26/2/10

Importancias

Cuanto más se lleva a la montaña más nos devuelve ella. Entonces, ¿por qué no nos toca las entrañas el acomodamiento? Deberíamos, siempre, hacer un análisis, aunque fuese somero, de nuestra realidad. Para la mayoría, que suele pensar que tiene una vida placentera, la estrategia más habitual es el olvido y la ignorancia. Su dogma es el mantenimiento de su estatus, su simple estar, y la distracción en la simplez como huida. No cambiar para que nada cambie. Nos conformamos ahí, en la nada, en la abulia.
Parece, a veces, que nos tomamos el existir a broma, y necesitamos de la desgracia, de la tragedia, para convertirla en un asunto serio. Y es que nuestro espíritu es demasiado inseguro para detectar lo que pasa, lo que siente, lo que quiere; para detectar la verdad, lo que de verdad importa.
Decía Ortega que “yo soy yo y mis circunstancias, y si no las salvo me pierdo con ellas”. Hoy, ahora, lo que cada uno piensa, lo que cada uno siente, lo que cada uno percibe, termina siendo nuestro mundo. No hay más. No hay más realidad que nuestra única y exclusiva experiencia de la realidad. Y en ella o para salir de ella o para estar en ella, nos valemos, en la mayoría de las ocasiones, de la nada, de la repetición de hechos simples que no quiebren esa vulgar apatía. ¿Por qué sufrir una vida de búsqueda si nos podemos inventar otra en la que no ocurre nada, en la que hay vacío que no incomoda? Pero esa no es la realidad, ni es la vida. No queremos afrontarla, vivirla con toda su intensidad, con todo lo que tiene, con sus luces y sus sombras, con sus alegrías y sus tristezas, con su placer y su sufrimiento, con lo que nos da, salvando, modificando esas circunstancias, luchando por lo que merece la pena luchar, removiéndonos las entrañas, lo que no merece la pena, analizando la realidad, sintiendo la vida como lo que es, un regalo; intentando modificar esas circunstancias para evitar sus sombras, para conocer, para recrearnos en la belleza, buscando, conociendo, creciendo, viviendo, evitando el acomodamiento, analizando nuestra realidad y las circunstancias que la rodean, eliminando así, sabiendo, esos hechos y actitudes que las provocan. Cuanto más llevemos a la montaña más nos devolverá ella. Cuanto más le demos a la vida más nos devolverá ella. Cuanto más obsequiemos a los demás más nos devolverán (algunos, también es verdad). Si sabemos mirar nos encontraremos, encontraremos, obtendremos. Tal vez así seremos un poco más felices. Pero, ¿quién mira de verdad?, y ¿quién se mira de verdad, a conciencia, con conciencia? La felicidad está en las pequeñas cosas, en los pequeños momentos, en las miradas, en los colores, en los olores, en la suavidad de las cosas. Ahí y no en el mundo ideal, en la búsqueda de la Felicidad. Y desde luego, donde no está es en el vacío, en la nada, en la superficialidad, en la mediocridad, en la huida.

6 comentarios:

Pandora dijo...

Oh! me encanta! estoy completamente de acuerdo contigo. Está claro que quien quiere ver, ve, y quien no quiere, no ve. Por eso la felicidad no es cuestión sólo de suerte, hay que buscarla un poco. Es verdad que a veces la vida es un poco perra y, por más que buscas, no encuentras, pero también eso debería hacer que nos planteemos que tal vez no estamos buscando en el lugar adecuado.

¿Trabajar para vivir o vivir para trabajar? Me encantaría poder decir que vivo para vivir.

Busquemos, amigo. Encontraremos ;)

Un abrazo!

Anónimo dijo...

Hola!

Esto me suena a lo que hablamos. El escrito anterior me gusta mucho. ¿Como estas?
yo, ya te contare.
besos!


*LLUM*

Anónimo dijo...

Sí, estoy contigo, María, en lo de que quizá buscamos en el lugar inadecuado, y quizá deberíamos buscar, mirar, en otro lado.
Sin duda que tú lo haces, vivir para vivir. Difícil, pero ahí es donde se es.
Si buscamos desde la verdad, con la verdad, sin duda que encontraremos.
Un abrazo para ti.
Diego

Anónimo dijo...

Hola guapa. Algo de eso hay, de lo que hablamos, sí. Me alegra que te gustase el otro también.
Estoy bien, ¿o te refieres a mi acompañante dolorosa? También bien de eso.
Ya hablamos y me cuentas.
Un beso.
Diego

Ruth Carlino dijo...

Intensa reflexión, ya sabes que yo tiro por ese mismo camino, el de huír de superficialidad y vestirme con otras prendas diferentes a las que la sociedad quiere imponerme. Y el precio a pagar, alto como siempre, ser un ser marginal, incomprendido y la soledad, que aunque te acostumbras a ella y aprendes a apreciarla, a veces te da unos latigazos mortales. Pero en fin, soy libre y elijo, así que no me puedo quejar.

Tú entrada ha inspirado la mía de hoy, espero que no te moleste que compartamos tema aunque con estilos diferentes.

Besitos.

Anónimo dijo...

Lo sé, Ruth, lo sé, y eso está bien, a pesar de esas cosas; pero como bien dices es una elección personal, y eso es lo que cuenta, si al final compensa, no hay más.
Cómo va a molestarme, al contrario, un placer y un honor. Ahora después le echo un vistazo lento.
Un beso.
Diego