19/5/09

Daño

Un bello poema de una poetisa argentina, amiga. Zaidena, de Santa Fe.

Inclúyeme en tu lista de conquistas
y ufánate ante el mundo que te he amado,
dile a todos que no sufres por mis cuitas
ni te importa que mi amor se haya alejado.

Grita alto que fui ingrata con tu vida,
que te herí, que te mentí, que me he burlado
que el camino recorrido fue sólo el de ida,
y que nunca valoré que me has amado.

Dilo fuerte, que todos compadezcan
a ese pobre mortal que fue burlado,
y así nadie te descubre ni te marca
¡de que fuiste sólo vos quien me ha dejado!

Muchas veces me pregunto cuáles son las razones que nos inducen a hacer daño. Nunca las encuentro. A veces lo haces inconscientemente, otras, las peores, con conciencia de ello. Preferimos el dolor ajeno al silencio. ¿Qué conseguimos con eso? El dolor ajeno y el vacío del alma. Y el que oye el rumor del daño añade daño, lo intensifica, se regodea en él, sin preguntar, sin pensar en el mal, sin cotejar; sobre todo si su deseo es adular al que lo hace.
Utlilizamos las palabras, a veces, como dardos envenenados. ¿Sabemos lo que hacemos? ¿Sabemos por qué lo hacemos? Nunca digas nada que no sea más bello que el silencio que rompes. Tu voz se puede convertir en eco. Todos somos esclavos de nuestras palabras, y el que siembra recoge. Antes o después. ¡Qué pronto olvidamos! ¡Qué pronto! ¿Merece la pena? Sinceramente, creo que no. Se pierden personas así. Dejamos cadáveres en el camino. Y al final, si tenemos un atisbo de conciencia, si nos queda algo de alma, nos damos cuenta del daño hecho, cuando no hay remedio, y nos sumamos al resto de cadáveres. Se entra en una espiral de la que no se puede salir. ¿Con qué fin? ¿Compadecerse uno mismo y conseguir que se compadezcan de uno? Triste destino. Sólo se compadecen los enanos mentales, los aduladores, los hipócritas, los necios. El universo siempre hace que cada uno pague sus deudas, o debería hacerlo. Nunca merece la pena hacer daño. A conciencia es una crueldad que nos acaba convirtiendo en insanos, en seres macilentos.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy grande Diego. Ya tenía yo ganas de uno como este. Nunca digas nada que no sea más bello que el silencio que rompes...

-Roberto-

AnDRoMeDa dijo...

Mucha razón, Diego... si hay algo que el ser humano sabe hacer bien es dañar, incluso a sí mismo. Creo que debe ser la condición humana, siempre tentada a la destrucción. Gracias por darnos a conocer ese poema tan bello de tu amiga. Mis aplausos para ella y un placer conocer algo de su trabajo.
Un beso y cuidate mucho!
Espero platiquemos pronto ;)

Andro.*.

Anónimo dijo...

Me alegro de que te guste, Roberto. Sí, este es más de los tuyos. Pero por mi cabeza pasan muchas cosas.
Un abrazo.
Diego

Anónimo dijo...

Hola Andro.
El placer es mío, y suyo. Es muy buena, es verdad.
Y sobre el daño, es cierto, somos así, sin darnos cuenta de lo que hacemos y las repercusiones que puede tener, y lo que es peor, sin hablar, sin comprobar, sin...
Pero bueno. ¿Qué le vamos a hacer?
Un beso. Ya hablamos.
Diego