3/9/09

Dinamarca. Costa norte, Helsingør, Copenhague-Cristianía-.


Dinamarca es un país pequeño, frío y lento, de luz mortecina, apagado y triste. Brumoso y con un viento constante, molesto. No sé a qué se dedica y no parece dedicarse a nada. Parece sobrevivir en sí mismo, retroalimentándose. Parece sólo subsistir en una lenta monotonía. Las personas son serias, adustas. Y, entre ellas, un número ingente de vagabundos, borrachos, drogadictos, colgados, solitarios en un país de solitarios. No hay apenas miradas, sonrisas, apenas niños. Son amables, sí, pero solitarios, lejanos, fríos, como el país. Todo lo contrario de los suecos. Tan cerca, tan lejos.

Copenhague es una ciudad pequeña, decepcionante para la capital de un país. Sucia, con poco que mostrar. No hay apenas color. Paredes oscuras, grises o marrón apagado, lisas, frías. Está mal hecha y mal organizada, mal señalizada. La vida que hay se reduce a tres calles. Tal vez tenía otra imagen del país y de sus habitantes, pero no, no da mucho de sí, aunque lo intento.

País pequeño, ventoso, abúlico, lento y frío. Casi siempre cubierto de nubes. La primera ciudad a la que llego está desierta. Nadie en las calles. El vacío es absoluto. Viento. Un único sitio para comer, y, al parecer, el único donde se puede fumar en el interior, de todo el país. Está abarrotado. Una especie de minibufet medio italiano, medio autóctono, que se reduce a tres formas de preparar el salmón (rarísimas), y dos de carne. Cerveza Tuborg. Mejor que la Calsberg, o más a mi gusto. Todos los colgados de la ciudad se han concentrado allí. Los actuales y los que han ido quedando con el devenir de los tiempos desde los años del hipismo. El espectro de edad es amplio. Todos fuman. Todos beben, cerveza solo. Pocos comemos. Todos beben en solitario, o de a dos como mucho, y sin hablar entre ellos. Sentados frente a una Tuborg. La barra, de madera, llena de cuerpos sentados en taburetes. Humo, cervezas y miradas perdidas. Al salir, el ambiente no mejora mucho. Vacío, viento, frío, humedad, soledad, colores apagados.

La costa norte es impresionante, pero por sí misma, y por el windsurf. Al menos se puede navegar y eso es un placer en esos días lentos, de nada. Algo de bosque, mar, roca y el fuerte viento y la tabla en la punta norte. Está bien. Me gusta. Buenas olas. Me alegro de encontrar ese momento, y esas personas.

Copenhague de nuevo, y la gran decepción, Cristianía. When you see long hear and funny people, like you, me decían cuando preguntaba por el lugar. No fotos. Terrible. El experimento fallido. Esperaba un sitio libre, de creatividad, de personas con deseos de libertad, de ansias de superación del sistema, de organización autónoma con proyección, alegre, divertido, con sentido. Es un lugar libre, pero disoluto en la nada, en el vacío, sin creatividad; lo escaso creativo son puestos de artesanía como los que te encuentras en cualquier parte de España; los grafitis son lamentables, las pinturas pésimas, los ¿”museos”? para llorar; el ambiente creativo es nulo, absurdo y lamentable; la libertad ha pasado a una pseudolibertad para emborracharse libremente, para fumar libremente y para que nadie te lo impida. No hay diversión fuera de un canuto tras otro sentados en torno a los bares, mil. Fumar y fumar, y beber, no hay más. No se ha superado el sistema. Es otro y sin sentido, muerto, vacío. No hay alegría, sólo tristeza con sonrisas de marihuana o hashis. Sucio, feo, deprimenete. Nada. Personas de cualquier edad, desde sesenteros a catorceañeros, y algún niño de tres o cuatro llorando y pidiendo a su madre que la lleve a casa, mientras ellas beben entre gente que se tambalea, vomita y se cae por la calle, que va hacia un lugar y que cambia la dirección porque ha chocado con otra persona y se ha girado sin querer al no tener fuerza. Alcohol y droga. Vacío. Muerto.

Aarhus es otra cosa. Más viva, más alegre, pero sin estridencias. Para ser más pequeña me gusta más que Copenhague, aunque sin alardes.

País frío, ventoso, lento, apagado.

6 comentarios:

Ruth Carlino dijo...

Algo así me sucedió a mí con Holanda, pero no puedo decirlo tan rotundamente, porque por una parte no tuve el tiempo suficiente para hacer una observación fiable, y por otra parte porque me pasó algo desagradable, y psicológicamente eso también influye.
Así que Holanda quedó en mi mente con un sabor amargo, incluso agradecí largárme de allí. Ni me gustó Rotterdam, ni me gustó Amsterdam ni sus dichosos canales.

Besos Diego, tienes la fortuna de poder viajar y vivir muchas experiencias.

rudy spillman dijo...

Diego, me has sorprendido por partida doble. Primero, porque te hacía en Perú y sus alrededores. ¿Cambio de planes o extensión del itinerario? Segundo, tenía una idea completamente distinta de lo que es Dinamarca. Si algún resabio quedaba en mí por visitar el país, tú has logrado volarlo de cuajo.
De todas maneras ha sido un deleite leer tus descripciones.
Un abrazo.
Rudy

Andrea dijo...

¿Has estado en Perú y en Dinamarca? Menudo contraste. Si,tu descripción de las ciudades del norte es algo deprimente. Yo, como Rudy, tenía otra idea sobre ellas pero confío en tu criterio, si había leído que la droga acampaba libremente por sus calles y tu me lo confirmas. Qué lástima. Un abrazo Diego.

Anónimo dijo...

Ruth, todo viaje es un descubrimiento si sabes mirar y buscas saber. Es una suerte viajar, sí, y un placer. Lo hago siempre que puedo. Prefiero eso a otras cosas. Dinamarca sólo me decepcionó, pero sin traumas. Me encantó su mar por el viento y las olas, porque se puede navegar bien.
Amsterdam es una maravilla, aparte de la tontería de la facilidad para el consumo de droga y esas cosas. Una bella ciudad.
Un beso.
Diego

Anónimo dijo...

Extensión del viaje, Rudy. Tras la montaña, las ciudades y el mar y la llanura. Yo también tenía otra idea de Dinamarca (lo leído sobre el mito del país de los 70, supongo), pero es así, apagado, triste y lento, aunque es sólo una opinión.
Gracias, el placer es mío.
Un fuerte abrazo.
Diego

Anónimo dijo...

Hola Andrea.
Sí, un buen contraste.
Lo de la droga es sólo en Cristianía, que está dentro de Copenaghe, con sus leyes propias (un resabio de los 70, o un mal resabio), una particularidad dentro del resto, pero fuera no hay droga o no más que en cualquier otro sitio. No quise dar esa sensación.
Por otra parte las ciudades de Dinamarca no tienen nada que ver con Suecia. Este país, en cambio, es espectacular, en sus ciudades, en belleza natural, en cuanto a sus gentes... Un contraste brutal con su vecino. Suecia sí merece la pena, Dinamarca... para mí no. Pero es cuestión de gustos. Seguro que hay alguien que no coincide conmigo.
Un abrazo.
Diego