25/4/10

Helio Martín

Helio Martín murió de susto. Jueves Santo. Se fue a pescar. Le dicen que en esa fecha… Pero él, que los santos le importan un comino, se baja al río. Un desprendimiento de un molino. Un estruendo enorme en la lejanía. Se corta el agua. Se seca el río. Sube asustado. En la puerta de su casa murió. Murió de susto. Era un Jueves Santo por la tarde. Allí quedó, caído sobre los adoquines, en la calle, delante de la puerta de su casa. Los ojos como salidos. Cara de loco, de aturdido, de ido…

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Les yeux fardés de ciel et ce vent
ou la rivière mourrait blessées
A la marée sans Lune
En venant féconder
Le ventre des lagunes
Lui dans sa nuit détruisait son ombre doucement lentement mais surement lui ne savait plus si le vent frappait un peu fort dans son crane ou si l'ombre du remord le couchait là sur la pavé a en faire hurler les saints a la mort
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la bonne nuit
accompagné d'un baiser Diedo
ps regades ton 3eme blog Diego s'il te plait merci
Elisabeth

Anónimo dijo...

una breve (o no) historia fuerte.. así me he quedado despues de leerla.. con un extravío por la ruta de tus letras.. cariños.. un placer embutirme de tus letras y agradezco gentilmente.. que hayas pasado por mi sitio a dejar un comentario.. viniendo de tí.. es un gran mimo hacia mis letras.. cariños..

Unknown dijo...

Pues que me da pena el Helio Martín.
Yo le haría la respiración boca a boca.
Manía de matarlos a todos tienes tu.
Un biquiño cual suave brisa marina.

Anónimo dijo...

Precioso poema, Elisabeth, lleno de nostalgio y de imágenes que acarician.
Un beso.
Ps. Lo haré, el mirar ese que tú llamas tercer blog. No hay por qué dar las gracias. Es un placer.
Diego

Anónimo dijo...

Es un placer ese extravío, por ellas, Ornella. Por otra parte no hay por qué agradecer nada. Paso de vez en cuando, para leerte, es un gusto hacerlo, y disfrutarte. Y yo sí que agradezco que consideres así mis palabras, mis comentarios en tus poemas.
Un beso.
Diego

Anónimo dijo...

La muerte forma parte inexcusable de la vida, Carmela, pero si que es verdad que mueren con cierta asiduidad. Trataré de ser benévolo y que alcancen una edad más avanzada.
Me quedo con ese precioso beso.
Otro para ti.
Diego