27/5/12

El sueño del siamés

Marisa Lara. Alma de cocodrilo
Hundió las manos en la arena hasta no poder más, hasta sentir dolor en los dedos; cerró los ojos y, en ese instante, soñó el sueño de un siamés.
Un jardín de rosas hendidas, de frugales miradas posadas en quicios de puertas que llevan a ningun sitio, por caminos de lava, en un teatro de las maravillas donde nada es lo que es, ni tan siquiera lo que parece, donde lo que anda es la palabra y lo que habla la ignominia, sobre zapatos de plata. Bajo las sombras, en la hendidura eterna, se atisba, en el lecho de piedra, la infame agonía de la virtud, mientras vuela la zafiedad vestida de nácar. Setenta veces siete la gran puta de Babilonia se detiene. Setenta veces siete sigue, sin decir nada, mostrando apenas los podridos dientes con hebras de carne, restos de ágapes, entre ellos, esparciendo su fétido aliento, a heces y sangre, al viento; la sangre de los hijos del suicidio, de la madre muerta, del hambre.
El sol sale cuando ha de ponerse. La verdad es sutil. El aire asfixia. Mil volutas vuelan entre la nada mientras un suicida las mira y gesticula entre el canto de nadie. Un canto que se oye, como un rumor de fondo, bajo una lluvia de notas surgidas de un gramófono antiguo, que suena amablemente, apartado elemento de un tiempo que ya no es y dice...

2 comentarios:

Tom dijo...

Me sigue gustando mucho como escribes, Diego. Un abrazo desde Austria!

Diego Jurado dijo...

Mi buen amigo Tom. Cuánto tiempo. ¿Cuándo te vas de ese reino del oeste? España te requiere en estos tiempos terribles de aflicción en que tu paisana y amiga Merkel (agria, ¿no? -ya ssabes mis dotes para los idiomas y mi dominio de tu lengua, como pude demostrarte en mis andanzas por los lander alemanes y polacos), nos tiene en vilo.
¿Qué tal unas cervecitas por aquí?
Un placer saber de ti y tenerte por aquí. Mil gracias,
Un abrazo