2/6/08

Deja que el viento. Como el viento.

Si quieres, ahora, moriré en ti; pero si quieres, espera, y deja que haga de esta noche la noche, vertida de estrellas que rodearán tu rostro y recrearán la luna y serenarán tu alma. Si quieres, aguarda, y haremos de esta noche la noche brillante, la noche de tantas promesas suplicadas en paciente espera y nunca entregadas. Déjame estallar en mil colores. Déjame entregarte el alma. Deja que muera. Permítele a la noche hacer que sea la última. Derramarse negra. Azabache. Llevarme dentro. De ti. Alejarme fuera. Morir lento. Con la suave cadencia que la brillantez de esta noche permita. Abrazaremos la vida. Nos pasearemos en ella. Beberemos el cáliz del pecado sagrado. Leeremos el Evangelio de lo sublime. Viviremos en la brillantez de esta noche creada para sentirla, como ninguna. Quizás sólo una. Quizás la última. Pero permite que me meza en ella. Déjame arder en los fuegos. Entrar por las rendijas del viento y sentir como solo él puede hacerlo. Lamiendo. Dejando que mil colores me pinten y me despojen del negro. Dejando que la luz me abrace. Déjame hacer de esta noche una noche brillante. Creyendo. Creyendo en mis palabras. Dejando fuera el miedo. Acabaremos con los mentirosos y, por una vez, por una inmisericorde vez, si crees en mí me iré lento. Cree y serás salva. Cree y te ensalzaré más allá de cualquier Dios. Ven y dame tu noche y te juro por los más adentros que haremos de esta noche una noche brillante. Nos verteremos y explotaremos en millones de burbujas de oro y diamante. Déjame hacer de esta noche la noche. Ya no hay espera. Y mañana sólo la vida. Si quieres, ahora, moriré en ti; pero si quieres, espera, y moriré, en ti, lento, pero viviendo. Muy lento. Así lo quiero.

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