8/7/09

Postrera carta del lamento de un naúfrago

Ven, siéntate a mi lado, un momento sólo. Escucha. Quiero decirte algo que llevo dentro, clavado, desde hace tiempo y que tal vez no he expresado o sabido hacerlo antes, y lo siento. Y siento tanto. Créeme. Soy a veces torpe, a veces lento, a veces necio, a veces no sé ni lo que soy para decir lo que siento, para hablar, para hacer lo que debo. Te he hecho daño. Lo sé. ¿Y qué digo? ¿Qué hago? Arrostro mi culpa, tu daño y mi daño, tu dolor y el mío. Muero por ello, por eso, por tanto, por tan profundo. No por mí sino por ti. Es así que siento, como lo siento. Y siento tanto. Créeme. Ven, sólo un momento. Escúchame un rato. Suelo equivocarme aunque no quiero. Yerro.

No importa qué digas, qué hagas. Todo está bien. Te entiendo. Reconozco lo que es y como es. Acepto. Tú eres siempre lo primero. Y las consecuencias de todo acto asumidas e interiorizadas. Así es como debe ser. Me enseñas siempre. En lo emocional eres. Siempre lo he visto. Lo sé. Tus últimas palabras me han calmado. Me han dado paz y me han mostrado el sentido. Me han vuelto a revelar un nuevo fallo, algo no pensado, equivocado, que no era sentido, pero que, al parecer, fue expresado. Y ahora el silencio. No quiero las palabras que tanto quiero, por si equivocan y van por otros derroteros, no deseados, equivocados, inciertos. El silencio sabio, amigo, el que te lleva dentro, será.

Te sé, me sé, y está bien así. Asumo mi pecado. Elevo mis preces en busca del perdón, que sé me es dado. El resto es y como sé que es. Lo tomo así. Beberé mi amargo cáliz, por que debo hacerlo. Sufriré mi Gólgota. Moriré para renacer de nuevo. Por Dios que lo haré, como lo estoy haciendo. Mi camino será lento, pero será. Sólo deseo lavar mis tropiezos, aceptar el reto y vivir tranquilo, pausado. La mirada limpia, el espíritu mejorado. Andar la vida como se debe andar, por el camino recto.

En el futuro, cuando nos pensemos, si ya nunca nos vemos, lo haremos con una sonrisa, sabiendo quien somos, lo que hemos amado y cómo lo hemos hecho. La vida a tu lado es un regalo. De ahí mis gracias al cielo, por ese espacio de tiempo, tan corto, tan intenso, que me fue dado; por haber estado en mi alma, donde sigues siendo. Ahora sólo queda purgar, ahorcar los hábitos y mirar despacio, sabiendo hacerlo, empaparme de los colores y sonidos y seguir viviendo, en silencio.

Estés donde estés estaré a tu lado, muy dentro. Siempre. Y siempre, tú, a mi lado, en mi piel, en mi alma, en mis pensamientos. No te preocupes por mí, haz las cosas como sabes, y vive. Sólo quiero que sepas que mi dolor es real, y que me veas como lo que soy, ahora, un pobre náufrago en una tormenta de emociones. De ahí quizá todo esto. De ahí, quizá…

Ven, siéntate un momento, a mi lado. Escucha esto que te digo, quedo, tan callado, pero que siento tanto. Créeme. No hay más, son mis sentimientos. Limpios, desnudos, eternos.

6 comentarios:

Andrea dijo...

La carta es preciosa, el personaje desnuda su alma, sin miedo. Es generosa, hay mucho amor, arrepentimiento y aprendizaje en ella. Enhorabuena. Un abrazo Diego.

Anónimo dijo...

Muchas gracias Andrea por esas palabras. Me alegra que te guste y que la sientas como se expresa. Todo eso está en ella.
Gracias de nuevo.
Un fuerte abrazo.
Diego

Mireia dijo...

Muy bello escrito, como siempre.
De nuevo ese guiño a los Anathema :) ¡es que la metáfora es brutal!
Saludos!

Anónimo dijo...

Gracias Mireia. Es tremenda esa metáfora, es cierto. Fue un acierto escucharlos, cosa que no hubiera hecho probablemente de no haberte conocido, cosa que he de agradecer al cielo, sin duda.
Un saludo.
Diego

AnDro dijo...

Lindo, Diego, realmente conmovedor. Un personaje que se desnuda a través de palabras escritas... eso siempre es hermoso ;)
Un beso enorme!

Anónimo dijo...

Andro, es lo que se debe hacer, desnudar el alma, sentir, expresar, ser humildes, ser uno mismo, intentar mejorar.
Es un placer escucharte de nuevo, y leer tus palabras, agradables y suaves, que incitan a estar, a...
Un beso para ti.
Diego