27/6/10

Mis pequeña sacrificio

Qué pedazo de luna. Qué maravilla. Es de una belleza que aturde. Inmensa, eterna. Rota a veces por jirones de nubes negras. De un blanco inmaculado. Serena, tranquiliza. Es soberbia. Merece la pena pararse un momento y contemplar, deleitarse en ese espectáculo. Un momento, tan sólo un momento, y maravillarse de algo tan aparentemente simple, tan al alcance de la mano, y sin embargo tan ignorado. Pero no es de esto de lo que iba a escribir, sino de una mujer que conocí hace tiempo; y es que se me va la cabeza.

Era una mujer impredecible, arbitraria. De esas que cuesta entender el código ético por el que se rigen, si es que lo tienen, que lo dudo, y que, caso de tenerlo, se basa en el simple y llano deseo de satisfacer los suyos, primordialmente emocionales, pero sin olvidar, momentos después, los puramente carnales. Era esa típica dama de bien, a veces, sobre todo cuando se bañaba en lágrimas, pero era puro esnobismo, o deseo de llamar la atención, de enganchar mediante los sentimientos. Teatralidad sin más. Al igual que su adicción a jugar a los Reyes Magos.

Era el tipo de mujer más autodestructivo con que me he tropezado. Y lo malo no era su destrucción, que sólo repercutía en ella, sino que arrastraba, con ella, a todos los que podía consigo, destruyendo a todo aquel que se le arrimaba. No sabía de soledad, a pesar de que siempre estaba sola. Pero buscaba como un vampiro, para dormitar en el ataúd que era su alma, regodeándose con la sangre que había sorbido.

Y en tensión era un infierno, inaguantable.

Se vestía de puerilidad para camuflar su vacío, y avanzaba con pasos seguros, a base de tropiezos que achacaba al destino, al sino o a cualquiera con que se enconntraba en su camino, hacia ningún lugar; y es que la inteligencia tiene sus límites pero la estupidez no. Con un frío en su interior que helaba. Cuanta tontez en la noche, cuanta chatarra. Vendía su alma y su cuerpo como si no fueran nada, a cambio de un poco de atención, de calor.

Daba la sensación de que su estilo no era ni más ni menos que cansina expresividad. Su interior, un universo tan retorcido como pueril.

Sus conversaciones, de aparente felicidad o terrible desaliento, de aparente profundidad, parecían recitadas al azar, sacadas de retazos de otras conversaciones, de lecturas, de citas, de muchas citas sacadas de aquí y allá, buscadas para aparentar ser, en un intento forzado de parecer natural y profunda, pero que no eran sino simple y llanamente insoportables.

Esa aparente modélica mujer, mujer sacrificio y sacrificada, ella misma y por los demás, tenía anclajes emocionales, de los cuales había derivado a la mentira, de la que se alimentaba, hacia ella misma y los demás. Olvidando la realidad, la vida, tergiversando lo que estaba bien y estaba mal, concluyendo en el adulterio consigo misma y con los demás, cuando podía y con quien podía, mental, espiritual y físicamente. Esas adicciones emocionales son las que te pueden llevar a comprender su verdadera naturaleza.

Quería ser sugerente, penetrante, compleja, para lo que se vestía con una fachada de perfección armónica, casi minimalista en ocasiones, barroca en otras, pero que, a lo único que conducían era, en momentos, a preguntarte, con cierta intriga, sobre su personalidad, y en la mayoría de ellos sólo conducían al bostezo.

La conocí en un viaje, a Lisboa –cosas del destino-. Iba solo, en tren, desde Madrid. Se sentó conmigo, enfrente. Viajaba sola, también. Yo leía. Al poco comenzó a hablarme y, como suelo hacer, la escuché. Al principio me pareció interesante. Me preguntó las razones de mi viaje, si trabajo, amigos, amiga, placer… Cuando supo que era esto último me dijo que ella también. Hablamos sin tiempo, más ella que yo. Al final pasó todo el fin de semana conmigo. Terrible error. Demasiadas horas de oír, de saber, de ver todas sus interpretaciones, su teatralidad, su… todo, que no era sino nada, una terrible nada vestida de apariencia, un querer aparentar, un intentar tener u obtener. Pero me hizo preguntarme por mi ser. ¿Y si yo soy así también? Espero que ella no llegase a esa conclusión. Después de pensarme, yo creo que no, aunque nunca se sabe cómo te ven. Pero eso es lo de menos, o al menos eso creo yo.


6 comentarios:

Marisa dijo...

Cambio de imagen en el blog...Renovarse o morir...
La frivolidad tiene la capacidad de llegar a límites insospechados...Los viajes en tren tienen trampas escondidas hasta en la tapicería. Cuando viajaba en ellos iba armada de un libro de cinco centímetros de altura y MP3 con baterías superrecargadas ;-). Aún así...a veces no daba resultado...
Un texto muy ameno y sincero, Diego, no acorde con esta espléndida luna llena de hoy.
Un beso sin sacrificio.

Pandora dijo...

Es más importante el concepto que tengas tú de ti mismo que el que tengan los demás. Al fin y al cabo quien te va a aguantar más que tú? 24 horas al día todos los días de tu vida!

Yo también estuve mirando la luna hoy, hace 1 hora para ser más exactos, mientras esperaba la guagua (autobús). Preciosa! Casi como de cuento o de historia de terror.

Un beso!

Anónimo dijo...

Hola Diego, elocuente descripción la q el personaje hace de esa solitaria y amargada mujer. A mi tb me pasó algo parecido en un viaje, pero en este caso se tratadba de un hombre maduro, aparentemente seguro de sí mismo, pero sólo aparentemente. En realidad estaba perdido o más bien anclado en retazos de su vida pasada, prisionero de un amor imposible q no olvidará nunca y q le impedía avanzar, un hombre q le gustaba jugar a ser juez y verdugo con tendencia al psicoanálisis, proyectando en los demás sus propias carencias. Era un periodista y desde su plataforma de comunicación arremetía contra cualquier persona q osara criticarle o dar un punto de vista diferente.A veces plagiaba ideas de autores orientales y de personas anónimas pensando q sus radioyentes no se enteraban y su escala de valores fluctuaba entre el engreimiento de pensar q todos eran unos ignorantes hasta el pensamiento de la trascendencia de sus nostálgicos y trasnochados delirios, siempre de grandeza, adornados de intelectualidad prostituida. Se alimentaba de su propia autocomplacencia mirándose a su ombligo cada mañana. A veces me acuerdo de él, creo q se pasará toda la vida buscando ilusiones para llenar ese vacio infinito q le ahoga y q él pensaba q todos lo teníamos.
En fin... experiencias de los viajes.
un saludo.

Diego Jurado dijo...

Me encanta viajar en tren, Marisa; cada vez lo hago más, le saco más, me da otra perpectiva edl tiempo y del pisaje, y de las gentes. Pero...
Y la luna es la luna, simpre,una mravilla al alcance de pocos.
Había que renovarse, sí, me gustaba el color de antes, pero necesitaba otra vista; espero que esté bien.
Un beso para ti también.

Diego Jurado dijo...

Hola Beatriz. Me he asustado con tu relato, Me he dicho: ¿y si soy yo así también, como me pasó con el análiss que hice de ella? A veces cometemos errores al crearnos imágenes de las personas, incluso cuando creemos que las conocemos bien, y a veces herimos; supongo que va en la condición humana. Juro no hacer un juicio jamás de los demás, no quisiera equivocarme más.
Un saludo, y gracias por tu historia.

Diego Jurado dijo...

Eso es María. Como siempre tan certera. Lo qe diga,piensen, los demás, si no es correcto, si n tin buena intención, si no se te quiere bien, si se hace desde el dolor, del odio, de rencor, de la envidia, de... no merece la pena ni tan siquiera escucharlo.
Preciosa la luna, me algro de hberla compartido un momento, contigo. Un placer.
Un beso