6/4/09

El Nacimiento de Venus. De Florencia a Sevilla. La Primavera

Gota a gota despedía el tiempo. Un tiempo que pudiera parecer ausente, vacío, silente, pero que no lo era. Al contrario. Era un tiempo…
Hay veces que te encuentras con la mirada y con la sonrisa que te proporcionan un momento, un alto, en el cual pararte a descansar y dejar que el alma se recupere del dolor o del hastío, del paso y del poso que en algún otro momento y en algunas situaciones, la realidad te clava como dardos que impiden a los ojos sonreír y obtener, de la vida, la belleza que hay en ella.
Había de ser Florencia. No podía ser en ningún otro sitio. Repetía el camino hecho como un Vía Crucis, dos años antes, en el mismo tiempo, con los mismos pasos, aunque diferentes actores. Sólo él el mismo, dos años después. Y ella en el recuerdo, en el silencio. Sólo la melancolía rellena esos huecos. No se la negó. Y retornó a ellos. Revivió los recuerdos en una especie de calor amargo que quiso beber, obligándose. Fue como un altar hecho para inmolar el pasado y pedir a algún dios silencioso algo que no sabía muy bien qué era. Se vio. La vio. La miró y se recreó allí, en él, en el silencio de la memoria. Siempre serio. Preciso y precioso el recuerdo de aquel momento que fue tan vivido, tan sublime. Escuchaba a U2 y lo repetía hasta la saciedad.
The moment of surrender.

I tried myself with wire
To let the horses run free
Playing with the fire
Until the fire played with me
The stone was semi-precious
We were barely conscious
Two souls too cool to be
In the realm of certainty
Even on our wedding day
We set ourselves on fire
Oh God, do not deny her
It’s not of I believe in love
But if love believes in me
Oh, believe in me
At the moment of surrender
I folded to my knees
I did not notice the passers-by
And they did no notice me
I’ve been in every black hole
At the altar of the dark star
My body’s now a begging bowl
That’s begging to get back,
begging to get back
To my heart
To the rhythm of my soul
To the rhythm of my unconsciousness
To the rhythm that yearns
To be released from control
I was punching in the numbers at the ATM machine
I could see in the reflection
A face staring back at me
At the moment of surrender
Of vision over visibility
I did not notice the passer-by
And they did not notice me
I was speeding on the subway
Through the stations of the cross
Every eye looking every other way
Counting down ‘til the Pentecost
At the moment of surrender
Of vision over visibility
I did not notice the passer-by
And they did not notice me.

Y se propuso no hablar, sólo sufrir, aunque no era la palabra. Revivir para…, volver para…, ahondar en la memoria para… Las circunstancias siempre son las que son y no otras.
Se rompió el grupo por la necesidad y tuvo que hablar, muy a su pesar, explicar, enseñar el Arte, revelar la belleza, los elementos que enriquecen el alma y que, el artista, esconde y muestra para el que sepa entrar y degustar, desentrañar y beber. La Galería de los Ufizzi. Contrapuso el pragmatismo romano, el realismo, lo italiano, frente a la armonía ateniense, el idealismo, lo griego. Venus, el amor, el sexo, la iniciación al camino, la seducción, la mirada, las manos que tapan y descubren.
Se mostraba, él también, como era. Sus ojos, sus manos, sus palabras, la modulación, todo lo que era, un amante de la vida, de la belleza, un esteta, una persona que vivía la vida con una pasión desbordante, con delectación, que la daba, que la entregaba a manos llenas, que la tomaba, que buscaba.

-Perdona… ¿Te importa que vayamos con tu grupo? Es que te hemos oído hablar en español y…
-Qué va. En absoluto.

Y la mirada, la sonrisa que se te da, que reconoces pero que, a veces, como ahora, te niegas, estaba ante él. Incredulidad. La reconoció…
Explicó a Eros tumbado. Les llevó a Caravaggio, a sus angelotes, a sus efebos amados y deseados, representados para la posteridad, a sus caras de complacencia y listeza, de aprovechamiento del maestro y de sus deseos. Les mostró Florencia desde el ventanal del museo. Otro tiempo. Otra belleza. Un descanso en la estatuaria, en el mármol blanco y frío. Y entró, después, en Miguel Ángel. Lo opuso a otros pintores menores de la sala. Detalles. Las razones de la pintura, del color. Símbolos. Homosexualidad. Creatividad. Genio. Belleza. Se expresaba. Se mostraba. Y volvía a ver la mirada, a reconocerla. Y ella la de él. Le busca. La buscaba entre el mar de miradas que le seguían, que le miraban, que idolatran sus palabras. Hablaba para ella. Sólo existía ella. Ya todo era ella, sólo ella. Y para ella, sólo él. Nervios en su interior. Como hacía tiempo que no sentía. Esa sonrisa distinta, dentro, en el alma. Muy dentro. Sincera. Sonrisa anunciadora. El ángel de Giotto.
No sabía por qué, pero intuía, y, de repente, apuntó, contrapuso Europa, Francia, Italia a España, y dentro, Andalucía al resto. Velázquez, el genio, la mezcla, Sevilla. Ahí estaba. No podía ser de otra manera. Y ella era. Se reconocieron en ese rincón también. Eran dos, unidos por algo que sobrepasaba el espacio y quizás el tiempo, y en ese espacio se buscaron y hablaron, en los descansos, de su viaje y de España, de Andalucía, de Granada y de Sevilla, del trabajo, de la vida. Estaba en Londres haciendo un curso para terminar de dominar el inglés, pero trabajaba en Madrid, aunque era de Sevilla…
Las miradas son de dentro y hacia dentro. El espacio es un momento que queremos saber, que buscamos.
Hay un gato, en “La Última cena”, que nos mira. Incitaba al pensamiento. ¿Por qué nos mira el gato? ¿Qué hace un gato en ese momento clave del cristianismo? Les llevaba hacia dentro, y a ella en especial, al símbolo, a la búsqueda, al saber. Y la niña que te mira, también, en “La petición de José al Faraón”. Sólo esa mirada vale todo el cuadro, toda la sala, todo el paseo. Decía. Y aparece “La Venus de Tiziano”. Venecia. El color. La belleza.

-Ve allí un fin de semana. Ve, por favor. Es la ciudad más bonita del mundo. -Le dijo en un aparte.
-Lo haré si tú me lo dices. Iré. Se ve Venecia, ahora, en tus ojos.

Y vio su mirada. Se recreó en ella. Era esa mirada que sólo encuentras dos o tres veces en la vida. Era bellísima. Morena. Ojos negros. Una sonrisa que ilumina lo que mira, que desarma. El deje de Sevilla. Le habla. Gesticula. Le clava el negro de sus ojos en los suyos mientras le regala la boca y le llena el alma. Todo es. Hasta el final. ¿Sabía el camino? Sí. Si quieres… Pensó.
Y entonces se preguntó… ¿Juegas el juego? ¿Te dejas llevar? ¿Respetas el altar? Un día que vale tanto… Una mujer que sabes que es… ¿Lo dejas al juego del azar? ¿Te niegas la posibilidad? Y sin embargo te conoces, te sabes. Y sientes que… Todo dentro, sin palabras.
Botticelli. “El nacimiento de Venus”, “La Primavera”. Culmina todo. Recordó el regalo que le hizo a ella. La Primavera, por lo que representó ella para él, aun cuando el otro cuadro le gustaba más. Siempre los símbolos. Final que parecía, que quería y no quería. La miró a los ojos. Dentro, muy dentro.

-Gracias por esto. Nunca había visto la belleza, el Arte, la vida, de esta manera tan… especial, tan preciosa, tan encantadora. Nos vamos a comer. ¿Qué vas a hacer?
-Gracias a ti. Ha sido un placer. Nosotros también. Si quieres… ¿Cuándo te vas?
-Mañana salimos para Pisa. Y por la tarde cojo el vuelo para Londres.
-Tenía pensado ir a Sicilia estas vacaciones, pero Londres no está mal. Tal vez… ¿Te apetece cenar conmigo esta noche?
-Por supuesto. Será un placer.
-¿A las nueve en el Ponte Vecchio? La luz es espectacular, y la ciudad se ve de otra manera.
-Sí. A las nueve ahí. Hasta luego.
-Chao.

Le acarició la cara con la suavidad extrema con que solía hacerlo a quien quería, a quien reconocía. ¿Y entonces? Pensó mientras seguía andando. Se giró y la miró. Tenía los ojos puestos en él. La sonrisa estaba allí, perenne. Le devolvió la sonrisa. No sabía ni su nombre. Ella tampoco.
¿Irás? ¿Inmolas el altar sagrado? ¿Aquí, precisamente alquí? Pensó con tristeza. La negación del presente a aquel pasado que le dio tanto, pero que el tiempo le laceró tanto, también. Eres como eres y de ahí quizás… Siguió andando mientras oía The moment of surrender en su interior.

8 comentarios:

Crestfallen dijo...

Muy hermosa historia Diego, y esa mezcla de ingredientes musicales y artísticos ayudan a que la lectura sea más agradable aún.
En cuanto al tema, claro que sí, no hay que cerrar nunca las puertas al amor, y evitar que el pasado nos impida disfrutar el presente.
Besos!

AnDRoMeDa dijo...

Precisa y oportuna mezcla de arte musical y literario. Grandioso escrito, mi niño.

"Siguió andando mientras oía The moment of surrender en su interior"

Eso me mató. Realmente hermosa historia, Diego. Mis aplausos ;)

Espero que todo haya salido bien en tu viaje, cuídate mucho y espero conversar contigo muy pronto, algún día.

Un beso!

Andro.*.

Anónimo dijo...

Hola Mireia.
Gracias por tus palabras. Me alegro de que te guste la historia y la forma. Claro qu sabiendo tus gustos es fácil. Se adecua a tu orma de entender las osas y de ver...
En cuanto al final,lo dejé abierto. Puede tener uno u otro. Cad cual debe elegir el que sienta más acertado o más íntimo o...
Un beso.
Diego

Anónimo dijo...

Hola Andro.
Gracias por tu comentario. Todo un placer tus palabras.
Italia siempe es un placer. Llena determinados espacios, que hay que ocupar de vez en cuando. Es un buen sitio. El alma siempe se alegra allí.
Cuando quieras hablamos. Siempre estaré para ti, y simpre, sin duda alguna, será un placer.
Un beso.
Diego

Crestfallen dijo...

Tienes razón, Diego, ambos finales tienen cabida. Me decanté por el bueno, pero el desenlace más nostálgico también se puede entrever con la lectura del texto.

Saludos, que estés bien!

Anónimo dijo...

Hola Diego,
Sólo quería decirte que he descubierto por casualidad esta página. No sabía que escribías y la verdad, no me sorprende cómo pues me cuento entre las personas que pueden enorgullecerse de haber sido tu alumna. Además de felicitarte por tus escritos me gustaría hacerte llegar mi gratitud por ese año y "medio" en el que pude disfrutar de tus clases de historia.

Así que,desde aquí,va para allá mi admiración(Perdona mi extensión)

Un saludo, te deseo mucha suerte!

Anónimo dijo...

Hola Mireia.
Sí, ya ves, lo dejé abierto como te dije. Tu optimismo te llevó a ese lado, quizás el mejor o el más agradable, pero siempre hay otro y hay personas que se sienten mejor deambulando por él. Nostálgico. Me encanta esa palabra. es preciosa.
Un saludo.
Diego

Anónimo dijo...

Hola, ex alumna.
No sé quién eres, pero en cualquier forma gracias por tus palabras. Inmerecidas y excesivas. Ni soy tan bueno escribiendo ni soy tan buen profesor. Pero gracias de todas formas por hacerme pensar que hago cosas que están bien. Para mí es un placer escribir, y mostrar en el trabajo lo que sé y de la forma que entiendo que es mejor hacerlo para que tenga algo de sentido en este sinsentido, y que hayas disfrutado de las clases (lo que es difícil). No hay problema por la extensión.
Lo dicho, un placer y mil gracias.
Un saludo, y mis mejores deseos.
Diego
Me haces sentir orgulloso por haberte tenido.