1/3/08

El suave influjo de la Luna

Cuando te adormeces bajo el suave influjo de la Luna, y en la lucha que mantenemos dejas caer esa gota que hace que me llegue tu sueño, como si esa gota salina cayese a un vaso de agua eterna, elevándose con cadencia hacia arriba para volver a caer y romper las ondas que se propagan por la superficie, entonces es cuando soy. Y es por eso que la noche es brillante y tu piel me viste de terciopelo negro cuando sigues el camino y no te dejas desviar por las simples apariencias. Y eres entones. Sólo entonces. No hay más.
El beso suave de la noche llena la tristeza que traspasa el alma y abre las puertas de los sentidos como el agua que desliza por tus dedos cuando te mesas los cabellos mojados bajo la lluvia. Me enseñas a base de sorpresas. De acuerdo. No hay problema. Te escucho y sé que cual es el camino. Nada que pueda sorprenderme fuera de ti. En ésta, la noche brillante, en la que cruzamos la frontera de lo imposible, tan sólo puedo decir cosas como que tu camino es el verdadero. La vida fluye en ti, a través de ti, si la dejas, y me convierto en acólito de esa religión que refulge y quiero vestirme con tus vestidos y coronar la cima de tus deseos. Siento que la verdad está ahí, por eso después de abrir la puerta no hay ruidos y sólo la música me indica el camino que debo seguir con una cadencia apenas perceptible pero que me hace sentir como una mantis que se acerca vestida de verde turquesa enseñando cómo. Y me dejo. De acuerdo. Si tu camino es el que se debe recorrer lo haré vestido con tu piel terciopelo y que la melodía del halo lunar me recorra el espinazo dibujando mi cuerpo en ondas que no pararé. Vestido de ti haré de esta noche una noche infinita, una noche brillante. Y tú refulgirás en mí. Te coronaré con la más preciada gema que nunca haya podido existir. Negra tal vez como el terciopelo. Azabache. Y la muerte será ese final hermoso del que no querremos salir para no despertar y poder morir así. De una forma brillante.
Cuando te adormeces bajo el suave influjo de la luna y dejas caer esa gota, todo es posible, todo es radiante, todo es brillante, como la noche. Sólo un problema. La Luna a veces no sale de noche. Se oculta. Como esta noche. Cuando miras y esperas verla pero se niega a tu vista y no se deja. Es la mentira la que duele. Es cuando se eclipsa. Y entonces, sólo entonces, ves que todo no es sino negro, pero el otro negro. Y la noche brillante se apaga, y sólo deja cadáveres yertos y un triste lamento. No hay nada peor que la ocultación y la media verdad, que la utilización, para apagar el brillo de las cosas que son. Extraña verdad. La verdad de la vida no tiene sino el fin de mostrar el final. De acuerdo. No hay problema. Te escucho aunque no me hablas. En la ocultación se leer. No soy un necio. Aun adormecido bajo el suave influjo de la Luna, veo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué cosa tan bonita

Diego Jurado dijo...

Gracias.