnia sunt communia”. Sea pues.

27/5/12

El sueño del siamés

Marisa Lara. Alma de cocodrilo
Hundió las manos en la arena hasta no poder más, hasta sentir dolor en los dedos; cerró los ojos y, en ese instante, soñó el sueño de un siamés.
Un jardín de rosas hendidas, de frugales miradas posadas en quicios de puertas que llevan a ningun sitio, por caminos de lava, en un teatro de las maravillas donde nada es lo que es, ni tan siquiera lo que parece, donde lo que anda es la palabra y lo que habla la ignominia, sobre zapatos de plata. Bajo las sombras, en la hendidura eterna, se atisba, en el lecho de piedra, la infame agonía de la virtud, mientras vuela la zafiedad vestida de nácar. Setenta veces siete la gran puta de Babilonia se detiene. Setenta veces siete sigue, sin decir nada, mostrando apenas los podridos dientes con hebras de carne, restos de ágapes, entre ellos, esparciendo su fétido aliento, a heces y sangre, al viento; la sangre de los hijos del suicidio, de la madre muerta, del hambre.
El sol sale cuando ha de ponerse. La verdad es sutil. El aire asfixia. Mil volutas vuelan entre la nada mientras un suicida las mira y gesticula entre el canto de nadie. Un canto que se oye, como un rumor de fondo, bajo una lluvia de notas surgidas de un gramófono antiguo, que suena amablemente, apartado elemento de un tiempo que ya no es y dice...

16/5/12

A Carlos Fuentes

Qué profunda tristeza, de verdad, qué profunda tristeza y que terrible pérdida.
Dice José Emilio Pacheco, escritor mejicano:
"Han transcurrido apenas unas horas y aún no puedo reponerme del estremecimiento que me causó la noticia.
Con él se va mi vida entera de lector y escritor. Durante más de medio siglo lo he leído, desde La región más trasparente hasta Catalina Grau y La gran novela latinoamericana. Como amigo sólo puedo darle las gracias por su infinita generosidad. Es el gran novelista de este país y su sitio como figura intelectual nadie podrá llenarlo. Ahora lo único que me interesa es releerlo y seguir dialogando con él en este México trágico. inimaginable para nosotros hace cincuenta años."
Pasarán mil años y nadie recordará a la mayoría, pero se seguirán leyendo sus obras.

13/5/12

En los suburbios de la ciénaga

Diana Laurencich. "Libertad"

Toda creencia es un mal menor, y es por eso que llueve sangre sobre los manantiales secos de los hombres, tintando de rojo un verde ausente. Una lluvia de pétalos que enrojece los convertidos campos en eriales. A lo lejos se observa una muñeca de plástico, sin pelo, con la cuenca de un ojo vacía, recuerdo de una niña desaparecida en algún aciago día y convertida a la religión de los tiempos.
Cada vez que se alza una prez el cielo calla y aguarda, enlenteciendo el miedo, agrandando el misterio. Por ello, ¿para qué? Convertimos el alma en un cuartel. Aún se puede oír su llanto de desesperación, casi apagado, casi trasmutado en risa hiriente, seca, enferma; su remanente.
Un signo sobre la piel, la mano paseada por ella invitando sin palabras a aquel.
Locos, viviendo en una caricatura obscena de la vida. Hemos convertido el deceso casi en una necesidad vital. Absurda realidad de colores grises donde no huele, ya, ni a hiel. Y volvemos de nuevo, una y otra vez, con nuestra triste salmodia, como el lúgubre tic tac de un triste reloj de pared, a los ausentes dioses de nuestra niñez, o a sus sutitutos de después, el comercio y la estupidez, supremos seres del tal vez. Y es que vivimos en los suburbios de la ciénaga.
Y sin embargo se escuchan campanas, si se aguza el oído, si se sabe apreciar, si se está dispuesto. Lo que no sé, aún, es si llaman a muertoo a qué. Lo supe una vez, allá en los lejanos tiempos de la niñez.
Todo esto es lo que es, lo que hay aquí, en la tierra habitada, en los suburbios de la ciénaga, donde me encontré, una vez, un papel mojado que unos verdes ojos enmarcados por el amarillo, brillantes, tiraron al agua en la calle y que yo recuperé.
Decía:
Hoy es de esos días en que me gusta pisar los charcos, sonreír distinto y gritarlo alto.
Y no todo es asfalto.
Sentir la levedad, andar descalza.
Suelo mirarte de lejos, y entonces todo es despacio. Te veo y es como el dulzor del vuelo de las luciérnagas en una noche de verano, como el de las mariposas de alas de agua en su volar hacia la calidez del volcán.
Rumores de agua.
Acariciar el piano.
Tu aliento es mi sándalo, tu voz mi mantra, tu alma mi regalo; donde quiero vivir siempre, donde quiero morir ya, en tu dentro.

Y ahora, el tiempo que pasa no es. El espacio yace. Nosotros no somos sino un tardío recuerdo de nada que fue, la aciaga sombra de aquel Día del Señor, de aquel Domingo Sangriento en el que se hizo la luz.
Vivimos sobre un mar rojo de sangre elevando oraciones al Dios de los muertos.
Todo es hambre, aquí, en los suburbios de la ciénaga.

3/5/12

Llueve sobre Berlín

Fotografía de Norah Moon
Sé lo que hay aquí pero no lo que hay al otro lado. Hacia donde mire, líneas de gris se pierden en la lejanía, sobre el pavimento, hasta donde alcanzo a ver. Tras de mí, el infinito gris, sobre un suelo eterno, gélido y mojado por una sempiterna lluvia que golpea un granito escrito en geométricas formas, como uanespecie de damero maldito, en tonos de gris. Pequeños charcos reflejan la bóveda. Ni por arriba se puede salir. Así un día y otro día y así hasta setenta veces mil. No sé qué hago aquí. No sé dónde ir. El mundo corta la eterna planitud grisácea, si es que al otro lado es igual que en éste otro donde me hallo. Tres niveles lo forman, en otros tantos tonos de gris, mojados, manchados por un llanto que aplasta. Muro sucio o ensuciado, culminado por una corona de espinoso alambre, para impedir.
No sé qué hay al otro lado. Apenas si aquí yo. Rebusco las grietas y caigo, tras empezar a subir por ellas, sobre el suelo mojado y gris. Mi voz sólo es un eco que me devuelve la nada. Hablo. Antes gritaba, pero sólo a mí. A veces oígo la sequedad de unos golpes, su desfilar por el aire, la marcialidad sobre el suelo perdiéndose más allá hasta desaparecer. Me falta hasta el respirar. No sé quién soy ya, o qué ni qué hago aquí. Sólo sé que a veces llueve. Y, a veces también, sueño con los días de Berlín, cuando la lluvia era vodka y vivir no era así. O es sólo un recuerdo y también me mentí o no sentí o no fui.

18/4/12

Alfa

Santa Cruz de Maderuelo. Segovia


Verde. Ayer era verde. Todo. Y lloré. Estaba allí. Iba a ver. Y no. Todo es alto. Cristal. Cuadros, cuadrados cuadros sobre el cristal. Infinito.
Todos andan despacio, como a impulsos desacompasados. ¿Por qué regresan los idos?
Hay árboles por doquier, en filas que dibujan espacios, líneas con sentidos. Un niño posa sus pies descalzos en la piel de un árbol muerto caido sobre la corriente embravecida de un torrente de montaña.
¿Cómo predecimos la muerte? ¿Cómo la pensamos? ¿Cómo la vivimos? Hay tacto en el tacto de la piel del talón de un recién nacido. Como la lluvia de polen, como sentimos la vida. Así debería.
Cada vez que me acojo entre las hayas de los bosques, de los helechos, de los líquenes, entre la bruma, entre la noche, me encuentro conmigo, contigo, con ella, y me encojo.
Llueven plumas en primavera.
Broadway and mercy.
Grocery Center.
Sigue lloviendo perfume pientras abrazo al niño.
Sonrisa.

25/3/12

Manifiesto Devónico

Homenaje a Mallarmé. Oteiza


Admirando las oblicuidades de Moore, las líneas curvas de formas informes descansando sobre superficies rectas; observando la concavidad y la convexidad, lo vacío y lo lleno, la materia visible al ojo y su ausencia. Viendo las rectas espaciales que componen polígonos, de Oteiza. Me fui entonces, azar, sin duda, o kaos, a la casa de la cascada, de Wright, con el agua como alma del edificio y significación de lo móvil, de la estabilidad también, de la perdurabilidad, de lo que es y ya no, de la esencia. Heráclito y él y no. Esa alegoría de la vida, del todo, de la nada.
Creo que hay que representar el Vacío, la Nada. Ahí, siento, radica la esencia del Arte.
Por ello cada vez me acerco más a ese punto, o lo intento. Tratar de superar la realidad y entrar en la no realidad, en el Vacío, parte esencial de la realidad. Creo en la necesidad de expresar el Vacío, en la necesidad de recrear la Nada, en describirla. Decir la Nada es lo esencial. Escribirla. Creo que eso es Vivir. Siento que es la máxima expresión a la que el Arte puede acceder, y la Literatura, por tanto, también.
Volúmenes sin masa. Ausencia de formas, definidas o no. Hablo de palabras. Ya no habría estaticidad, ni su opuesto; y el tiempo, de existir, ahí, carecería de sentido, con lo que se habría incorporado, éste, a aquella, la Nada, formando la Unicidad absoluta, el Vacío eterno. Algo así como comprimir a Calder y Moore dentro de Chillida, en lo escultórico.
Me preocupa esa necesidad de tener que comprender la obra, la creación. Deberíamos aislarnos de ella y limitarnos a crear, y, de no ser capaces, a disfrutar de ello, de la alegría que proporciona, del consuelo, de la emoción, de la paz que produce, como decía Picasso.
Acceder a la alinealidad; desdibujar el punto y entonces asociarlo a la atemporalidad, pero no en sentido de eternidad sino de ausencia de temporalidad. No habría porque no habría tiempo, lo habríamos plegado hasta su máxima expresión, y habría de ser, entonces, y necesariamente, la Nada. Toda la creatividad condensada en un punto, y su obra también. Calder y Moore, Chillida y Oteiza. La pureza extrema. Sería el momento del llanto, llorar de emoción. Morir, pues toda vida estaría ahí. Concavidad y convexidad enfrentadas hasta autoincorporarse, hasta desaparecer. La simetría por esencia haría desaparecer la vida y con ella el Arte, por ello no deberíamos evitarla sino exaltarla, radicalizarla, superarla en otro nivel. Morir es el destino para que el Arte emerja indemne. Ahí, en ese elemento extremo donde la escritura alcanza un punto mágico, místico, de extrema belleza, pues sería la Belleza, y eso sólo es posible porque no habría nada y esa nada sería el todo. Habría muerto, desparecido. Sería.
En todo el proceso para crear debe haber un momento de implosión, de meter todo, y todos los conocimientos también, hacia dentro, hasta concentrarlos en uno solo, y ese uno conseguir que sea la sencillez máxima, tan único y al tiempo absoluto que sea todo y todos al tiempo, y que en ese proceso logre desaparecer. En esa ausencia de sí estaría la máxima expresión de la creación. Sería la creación final, la obra de arte absoluta, la Literatura perfecta. Sería Dios en esencia. La Nada, el Todo, el Vacío.

12/3/12

La náusea

La náusea. Mercedes Molinero




Esa mujer me produce cansancio térmico. Cada vez que la veo hay una desregulación de las caries, con lo que ello trae consigo, y todas y cada una de las rectas de mi cuerpo se destensionan y se convierten en oblicuidades. Se me acerca y esputo, hacia dentro (soy muy educado), y me atraganto con esa especie de bilis semántica que mi cerebro produce. Mastica lengua aderezada de quina de Módena (es muy esnob). Mientras habla fija la mirada como las serpientes al tiempo que arroja hojas secas como los vientos de un otoño marrón, que no son sino palabras sin descanso, imprecaciones metódicamente hechas para dañar, y entre ellas se escucha como un burbujeo de aire en ebullición que sale al exterior, o pugna por hacerlo, como esas pompas de aire en la superficie de un puchero puesto a calentar, y que me saca de mis casillas pero que me desconcierta y aprisiona también, como un matra sin sentido, desconocido y voraz. La siento como una guerra. Peón de alfil a reina. Karpov nunca me gustó. Tal vez por su mirada taimada y la sonrisa de alacrán, producto, ambas, de un régimen que primaba el maquiavelismo como método de ascenso social, y que convirtió la mezquindad en la moneda de uso corriente para trepar en la jerarquía o vivir en ella; o tal vez por las guedejas que se gasta, negras, lacias, sin lavar, pegadas, como las de ella, aunque ella se las lava o eso dice. Con carmín negro. Están partidas de forma axial, sus almas, como sus pelos. Un río de ojilllos de rata le caen por doquier o es la náusea de una alcantarilla o la de Sartre lo que le escurre por el escote. El decubrimiento de la filosofía puede llevarte a la abyección. Hiede el reo, dicen, y ella no para de escupir palabras como quien llueve en las noches del espanto. Como ese escozor en el culo al que no te puedes sustraer sin rascarte y que sabes, sin embargo, que sólo calma momentaneamente el escozor pero que no lo palía, y sin embargo quieres morir o vivir ahogado. La veo y veo un eritema precoz, un vómito ausente y silente, un derrame cerebral de ecuaciones sin solución. A veces pareciese que fuera a echar a volar, desplegando unos élitros surgidos de no se sabe dónde, tal vez de sus axilas o que escondidos estén, melindrosos, bajo esa rebeca enorme que le tapa con gracia y soltura esas caderas redondas y sueltas, santas caderas creadas para la crianza y ausentes de ella, engrandecidas por el escarnio y su ausencia, mientras repite hasta la saciedad su oración maldita: entonces... Y es entonces cuando se produce ese dolor intenso, seco y pestilente, como un embarazo ectópico, pero en el cuello, forúnculo acuoso; un hijo externo y sin nuez, navideño, como su compañero de viaje, ausente también o ausentado más bien; bola de navidad que pende de ese árbol pez. Hobbes ya lo predijo, estamos gobernados por gilipollas de distinta jaez. O algo así, entonces, dijo otra vez. Qué desastre.





8/3/12

Añil

Tras los velos. Manolo Rendón


Le hacía sentir culpable y lo alargaba. Lo único que a ella le hacia volver era satisfacer el ansia de aplacar su deseo de sexo y ver cómo él se sentía agradecido; esa sensación de humillación ajena, la desposesión de uno mismo en favor del poder del otro, la dación en pago a estar con ella, su ama y señora, su dueña; la negación de uno mismo, la alienación absoluta, el vacío.
Y aun así, cuánto le quiso.
Como a su hermana menor, cuando de pequeñas iban al parque a jugar o a un recado para su madre, y ella le decía, gritando, que se quedase allí, en medio de la calle, mientras se iba corriendo y se escondía en una esquina, observando el llanto y el miedo de una niña de apenas cuatro años, para volver al poco y abrazarla, y sentir el temblor, la gratitud, el temor, el vacío de aquel ser en sus frágiles años, besar su salino llanto, sentir el poder, el poder y el dolor, el terror.
Ese sentimiento era añil, como la congoja de un niño herido.

21/2/12

Aire

"La flagelación de Cristo". Piero della Francesca



¿Que hay, con exactitud, tras un muerto? Posiblemente la decepción sea así, mirar detrás de unos huesos y encontrar ausencia, aire. Deberíamos envasarlo y venderlo a precio de oro, como el silencio, pero, ¿quién lo posee? Oxígeno, ausencia. La pureza incontaminada, el vacío. La levedad sin contaminación, la nada. Lo primero sí, lo segundo no. Es una obviedad y sin embargo es tan fácil, se hace tanto, pagamos tanto por ello.
El recipiente debería ser hermoso. Azul, pero ya está utilizado para las botellas de agua y lo asociaríamos con ella. Ocupado el espacio publicitario por el líquido, me inclino por un rojo oscuro, burdeos tal vez, por su relación con la sangre. Algo así como: Oxígeno de prístina pureza, de los aires del K2, correrá por su torrente sanguíneo alimentando a las plaquetas, a los glóbulos rojos y a los blancos, acariciando las acumulaciones de grasa del hermoso colesterol de las carnes rojas regadas con buenos tintos de buenas añadas. Habría que desechar, sin dudarlo, a una hermosa modelo. Miles habría que preferirían a una Venus, con su sedoso cabello dorado movido por Clovis y Zéfiro, mostrando su excelso y níveo cuerpo. Sin embargo, no. Me decidiría por un paseo aéreo por los bosques y las montañas de Alaska. El Denali de los Atabascos. Aire. Oxígeno. Una pareja de avanzada edad en un impresionante estado de salud, el cabello blanco, lacio, la sonrisa perfecta, los ojos azules, mirándose -tan nórdicos, tan guapos, aun viejos-, mientras él respira la envasada esencia a través de un artilugio dorado y, echando la cabeza atrás, al tiempo que cierra sus ojos, se deja inundar por el torrente de oxígeno inspirado, entrando en una especie de éxtasis supremo que se traduce en una sonrisa beatífica, parecida, aunque no tanto, a la de ella, que le mira arrobada y esperando. Pensamiento zen concentrado. La suprema vacuidad. El excelso vacío de las altas montañas. Dios, o su acceso a él, envasado en una hermosísima botella roja de cristal. De cristal de Murano, por supuesto.
Quizás la concha de Venus pudiese ser su símbolo. Tal vez. Aunque no en amarillo, como hizo la Shell (demasiado nacional). Mejor en verde, por la complementariedad. Pero habría que buscar el tono adecuado que combinase con el de rojo. O un azul índigo, o ese azul intensamente hermoso del pesonaje de la izquierda de “La flagelación de Cristo”, de Piero de la Francesca.
Y mientras, el muerto ahí, impávido, muerto (qué remedio).
¿Qué hay detrás del espacio que ocupa un muerto? He de decir que si nos atenemos al hecho de la posibilidad de que las cuerdas energéticas de la teoría de cuerdas del multiverso fuesen reales, entonces, ¿qué habría detrás de los huesos de un muerto?, ¿y ese otro muerto, estaría muerto? ¿Habría un muerto tomando café, en cuyo caso...?
Y si no respira porque está muerto, claro, entonces, ¿para qué quiere el fabuloso producto embotellado en rojo cristal? De Murano, claro. Extraño.
Es un mundo extraño este, lleno de vértices y vórtices, de líneas, de oxígeno, de muertos. Es un problema, el de las ausencias tras de..., lleno de oclusividad e inclusividad.
He visto cómo hay hierros que penden de algunas partes del agujero hecho en un muro que se resiste a caer, roto por el golpear constante de martillos pequeños en manos pequeñas de cuerpos pequeños. Hierros como nervios muertos. De algunos salen hilos en gris pintados. Sobre los restos de estuco blanco se lee, a modo de epitafio: “...um schweizer, kase nouveau monde”. Estas tres últimas palabras bajo las otras.
Extraño aspecto el de las miradas que vagan en la acuosidad del absurdo para decir o no decir nada. ¿Y si rompiésemos un vértice? ¿Dos líneas rectas vagarían eternamente por el espacio en ausencias?
No sé qué hay tras los huesos de un muerto. Y quizás nunca llegue a saberlo. Tampoco importa mucho, creo.

18/2/12

Jano bifronte

Jano bifronte de Candelario

Como la lentitud de una hoja cayendo, en el cálido aire de un otoño soñado. Como la delicadeza del sonido que produce un suspiro. Como el alma de un violín herido por el desgarro. Así, casi con desmayo. Cada vez que adivino el sentido escondido de frases sin tiempo. En ti no hay caminos. El viento no lacera. Sé. Milenios de angustias, Jano. Y sé, también, qué hay en cada pupila un reflejo mientras la lluvia resbala mi rostro, y que el llanto perdido de alguien me aleja. El sueño es así. Y te veo en cada sonrisa que muestro, de ti, cada vez que lo haces, por mí. Tal vez para mí. Los regueros de angustia salina sellaron la paz. Ya es tiempo. Ahora sólo a ti miro, y lavo el siento de años, milenios tal vez. Tan lento que a veces...
En ti.
Cada tiempo es un tiempo pero este es el tiempo, mi tiempo. Por ti. Cada vez que te veo siento el rocío de vida que derramas en pétalos de agua. Apareces así, tan absolutamente natural, que sólo cabe estar, para ti.





14/2/12

En el Kaos

Hacia Grecia, nuestra cuna, sólo me cabe una palabra en este momento de Kaos, palabra griega, la de "compasión", del latín cumpassio, calco semántico o traducción del vocablo griego συμπάθεια (sympathia), palabra compuesta de συν πάσχω + = συμπάσχω, literalmente "sufrir juntos", "tratar con emociones ...", simpatía. Eso es lo que siento hacia Grecia y los griegos. Y ante cada una de las gotas que en forma de noticias nos llegan, sesgadas, apagadas, como s is de un serial ajeno se tratase, sólo eso me cabe la compasión, la simpatía.
Y aquí expongo algo más que esas noticias del telediario o de los periódicos, algo que se dice en las redes sociales y que no se cuenta, que se oculta, la otra realidad, la real, la realidad veraz y auténtica, mientras ocurren cosas como que dos héroes nacionales, Manolis Glezos, de 91 años, y Mikis Theodorakis, de 87, fuesen agredidos por la policía mientras participaban en las protestas pacíficas junto a decenas de miles de personas.
COMUNICADO DE INTEGRANTES DE LA MARCHA A ATENAS QUE ESTÁN ACTUALMENTE EN GRECIA: Los medios de comunicación internacionales han hablado de la noche pasada en Grecia. Han hablado de fuego, de caos, de violencia... Hablan de las 100.000 personas congregadas en syntagma, pero no de las 200.000 que realmente habia ni de las 300.000 que no pudieron llegar a la plaza porque las calles y el metro estaban bloqueadas por la policia. No han hablado de como la policia provoco el inicio de los disturbios a las 17:00 arrojando gases lacrimogenos, indiscriminadamente por toda la plaza Syntagma, dispersando a los manifestantes por todo el centro de Atenas, para que no molestaran frente al parlamento. Los medios han hablado de destruccion indiscrimanada, han hecho correr el rumor de que la biblioteca nacional de Atenas ardia en llamas. Falso. Han ardido bancos, cafeterias y tiendas, franquicias de las industrias multimillionarias que han llevado a Grecia a esta situacion, los medios hablan de jovenes antisistema, pero no hablan de mujeres y hombres ancianos con sus mascaras antigas mostrando su apoyo durante horas golpeando ritmicamente las verjas de los bancos y multinacionales con manos y pies, silbando y gritando en apoyo a las primeras lineas que resistian los embites de los antidisturbios en calles llenas de lacrimogenos y fuegos, aplaudiendo al ver las llamas en alpha bank y eurobank. Hablan de que la Violencia no arreglara la situacion en Grecia, pero no hablan de la asamblea inter-barrios que se celebro la pasada semana en la universidad de pantios, no hablan de que la ocupacion de la universidad de nomiki tenia como objetivo ser un lugar de intercambio y debate entre los distintos movimientos griegos, no hablan sobre los comedores libres y mercados de intercambio que se realizan semanalmente en los barrios. Lo que no dirán los medios, es que tras la última expropiación masiva en un supermercado, y la distribución de lo alimentos en un barrio obrero de Salónica, las viejas decían que no habían llegado a tiempo, que volviéramos a entrar, y aunque por el momento ellas no entren, saben donde está su gente. Lo que no dirán es que mientras caminábamos por un barrio obrero, en una pequeña manifestación lejos del centro, la gente asomaba a los balcones alzando el puño, y la manifestación multiplicó su afluencia, la gente bajaba de sus casas, se sumaba, las viejas asomadas aplaudían, los viejos... Joder, los viejos cantaban himnos, no entendía ni papa pero no os imagináis, nos os hacéis idea, y eso no lo dirán los medios, pero ya lo decimos nosotrxs. Aqui, en Atenas, saben que no estan solos, que toda europa sigue el mismo camino, lo que no saben es que estamos haciendo el resto de europa... si estamos haciendo algo el resto de europa. No estamos viendo solo el presente de Grecia, Estamos viendo nuestro futuro. Atenas 13-2-2012
Y, por último, algo del gran Theodorakis, tan conocido, tan hermoso, tan mediterráneo, tan nuestro, tan griego, como la antigua Grecia, como esta Grecia.

http://www.youtube.com/watch?v=hw-Sho4sxuQ

2/2/12

Dionisos

Ricardo Rodríguez García. "Dionisos y sus invitados"


Nunca los atardeceres fueron fruto de un espanto anunciado hace milenios. Quizá su luz, oblicua, lo fuera hace ya años, pero no ahora que los miro aquí sentado, prosternado más bien, derramando pensamientos en la acuosa visión de ese horizonte lejano, donde se diluyen los recuerdos, donde alguna vez hubo sonrisas o debió haberlas, si es que ellas no son sino entelequias imaginadas y tal vez deseadas.
Hubo un tiempo en que la luz no se quebraba. Era un tiempo de místicos y de ascetas. Hoy sólo quedan comerciantes.
Oigo el quejido de la mecedora en que descanso el cansancio de mis huesos, y el sonido de un cuco que ya no sale de ese reloj de pared que cuelga al lado y que lleva parado eternidades. Son sonidos tan familiares que apenas reparo en ellos, sólo de vez en vez lo hago por sentir los espacios. Quizás ni están y yo los llevo.
Las nubes ocultan ya el ocaso, o será la noche que de nuevo extiende su suave sueño. Otra noche de otro día, de otro año, ya de tantos. No hay suficientes muertos para el destierro.
Anoche te oí llegar, con tu lúgubre y fétido olor a muerto. Habéis sido tantas que no sé ni cómo respirar puedo. Y aquí sigo, aquí me quedo.
Reinventan a Apolo enterrando a Dionisos.

22/1/12

Escepticismo

La creación de Adán. Capilla Sixtina. Miguel Ángel Buonarotti


Llevo una racha con cosas así, de reflexionar sobre cosas, sobre la vida en directo, la palpable, y sus tristezas y sus estupideces. Ayer, mientras andábamos en esa multitudinaria manifestación en Alicante, de 40.000 personas, contra los recortes en Sanidad y Educación, de esta Administración Valenciana que ha dejada las arcas secas y la Comunidad en bancarrata, hablaba con unos amigos sobre la Ciencia, la pseudociencia y la estupidez humana. Y hoy he desayunado con este artículo, un poco largo, es cierto, pero clarividente y certero. Yo, es evidente, no podría exponerlo mejor, pero me sumo a lo que dice con la humildad y el respeto de un lego.

A continuación lo transcribo íntegro:


La fe del escèptico mueve montañas.

Si hubiese un método infalible y barato para hacer crecer el pelo, no habría calvos; si la baba de caracol eliminase milagrosamente las arrugas, la piel de todo el mundo estaría tersa como la de un bebé; si alguien pudiese adivinar el futuro, parece poco probable que desperdiciase su don en la madrugada de una televisión local; si cada avance tecnológico provocase cáncer, sería raro que la esperanza y la calidad de vida del ser humano no pare de crecer; si una civilización extraterrestre hubiese desarrollado la tremenda tecnología para llegar a la Tierra, quizás no se mostraría en exclusiva al tonto del pueblo.
La falta de información, las intuiciones erróneas, los intereses económicos, la superstición, el “a mí me funciona” o la propia condición humana provocan que millones de personas tengan fe ciega en fenómenos que no están probados científicamente. O, más allá, que van contra los fundamentos de la física y la química. Para combatir esto, en busca de un pensamiento crítico y racional, gana espacio el movimiento escéptico.
A muchos de sus integrantes no les acaba de convencer la etiqueta “movimiento”. Se dicen simplemente personas heterogéneas preocupadas por el triunfo de la sinrazón en muchos ámbitos de la vida. Y que dudan. Dudan cuando algo se les presenta sin datos que lo respalde, sin comprobación, sin rigor. En las últimas semanas, la presión de muchas de ellas ha logrado parar el avance de cursillos pseudocientíficos que se habían colado en varias universidades españolas. Gracias a la recogida de firmas en la Red consiguieron frenar uno en la de Girona que, con el título Salud y harmonía del hábitat, trataba temas como la radiestesia, que es la supuesta y mágica capacidad de los zahoríes para localizar agua. Ante la protesta de los internautas, el decano de la de Granada decidió anular los ocho créditos que se concedían por la asistencia al curso Constelaciones familiares, una teoría que asegura que “todos los miembros de la familia, incluyendo aquellos ausentes por muerte y separación, están energéticamente presentes en la estructura familiar y afectan a los otros”.

Estos y muchos más nutren el blog La lista de la vergüenza, de Fernando Frías, vicepresidente del Círculo Escéptico. En su página pretende sacar los colores a “colegios profesionales, universidades y organismos públicos que promueven la pseudociencia”. Basta un vistazo para comprobar que son muchos más los que prosperan que los anulados.
El éxito de la recogida de firmas no ha sido más que “un espejismo”, en opinión de Luis Alfonso Gámez, periodista científico del diario El Correo y autor de Magonia, uno de los blogs escépticos más veteranos en español. “Cualquiera puede reunir unas miles de firmas para casi cualquier causa. Está bien que hayan anulado esos cursos, pero no tiremos fuegos artificiales”, reflexiona.
Una de sus premisas para divulgar el conocimiento frente a la superstición es no ofender a quienes profesan determinadas creencias o a los que, simplemente, han sido engañados. “No se le puede decir a nadie: ‘Tú eres imbécil porque piensas que los espíritus se conectan contigo’. A todos nos engañan. No eres más tonto que la media, pero si no sabes de esto, vamos a hablar”, explica.

Cree que uno de los grandes errores del escepticismo en España es que no ha sabido comunicar, atraer con la misma intensidad que lo hacen los profetas del misterio. Él trata de aprovechar las oportunidades para ser didáctico: “Si sale uno diciendo que ha encontrado el arca de Noé, construye un discurso para contar por qué esto no puede ser cierto, cómo se escribió la Biblia, las leyendas de la época, y concluye que buscar el arca es como buscar la cesta de Caperucita. Pero no le digas a la gente que es tonta porque hay cosas que nos las vienen enseñando desde pequeños”.
Gámez ha sido el presentador del programa Escépticos, que durante los últimos meses se ha emitido en la ETB, la televisión pública del País Vasco. Aunque las audiencias en televisión han sido discretas, las sucesivas entregas se convirtieron rápidamente en lo más visto de la página web del canal autonómico. Su creador y director, José A. Pérez, quería abordar un programa de divulgación científica desde un punto de vista diferente de los que había en España. En cada uno de los 12 capítulos han escogido un tema, desde los alimentos transgénicos a la llegada del hombre a la Luna, pasando por la religión o la homeopatía. “Pensé que era una fórmula que podía funcionar en televisión. Le damos a la ciencia un antagonista: el creyente, el estafador. Era fácil hacer un programa en el que se reflejasen, entre muchas comillas, un bueno y un malo, siempre con la visión científica como predominante”, relata.
Uno de los problemas que Pérez encuentra en España es que los científicos son, según dice, “reacios a la divulgación, casi está mal vista”. Los más conocidos son otros, como Eduard Punset, el economista que dirige Redes, Ana Montserrat, directora de Tres14 en La 2, o los propios responsables de Escépticos, que tampoco son investigadores, sino un guionista y un periodista. Ambos han conseguido que Televisión Española se interese por el formato y que esté prácticamente cerrado un acuerdo para emitirlo en su segundo canal el año que viene. “Esto es realmente extraño. En el mundo anglosajón, quienes se encargan de esa labor son científicos”, dice. Pone el ejemplo de Richard Dawkins, biólogo que hace en la BBC el programa Enemies of Reason. Pérez reconoce que Escépticos es “una copia en barato” de este espacio.

El coordinador de la Cátedra de Cultura Científica de la Universidad del País Vasco, Juan Ignacio Pérez Iglesias, matiza que no se llega hasta el punto de que la divulgación esté mal vista, pero reconoce que “lo prioritario es la investigación”. “Es nuestra primera vocación y es la manera de progresar académicamente. Algunos desempeñamos la divulgación como un añadido”. Los investigadores basan su prestigio y su carrera, sobre todo, en las publicaciones en medios especializados. La Ley de Ciencia aprobada el pasado junio trata de animarlos a que dediquen más esfuerzos a la divulgación. Rosa Capeáns, directora del Departamento de Cultura Científica y de la Innovación de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (Fecyt), asegura que, cuando se desarrolle esta norma, la divulgación tendrá un impacto en la carrera de un investigador. Ahora se están articulando las fórmulas para evaluar esta actividad.
Hacer llegar el conocimiento generado por la ciencia a la sociedad es capital, según Pérez Iglesias, para inmunizar a la ciudadanía respecto a fenómenos paracientíficos. “Aunque no se puede generalizar, también me encuentro a científicos con extrañas creencias”, matiza. Internet puede tener un papel muy importante en esta divulgación y, de hecho, es uno de los focos de crecimiento del movimiento escéptico. Pero si se mide el impacto de la divulgación en comparación con el ocultismo y el misterio, por ejemplo, la batalla está claramente perdida. “La Red es un foco de pensamiento mágico terrible. Programas como Escépticos y blogs como Magonia están dando una batalla con algunos éxitos, como la retirada de cursos paracientíficos en algunas universidades. Generan un caldo de cultivo y con el tiempo cada vez seremos más los que vemos ese tipo de cosas como algo irracional, antiilustrado”, añade Pérez Iglesias.

Pero también hay mucho de convencer a convencidos. Quienes suelen acudir a los blogs escépticos son, muchas veces, personas de la misma cuerda. Es difícil llegar más allá. Por eso, Félix Ares de Blas, presidente de la Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico, prefiere los medios tradicionales. “A veces dicen que somos dictadores. No. Solo queremos que se nos oiga”, explica. Él es uno de los pioneros del movimiento escéptico, cuando este se basaba sobre todo en la lucha contra la creencia de que los ovnis visitaban constantemente el planeta: “Ahora a cualquiera le parece una idiotez, quien quiera que los crea, pero en los ochenta aparecían avistamientos en prensa con frecuencia. Igual que la telepatía”.
Las creencias populares evolucionaron y con ellas el movimiento escéptico. Decayeron las abducciones extraterrestres como en su día lo hicieron las apariciones marianas. Ahora hay una especial preocupación por las cuestiones que pueden afectar a la salud de las personas. “Si quieres ir al homeópata porque te sientes mejor, ve, aunque tenga el mismo efecto que el agua de Lourdes, porque muchas dolencias se curan con simple atención. Pero si te están tratando un cáncer no dejes la quimioterapia o la radioterapia que te ha prescrito el médico”, aconseja Ares de Blas.
Los medios de comunicación serían el vehículo ideal para afianzar la cultura científica. Pero muchas veces se dedican más bien a lo contrario. Y no solo por programas de entretenimiento que se basan en el espiritismo. En noticias puras y duras se cuelan, igual que en las universidades, supercherías con pátina científica que contribuyen a la desinformación.
En el blog Amazings, que reúne gran actividad escéptica en la Red, tienen una sección llamada Alerta magufo. Trata tanto de desenmascarar a charlatanes como de poner en ridículo a medios de comunicación que les dan cancha. Su fundador, Javier Peláez, reconoce que hay “mucha mala leche” en este rincón de su web. “Creemos que es una buena práctica dar un toque de atención a los medios porque mucha gente se cree lo que le llega desde ellos. Un problema muy grande es el de la equidistancia. Si hablas de videncia, no puedes tratar a las dos partes por igual. Es como si alguien dijese que la tierra es plana y lo confrontases con otro que asegura que es redonda”, relata.
Aunque es muy activo en su labor divulgadora en Internet, Peláez cree que es difícil que gente de cierta edad le coja el gusto a la ciencia: “Si te apasiona es porque desde pequeño a lo mejor disfrutabas con Félix Rodríguez de la Fuente o con la serie La vida es así. Ahora no hay nada de eso. La ciencia en España son documentales de leones a la hora de la siesta”. Aunque, por la misma regla de tres, también tiene la solución para cambiar el panorama a largo plazo: “Tendríamos que hacer como las religiones: inculcar las cosas a los niños desde el principio de sus vidas”.


Un comunicador estadounidense sostiene un plátano en un programa de televisión. Lo muestra como prueba de que el hombre fue creado, tal y como es hoy, directamente por Dios. Explica que cada una de las aristas del plátano fueron diseñadas por el todopoderoso para adaptarse a la mano humana y que, tal y como el hombre ideó las latas de refrescos con una pestaña para abrirlas, el creador del universo puso sobre la banana un apéndice para que los humanos pudiésemos pelarla fácilmente. Semejante espectáculo, que echa por tierra todos los estudios sobre la evolución y la antigüedad del universo (defienden que tiene solo unos miles de años), refleja la conciencia de un amplio sector de la población del país más poderoso del mundo, encabezada por algunos de los que se disputan la candidatura a la presidencia del Gobierno en el partido republicano. Los plátanos que comemos hoy, dicho sea de paso, son fruto de la manipulación del hombre.
El creacionismo es uno de los caballos de batalla de los escépticos. Lo suelen poner al mismo nivel de la astrología, los videntes, los médiums, los ovnis, el tarot u otro tipo de misterios similares. Pero por encima de todos ellos, sus preocupaciones principales están por lo general en los aspectos que pueden afectar a la salud y cómo los ciudadanos reciben información errónea. Estos son algunos.
» Terapias alternativas. El problema de estas terapias surge cuando un paciente abandona las que están probadas científicamente. Un caso célebre es el de Steve Jobs, el fundador de Apple, que decidió posponer la quimioterapia para su cáncer de páncreas para centrarse en dietas y tratamientos sin respaldo científico. Puede que hubiese muerto de cualquier forma, pero perdió unos meses valiosísimos para luchar contra su enfermedad.
» Homeopatía. Entre las terapias alternativas, es la que goza de más predicamento. Es frecuente que sea relacionada con la medicina natural, cuando el concepto es algo distinto. Fue inventada en el siglo XVIII, cuando el funcionamiento del cuerpo humano era casi desconocido. Se basa, a grandes rasgos, en que la sustancia que causa un mal, diluida en proporciones infinitesimales en agua, puede curarlo. Se venden soluciones que equivalen a poner una gota de sustancia en el océano y agitarlo. Los análisis muestran que no son más que agua, con glucosa o lactosa. La prestigiosa revista médica The Lancet determinó en 2005, tras revisar un centenar de artículos, que la homeopatía no tiene más eficacia que el placebo. Sin embargo, en España está presente en varias universidades y se estima que la recomiendan unos 10.000 médicos, de los alrededor de 223.000 colegiados.
» Ondas electromagnéticas. La radio, como otros tantos avances, llega por ondas electromagnéticas. No había calado la idea de que esto pudiese afectar al ser humano, pero con la proliferación de tecnologías como el wifi o los teléfonos móviles se está generando un gran negocio que asegura que estas ondas pueden causar enfermedades, cansancio o dolores de cabeza, algo que carece de fundamento científico con los conocimientos actuales. Recientemente, la Organización Mundial de la Salud incluyó a los teléfonos móviles como una posible causa de cáncer, en una escala que los situaba al mismo nivel que el café. Un estudio posterior publicado el pasado octubre en la revista British Medical Journal, el más extenso que se ha hecho hasta el momento, con un seguimiento de 350.000 personas durante 18 años, no halló ninguna relación entre tumores y uso de los celulares.
» Movimiento antivacunas. En 1998, un estudio halló una relación entre la vacuna triple vírica y la aparición de autismo en niños. Además de su falta de rigor, obvió un factor crucial: la edad en que se suministra esa vacuna y la de la aparición de los síntomas de este trastorno es la misma. El médico que promovió el estudio, Andrew Wakefield, tiene prohibido el ejercicio de la medicina en Reino Unido por sus prácticas deshonestas. Pero la idea caló. Hasta el punto de que hay movimientos de padres que se niegan a aplicar esta vacuna a sus hijos. En tres años, los casos de sarampión se han cuadruplicado en Europa, según el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades.


20/1/12

Borregos; borregos eternamente apaleados.

Albert Charpin. Pastora con ovejas



En el siglo XVII pasaban estas cosas en el gobierno de Francia, y como es lógico en cualquier otro gobierno. Cuatrocientos años después todo sigue igual, nada cambia. Siguen haciendo lo mismo y seguimos comportándonos igual. Doscientos años de lucha obrera no han servido de nada; todos los esfuerzos de esos luchadores, todas sus vidas dadas y entregadas, todas las ilusiones, todas sus conquistas nos las quitan una a una y callamos como borregos. Somos lo que decía Mazarino a su misnistro de Hacienda. Así nos va y así nos irá. Quizá sea eso lo que nos merezcamos, por borregos, si seguimos callando y aguantando.


Para los que piensan que debemos "jodernos", que no debemos quejarnos, que debemos aguantarnos, y para los que piensan que debemos hacer lo contrario y debemos decir y hacer algo, entre los que me encuentro, ahí va esto:



Colbert: Para conseguir dinero, hay un momento en que engañar al contribuyente ya no es posible. Me gustaría, Señor Superintendente, que me explicara cómo es posible continuar gastando cuando ya se está endeudado hasta el cuello...
Mazarino: Si se es un simple mortal, claro está, cuando se está cubierto de deudas, se va a parar a la prisión. ¡Pero el Estado...! ¡Cuando se habla del Estado, eso ya es distinto! No se puede mandar al Estado a prisión. Por lo tanto, el Estado puede continuar endeudándose. ¡Todos los Estados lo hacen!
Colbert: ¿Ah sí? ¿Usted piensa eso? Con todo, precisamos dinero, ¿y cómo hemos de obtenerlo si ya creamos todos los impuestos imaginables?
Mazarino: Creamos otros.
Colbert: Pero ya no podemos lanzar más impuestos sobre los pobres.
Mazarino: Es cierto, eso ya no es posible.
Colbert: Entonces, ¿sobre los ricos'
Mazarino: Sobre los ricos tampoco. Ellos no gastarían más y un rico que no gasta, no deja vivir a centenares de pobres. Un rico que gasta, sí.
Colbert: Entonces, ¿cómo hemos de hacer?
Mazarino: Colbert, ¡tú piensas como un queso de Gruyere o como un orinal enfermo! Hay una cantidad enorme de gente entre los ricos y los pobres. Son todos aquellos que trabajan soñando en llegar algún día con enriquecerse y temiendo a los pobres. Es a esos a los que debemos gravar con más impuestos..., cada vez más..., ¡siempre más! A esos, ¡cuánto más les quitemos, más trabajarán para compensar lo que les quitemos! ¡Son una reserva inagotable!




Toda una lección para inútiles, para estúpidos. Toda una lección de la Historia, esa ciencia que no sirve para nada, que no enseña nada.

10/1/12

Wang

Pierre-Paul Prou´dhon. Un Céfiro joven

Trato de dar explicaciones del viento, también al viento, y a mí mismo tal vez, no sé. Pero no hay un entiendo, y no deja de soplar y es gélido y envuelve abrazándote y te deja helado, y no quiero, y no puedo, y me lo niego.
No soy un iconoclasta, pero si un libertario. Yo no negocio, y no comercio en este mundo absurdo y que amo tanto sin embargo, donde todo es agua, comercio, canje. Yo soy otro.

3/1/12

Cuando éramos reyes

Guillermo Pérez Villalta. Diana y Acteón


Comenzó a contar sus pasos de nuevo, despacio. Al llegar a quince se quedó parado. No sabía seguir. Volvió hacia atrás. Comenzó de nuevo. Uno, dos... En el quince se repitió el hecho. Estaba en blanco. No recordaba cuántas veces le había pasado eso ya, de forma consecutiva.
Llevaba así desde que era pequeño, desde que recordaba. No sabía cuánto ya de aquello. Una eternidad sin duda. Sí, una eternidad. Tres mil millones de años tal vez. Una locura. Y solo, siempre solo en aquel diminuto espacio donde había sido desterrado por no recordaba, tampoco, qué, ni por cuánto tiempo.
Volvió sobre sus pasos y comenzó otra vez. Uno, dos...