29/6/10

Pareidolia

La fotografía es mía.
Un pequeño homenaje al único cuadro de Dalí que me gusta, “La ventana”. Y sé que decir esto implica mucho, por lo que de icónico tiene Salvador Dalí, pero qué le vamos a hacer, no me gusta casi nada de lo que hizo, y aún más, y más tremendo, ni cómo lo hizo.
Existimos para la búsqueda, para conocernos a nosotros mismos, y ello para buscar la paz, leí en algún lado, con nosotros mismos y con los demás. Los niños ayudan, los perros también, y algunas personas, aunque pocas, muy pocas.
Pero la mayoría de las veces nos creamos ilusiones que nos permiten ver formas ambiguas como figuras definidas, para engañarnos. Ciegos en un mundo de ciegos. Elegimos caminos, personas, para evitar, para seguir, tratando de encontrar las pérdidas, los ríos, las bifurcaciones, los avatares del destino, de la vida, y vemos que no es ahí, ni por ahí, o deberíamos darnos cuenta de ello, pero erramos; es la esencia humana, aunque también es humano, o debería serlo, reconocer, aprender, rectificar. Jugamos al azar, a veces, y hay cosas con las que no se debe jugar, y ello a pesar de lo atractivo del juego, del placer de hacerlo, pero hay cosas que están po encima del juego, donde hay que saber mirar y hacerlo con mucha profundidad, siendo, escuchando y escuchándonos de verdad, oliendo. No me quiero equivocar más.
Una pareidolia es una interpretación arbitraria de la mente humana, producida al asociar un patrón o forma con una figura reconocible de una persona u objeto. Puede ocurrir naturalmente, como por ejemplo ver un una nube y en ella reconocer un perro o cualquier otro animal, o puede ser inducida artificialmente, como cuando un pintor oculta en su obra alguna que otra figura, casi imperceptible, en el agua o la corteza de un árbol. Con ellas nos autoengañamos muchas veces, para seguir o para intentarlo, en vez de hacer lo que deberíamos hacer.

2 comentarios:

Pandora dijo...

Justo el otro día un amigo me habló de la palabra "Pareidolia". Me parece que suena realmente elegante y, a la vez, como si estuviera pronunciada por un niño.

Creo que yo las uso mucho. Me encanta autoengañarme y ver "señales" por todas partes (de ahí el subtítulo de mi blog "en ocasiones veo señales").

Será esto otra señal? jaja!

Diego Jurado dijo...

Yo creo que las palabras tienen musicalidad, como vida propia, y hay algunas de una exquisitez que aturde, bellas por su sonido al nombrarse, y ésta es, como tú dices, elegante.
Las señales están por todas partes, ¿quién sabe, María?
Un beso