10/9/08

Soledades


Hay lentitud en el aroma que despega de su vientre, como un lamento, como el olor de la mandrágora recién cortada. Y es en la noche, cuando la languidez ocupa mi alma, cuando se desvanecen los sueños que perturban mis días; y es entonces que necesito de ti. Por puro instinto, o tal vez, simplemente, por necesidad. Y el olor de la mandrágora vuelve a mí en todo su esplendor. Hay un lamento de azucenas y lirios envolviendome. Y ya ni puedo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tus palabras me llegan al alma. Escribes como los dioses. Un besazo

Diego Jurado dijo...

Muchas gracias anónimo, pero no creo que escriba como ellos. Otro para ti.