21/5/11

Los tiempos están cambiando

¿No es un buen momento para esta “vieja” canción de Bob Dylan?:

Los tiempos están cambiando
Venga la gente de alrededor, reúnanse, dondequiera que estén,
y admitan que las aguas han crecido a su alrededor
y acepten que pronto estarán calados hasta los huesos,
si creen que su tiempo es digno de salvarse,
será mejor que comiencen a nadar o se hundirán como piedras
porque los tiempos están cambiando.
Vengan escritores y críticos que profetizan con su pluma
y mantengan los ojos bien abiertos, la ocasión no vendrá de nuevo,
y no hablen demasiado pronto pues la rueda todavía está en giro
y no ha nombrado quién es el elegido
porque el ahora perdedor será más tarde el ganador
porque los tiempos están cambiando.
Vengan senadores, congresistas por favor, oigan la llamada
y no se queden en el umbral, no bloqueen la entrada,
porque resultará herido el que se haya opuesto,
hay en el exterior una batalla furibunda,
pronto golpeará su ventanas y crujirán sus muros
porque los tiempos están cambiando.
Vengan padres y madres de alrededor de la tierra
y no critiquen lo que no pueden entender,
sus hijos e hijas están fuera de su control,
su viejo camino envejece rápidamente,
por favor, dejen paso al nuevo si no pueden echar una mano
porque los tiempos están cambiando.
La línea está trazada y marcado el destino
los lentos de ahora, serán rápidos más tarde
como lo ahora presente más tarde será pasado,
el orden se desvanece rápidamente
y el ahora primero más tarde será el último
porque los tiempos están cambiando.


Me gusta esta versión de la canción:
http://youtu.be/YcOY-C76mbU

16/5/11

Naturaleza muerta

Pieter Claesz. "Naturaleza muerta"

Una mosca está posada sobre el cristal de la ventana; se limpia las alas con las patas traseras, ajena al mundo -al mío-, impidiéndome ver parte del follaje de un árbol de la calle (mera cuestión de perspectiva). Mira en el plano del cristal. No sé qué mira con esos ojos tan alejados de los míos. Es un mundo extraño el de las moscas. El de las hormigas no me lo parece tanto; muy organizadas, con cierto parecido a éste donde habito, pero el de las moscas... asaz extraño.
Pela la naranja como si de un acto místico se tratara, como si formase parte de la liturgia religiosa de una secta minoritaria, recién escindida, perseguida. Levanta la mirada de vez en vez, para evitar ser sorprendida en ese amoroso acto previo a la comunión. Chupa con fruición un gajo.
Hace viento fuera. Ligeramente fuerte. No molesta. Suaviza, por otra parte, el sol que quema. Me gusta la primavera de esta tierra, me recuerda los finales de agosto de la Provenza, aunque falta el sonido de las cigarras. El azul del cielo es intenso. El aire huele distinto, denso. Matices de un olor espeso. Apenas el sonido de algún ave, de apenas coches, casi todo es silencio, sólo mirada.
Un llavero escueto sobre la mesa, de metal, sencillo, que encierra llaves. Casi perfecto. Plano. Cuatro lados que delimitan una calavera fumando, sobre fondo negro. Ese van Gogh de aprendizaje, uno de sus humores. Abruma la sencillez del metal gris, sus precisas formas. El pequeño cable de trenzados hilos de acero que une los agujeros de las llaves. Las tenues formas de la simplicidad de la belleza sobre un libro de tapas rojas y pequeñas letras blancas (Ángel Bahamonde. Extraño juego de palabras. Qué curioso es el lenguaje, y divertido si sabemos jugar con él). La mesa verde, casi apagada. Triste. Hay, sobre ella, en la otra esquina, un vaso de plástico, horrible, de un blanco raspado, opaco. Letras rojas, y el logotipo de un sindicato (no podía ser de otra forma. La dilución, en ese aspecto, aún no ha llegado). Un clip en el borde; dos lápices, de color verde, dentro, y un bolígrafo mordido. Un asa tiene, en forma de oreja extraña.
Papeles blancos y letras negras. Un libro en otro idioma, sobre ellos, hace las veces de pisapapeles. La pasta gris. Escuálido, promesa de un vacío interior. Cuatro jóvenes dibujados, dos de cada sexo, en esa tapa. Los de en medio coloreados. Estética de cómic, de cómic depresivo, y deprimente. Guapos, esbeltos, bien vestidos. Idiotas e idiotizados. Recomendado libro de lectura de alguna vaciada asignatura.
La mosca se ha ido, sin duda huyendo de este espacio, de este Centro, buscando la vida en su extraño mundo. Tal vez sea la mejor opción, porque éste no es sino una naturaleza muerta. Y bien muerta, apostillaría.

10/5/11

Zooropa station

Supongo que fui joven alguna vez; y es que, cada vez que me veo en una fotografía -es un tormento el hecho digital- que me hayan hecho, es esa la cuestión que me asalta. Es impúdico, lo sé, casi venéreo, pero ahí está.
No me ocurre lo mismo con el espejo. Es un objeto amigable. No esputa al reflejarme. Me miro cada día, al levantarme, y la imagen reflejada es la misma que la de hace una eternidad, que la de cada día de cada mes, de cada año, de cada vida.
Soy el mismo, y sin embargo...
Es un desasosiego calmo en el que quedo quieto, casi yerto diría, si no fuera porque ando.
No es la arruga lo que me preocupa sino el hecho, aunque más en sí que el hecho mismo; la sorpresa que produce; lo insólito de la instantánea, no el reflejo; y tal vez, pero esto es ya casi un pecado, incluso el solo hecho de mentarlo, las tristezas arracimadas en los surcos, como a oscuras.
Y tras ese tráfago me pregunto, como si estuviese en un deceso, si quien soy es el reflejo de quien he sido y ese reflejo es lo reflejado... ¿quién he sido? ¿Pura deriva existencial?
Pareciera, sin embargo, el pensamiento, si lo hubiese, de un soldado, en el gris campo de batalla, embelesado ante la furia de la nada, ante la ausencia, incluso, de la muerte.
Aunque, en el fondo, he de decirlo, esto no es sino pura pirotecnia verbal, y tal vez sin sentido; y tal vez un homenaje, aunque no sé a qué o a quién, ni por qué. Zooropa.

1/5/11

Ad eternum

Se levantó y se miró al espejo. La misma triste y desangelada imagen de siempre.
No puedo más, gritó en silencio, al tiempo que giraba levemente la cabeza hacia atrás.
Vuelve de una vez, dijo una voz aguda desde el otro lado de la puerta.
Ya voy, le contestó él.
Suspiró. Apagó la luz y volvió sobre sus pasos.