11/3/09

Ese asunto tan manido

El trabajo limita la creatividad, y de ahí que recurra a otros. Sin embargo no me duelen prendas el hacerlo puesto que traigo a uno de los maestros, Quevedo. Espero que tras el paréntesis de los esfuerzos y de los desastres, la primavera venga llena de olores, de sabores, de colores, y con ello la vida entera se abra y permita sacar todo aquello que llevamos dentro. Sin duda así será. Sólo hay que saber mirar. Todo está ahí para quien sepa verlo, para quien sepa y pueda cogerlo. La brillantez de las burbujas es el aceite de la vida. Sea pues.

Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora, a su afán ansioso lisonjera;
Mas no de esotra parte en la ribera
Dejará la memoria, en donde ardía;
Nadar sabe mi llama el agua fría,
Y perder el respeto a ley severa.
Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido,
Venas, que humor a tanto fuego han dado,
Medulas, que han gloriosamente ardido,
Su cuerpo dejará, no su cuidado;
Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado.


Toda una lección sobre ese sentimiento tan asquerosamente manoseado y mal usado, incomprendido, escupido, despreciado y masacrado.
Seguramente el mejor soneto de Quevedo, probablemente el mejor de la Literatura española.

2 comentarios:

Crestfallen dijo...

Intenso, complejo y bellísimo poema, sí señor!
"Polvo serán, mas polvo enamorado"... qué grande Quevedo.
Besos, hasta pronto!

Anónimo dijo...

Además de verdad. Y de los más grandes, el poema y Quevedo, pero como es de los clásicos...
Un beso Mireia.
Diego