15/9/08

Al niño de sonrisa amable y mirada triste

Cada vez que lo intento agoto el impulso y no puedo. Te puedo creer porque te llevo, y te siento, tan dentro, que me quemo y que muero de dolor. De un dolor que me quedo, porque te quiero, porque no puedo ni quiero otro. Este. Este es el que quiero. Porque te he visto crecer y ahora ya ni puedo. Andando por mis lamentos me acerco, como puedo, y te miro. Te miro y te veo. Te miro y me veo. Te veo. El niño de la sonrisa amable y de los ojos tristes. Y te siento. Tan dentro. Tan hondo. Y muero. Mírame, que te llevo. Siempre te llevo. Lo puedes ver en mi cara. Y en mi alma si miras dentro. Ahora te puedo creer porque no hay nada cierto. Solo tu alma, que me envuelve y me aquieta, que me acerca a lo que siento, a lo que quiero. Te siento. Por los pasos dados en pos de algo que me llegó a destiempo y que desde entonces se me quedó tan dentro. Clavado hondo. A fuego. Y que quiero con la fuerza abisal que dan los pasos dados en el tiempo. Soportados. Andados a quejidos. Ahora te puedo creer porque te siento quemando mis entrañas a fuego lento. Y cada vez que me miras te encuentro. Y cada vez que me miras, me encuentro. Tú, el niño de la sonrisa amable y mirada triste. El niño que siento. Mi alma pequeña. Mi centro.

No hay comentarios: