Amsterdam. Fotografía propia.
Hileras de chopos acompañan los canales que cuadriculan los campos verdes, de pasto, moteados de ovejas y, a veces, vacas, y en cada cuadrícula una pequeña granja de ladrillo. La inmensidad plana. Diría, si no lo supiese y supiese a ciencia cierta que observo desde la ventanilla de un tren, que estoy ante un cuadrote Brueghel. Es ese paisaje holandés tan visto en él y que se repite ahora ante mis ojos. La inmensidad plana de Ámsterdam a Maastricht.
Es un país ordenado, salvo Ámsterdam, la rareza, y aun así, ésta, con orden dentro del desorden (quizás ahí radique el encanto. Todo es bajo, lineal, recto, absolutamente armónico. Casas, campos, cielos, canales, personas.
Y sus fisonomías parecen que se han estancado en el tiempo. Son los retratos de Hal, de los Primitivos Flamencos, de Rembrandt. Su carácter se encuentra en las caras de los descendientes. Una espada en una mano y una jarra en la otra. Un alto para celebrar, para la risa. Rostros reservados, pelo rubio, lacio; ojos alegres, claros; sonrisa franca. Son altos, rápidos, amables, calvinistas reformados, holandeses de hoy, y de siempre.
Es un país encantador, mezclado, ávido de lo de fuera, deseoso de experiencias. La inmigración le ha dado ese toque que lo distingue y ellos lo han tomado y apreciado. Lo usan, aun sin entrar en su profundidad.
Son como su arquitectura, de grandes ventanas, abiertas a la vista del exterior, buscando el sol, buscando la luz, queriendo mostrarse y mostrar. Moral calvinista.
Verde. Holanda es verde. Y agua. Holanda fluye por canales. Holanda es verde y agua. Y bicicletas, claro; es un país hecho para ellas.
Hay una paloma en el andén, en Vatrek, mientras espero que arranque de nuevo, con esa forma tan peculiar que tienen de moverse, buscando restos.
Los tópicos y los típicos también están, se ven, pero son otra cosa, y para qué aquí si…
Es un país ordenado, salvo Ámsterdam, la rareza, y aun así, ésta, con orden dentro del desorden (quizás ahí radique el encanto. Todo es bajo, lineal, recto, absolutamente armónico. Casas, campos, cielos, canales, personas.
Y sus fisonomías parecen que se han estancado en el tiempo. Son los retratos de Hal, de los Primitivos Flamencos, de Rembrandt. Su carácter se encuentra en las caras de los descendientes. Una espada en una mano y una jarra en la otra. Un alto para celebrar, para la risa. Rostros reservados, pelo rubio, lacio; ojos alegres, claros; sonrisa franca. Son altos, rápidos, amables, calvinistas reformados, holandeses de hoy, y de siempre.
Es un país encantador, mezclado, ávido de lo de fuera, deseoso de experiencias. La inmigración le ha dado ese toque que lo distingue y ellos lo han tomado y apreciado. Lo usan, aun sin entrar en su profundidad.
Son como su arquitectura, de grandes ventanas, abiertas a la vista del exterior, buscando el sol, buscando la luz, queriendo mostrarse y mostrar. Moral calvinista.
Verde. Holanda es verde. Y agua. Holanda fluye por canales. Holanda es verde y agua. Y bicicletas, claro; es un país hecho para ellas.
Hay una paloma en el andén, en Vatrek, mientras espero que arranque de nuevo, con esa forma tan peculiar que tienen de moverse, buscando restos.
Los tópicos y los típicos también están, se ven, pero son otra cosa, y para qué aquí si…
2 comentarios:
Certero y bello viaje a Holanda a través de tu observadora mirada, Diego.
Un placer leerte siempre.
Un beso.
El place, siempre, es mío, de leerte aquí, y en tu sitio.
Un beso
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