Descubrí descuidadas flores, pisadas por el hálito del desdén, ajadas, como la cuarteada piel de una mujer malgastada, jamás soñada, esperando un edén que no llega. Es tan fácil vivir entre las flores que son de plástico. Y tan terrible, sin embargo. Tan falaz como un eterno trago de mescal en el lóbrego patio trasero de un burdel de carretera, entre unas manos cualesquiera, que no acarician. Y ya no hay desconsuelo, sólo letargo. Las lágrimas se agolpan en las cuencas creando mares. Nunca hay ríos de llanto. A veces cae una suave lluvia, de seda, sobre mi cara. Y huele a hierba y a lavanda. Tan sutil es esa mirada que regala tactos de dentro, tan delicada. Hay un ramo de lirios y de azucenas que no marchitan, sobre una losa, fría, y un epitafio breve y sencillo, casi callado, que dice... palabras, sólo palabras.
2 comentarios:
Aunque perezcan dame flores naturales que perfumen las lápidas de las memorias ausentes.
Estupendo, como siempre
Un beso
Esas siempre, sin duda, siempre. Preciosa frase. Un placer tu estancia, 40añera.
Un beso
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