16/2/10

Diario de la estupidez suprema. Añadido I

Entre la pena y la nada elijo la pena, escribe Faulkner en “Las palmeras salvajes”. Y entre la estupidez y la ignorancia me quedo con ésta última, pues la ignorancia tiene cura pero la estupidez es eterna y no tiene límites; y si añadimos ambas, es un cóctel tal que más vale estar a resguardo, pues puede acabar con cualquiera. Lejos de mí, porque como dijo Camus, la estupidez insiste siempre y acaba convirtiendo a quien la roza en uno de sus acólitos. Pero hay personas que les gusta o necesitan rodearse de ella, de la estupidez, o de la tontez. Las razones… que cada cuál busque las suyas, si es que no tiene miedo de entrar en la verdad de uno mismo. Tal vez el deseo de tener amigos, el miedo a la soledad. ¿Y qué decir al respecto? Excluyamos las respuestas de los pseudo filósofos de tres al cuarto dedicados a crear frases vacías revestidas de apariencia pero llenas de puerilidad, la de los escritores autoayuda y demás caterva, y fijémonos en los grandes, en los sabios de verdad, en la filosofía. Decía Baroja, y decía bien, sin duda, que sólo los tontos tienen muchas amistades, y que el mayor número de amigos marca el grado máximo en el dinamómetro de la estupidez. Si se le añade la de un gran filósofo como Demócrates, creo que la cuestión queda cerrada en ese sentido. Decía que la amistad de una persona sabia es mejor que la de todos los tontos. Mejor alejarnos de ellos, que no reprobarlos, pues de ellos sólo se puede aprender a no ser tonto o a no ser estúpido, y lo peor que nos puede pasar al estar con ellos es que acabemos convirtiéndonos en seres como ellos, tontos y estúpidos. ¿Hay mayor mal en esta vida? Y en el mundo abundan. Son como una plaga, pues todos lo que parecen estúpidos lo son, y la mitad de los que no lo parecen también lo son. Pero como no podía ser de otra manera, hay algo peor, y es lo que decía Luther King, que no hay en el mundo nada más peligroso que la ignorancia sincera y la estupidez concienzuda. Y así va el mundo, un mundo en que los primeros defienden a los segundos por razones de no se qué; ensalzándose estos y perdiendo la dignidad aquellos. Triste sino el de los tiempos. Pero ¿qué hacer? Nada, absolutamente nada, pues nada se puede hacer. No hay más ciego que el que no quiere ver, y eso es ignorancia sincera o estupidez concienzuda. Ciegos en un mundo de ciegos. ¿Qué se puede hacer? Nada, pues hasta los dioses luchan en vano contra ella. Dejarlos a su merced y que se revuelquen en su podredumbre, como los cerdos que hozan en su propia porquería. Los que se regodean de estar ahí… Y los que no quieren salir por sus propias incertidumbres y sus miedos… Conozco casos en uno y otro sentido, muchos y variados, algunos ya relatados. Tal vez, más adelante, cuente alguna historia singular en ese sentido. Ahora sólo quiero descansar, leer un buen libro y mañana, con suerte, tener una buena conversación; el resto vendrá por sí solo. En unos días ascender otra vez una pared, saborear ese placer; quiero un buen vino para beber; y en unos más viajar, viajar en el mejor sentido de la palabra, Guatemala, México, sus volcanes, sus selvas, sus gentes, su cultura, mirar, aprender, ser; y más, mucho más. Vivir, fuera de esa estupidez general. Entre la pena y la nada me quedo con la pena, como Faulkner, porque forma parte de la vida, indisoluble. Pero hay más, sé donde está, sé buscarlo, sé vivir y, aunque cuesta, es por ahí por donde hay que ir, fuera de masas, de estúpidos, de tontos, de ciegos en este mundo de ciegos en que vivimos.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

He estado pensando en ti

Anónimo dijo...

Espero que bien. Es agradable que alguien piense en uno, pero... no sé quién eres; podría hacerme una idea, pero no quisiera equivocarme, y aquí he tenido algunos problemas en ese sentido. No quisiera hacerlo. Un placer que lo hagas, es muy agradable, como ya te he dicho.
Diego

Pandora dijo...

Todo se pega salvo la belleza. Una auténtica pena.

Anónimo dijo...

Una gran pena, María. El sino de los tiempos. Espero que hayas disfrutado de los carnavales de tu tierra.
Besos.
Diego

Pandora dijo...

jaja! los carnavales me están succionando la vida. estamos trabajando para pagarnos el viaje de fin de carrera y bueno, todas los fines de semana tenemos una mezcla entre trabajo y fiesta brutal. Necesito dormir...

Un beso!

Anónimo dijo...

No la vayas a perder, María, tienes que hacer el viaje, y para eso hay que vivir. Sie es que son mucho esos carnavales. Así es que a dormir.
Otro para ti.
Diego

Eugenia dijo...

Mi querido "profe" (muaaá):
Si Baroja decía eso, y la estupidez o la ignorancia se miden por el grado de amigos... qué afortunada soy de tener tan pocos y tan escogidos.
Y aún mucho más poder considerarte uno de ellos después de haberte encontrado en este mundo virtual donde hay tanto de todo ello y tan poco de sustancia.

Sigo aquí, en el silencio y la distancia, pero muy cerca.
Muchos besos. De los míos que son tuyos.

Eugenia.

Anónimo dijo...

Qué mala, Eugenia. Menos mal que va con beso, que si no...
Coincidimos en eso. Debe ser que Baroja nos quería mucho, o pensó en nosotros para no dejarnos mal. El placer, y la suerte, son míos.
Te noto, y te siento. Y es profundamente agradable.
Agradecido por ellos y para ti iguales, como esos que siento.
Diego