15/2/09

María

María tiene esa mirada, esa luz que brilla cuando la miras. Tienes unos ojos marrones preciosos, le digo. Una vez conocí a una mujer que tenía los ojos marrones más bonitos que jamás he visto. Yo la miraba fijamente y cambiaban de color; tenían en ese momento todos los colores de la tierra. Tiene el pelo, castaño, recogido en una cola que le descubre la cara. Tierna. La mirada inocente. El alma pura, en un mundo podrido. Me escucha, mientras me mira, a veces, con la mano izquierda escondida entre las piernas. Sus manos también me la recuerdan. El movimiento que hace con ellas es de una elegancia extraordinaria. Si te quedas observando te da la sensación de que está dibujando en el aire y de que tú eres uno de los colores que va a utilizar. Pero no se lo digo. Elegantes, suaves, delicadas. Ni grandes ni pequeñas, ni delgadas ni gruesas. Así es como siempre me han gustado las manos de una mujer. Lleva una blusa blanca, casi transparente, de media manga, que deja ver sus brazos; de escote amplio, dejando ver la piel; el sujetador negro, de tirantes anchos. La blusa es de hilo, con un ligero fruncido en el cuello. Sencilla, pero tiene algo. Abrochada con botones de nácar que parten el busto y lo realza. El cuello largo, eterno, anunciando su cara, y en ella los ojos, marrones, que te miran a escondidas, ruborizada. Senos pequeños. Redondeados por el efecto del sujetador. Hermosos. Las piernas largas y bien formadas, vestidas con unos vaqueros que las ensalzan. La figura perfecta. Un cinturón ancho, de ante marrón, a juego con las botas que calza. Hay armonía. Y la mirada… Me gusta como se muerde, ligeramente, el labio inferior, de vez en cuando, y el cogerse la cola y moverla, cuando la miro, cuando le hablo, y el rubor de sus mejillas y la sonrisa nerviosa, aun cuando no me mira, porque sabe que la estoy mirando. Todo un prodigio. Todo un regalo. Y sin embargo no puedo. Ni quiero. Aprendí a declinar el verbo más bello. Me lo enseñó ella. En otros tiempos. Mi alma no es mudable, ni vendible. Tampoco los sentimientos. No puedo cambiarlos en mes y medio. Qué sabios eran los griegos; no te mataban, te exiliaban. Un mes, un año, tal vez una vida, pero no me vendo, ni mudo, ni miento, ni me miento. Y por ello sólo miro, hablo y sonrío, a esa mirada que me mira, a ese brillo de los ojos de María.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Es hermosa la descripcion, creo q a casi todas las mujeres (por no decir a todas) nos gustaria...


Pero yo personalmente, me siento extrañamente identificada, por esas pequeñas manias. Supongo q todas tenemos manias...esa forma de esconder la mano entre las piernas, de mordese el labio,de mover la cola, de sonreir nerviosa... jajajaja...

Con ello consigues q las valore q las pueda escuchar bellas en lasbios de otra persona q no la propia.


Espero q esa persona sepa alguna vez q se lo dices a ella, pero q ante todo primero lo lea. No me extrañaria q tambien se sitiese identificada... y ella con razon.

Anónimo dijo...

Soy la misma del anterior comentario.



¿Esa persona es real, o es una descripcion de varias?

Crestfallen dijo...

Hola Diego:
Bello texto, aunque el final sea un poco desconcertante y contradictorio, pero como bien dices hay que ser honesto con lo que uno cree y no mentirse.
Que estés bien, besos!

Anónimo dijo...

Hola Mireia.
¿Desconcertate y contradictorio? ¿Por qué? Sobre la honestidad, es básica, no menti y no mentirse. ero hay una frialdad por ahí que asusta a la hora de mudar y mentir y mentirse.
Tu también.
Un beso.
Diego

Anónimo dijo...

Hola anónima.
En primer lugar, gracias por tus palabras hacia lo escrito.

Y ahora, a todas las mujers nos gustaría... ¿qué?
Me alegro de que consideres que con mis palabras, los gestos o manías, se te hagan bellos. Son bellos si son bellos. Y seguro que los tuyos lo son.
Tu ya te has sentido identificada, ¿no? Es suficiente. Me doy por satisfecho.
La persona es real (para satisfacer tu curiosidad). Pero cuidado, hay que entender bien lo que escribo.
Un saludo.
Diego

Anónimo dijo...

¿Porq me dices q tengo q entenderlo bien? ¿Es q crees q no lo he hecho? Si es asi explicame tu mejor q nadie lo q debo entender.

Tan identificada, por la razon de q yo tambn estaba con la mano estre las piernas al leerlo y puede q incluso me mordiese el labio...(lo hago,... no me extrañaria...)

Besos

Anónimo dijo...

Hola otra vez.
Ya te dije que me daba por satisfcho con que te sintieras identificada.
Sobre lo de explicar, no puedo hcerlo. Cuando escribo ya no es mío, es del que lo lee, y cada cual extrae lo que considera oportuno, o lo que entiende. Sólo te he avisado de que tengas cuidado, por si acaso no entiendes lo que quería decir yo. Pero eso es mío, no puedo explicarlo. Lo siento de verdad.
Un beso.
Diego

Crestfallen dijo...

Hola Diego! Qué tal?

Me preguntabas acerca de la contradicción que mencioné en mi comentario. Me refería, en relación a tus palabras "Todo un regalo. Y sin embargo no puedo. Ni quiero. Aprendí a declinar el verbo más bello", a que simplemente me imaginaba un final distinto, no truncado por esa negativa.
De todos modos, el "sonrío" también denota cierto bienestar, de goze con lo que se tiene, la brillante mirada de María: a veces poco es mucho.

Espero haya quedado más claro lo que quise plantear. Pasa buena semana, un beso!

Anónimo dijo...

Hola Mireia.
Aclarado. Gracias por tus palabras. Todo un regalo.
Un beso.
Disfruta tú también.
Diego