11/4/10

Relatos de los días de lluvia muda y helada

Segundo relato.

Hablaba en el vacío.
Pasea, dando la espalda siempre, como un símbolo del paso del tiempo, materializando el hecho y la compleja tarea de rememoración. Observa cómo personas, con metros de papel en las manos, miden espacios vacíos; observa unas señales de tráfico, con extrañas palabras y extraños símbolos, que dirigen a lugares sin sentido. Un escultor, sentado, trata de sacar de la piedra, que golpea con un cincel, la palabra; la mira, le grita y le increpa. La piedra sigue muda, sólo muestra su cara, una cara que es piedra. Lo observa. Continúa. Hay un grupo de personas que dan vueltas alrededor de ellas mismas, en un escenario no previsto de tan sabido, de tan hecho y repetido, como un tiovivo perenne que nunca parase, eterno, cuyas figuras de cartón piedra muestran la apatía de la repetición constante. Las mira con ese aire sereno que la distingue. Y sigue. Levanta la cabeza. Mira al cielo y le pide... A su alrededor sólo hay silencio. Se para. Se sienta. Cuenta su historia. Una historia lejos de la banalidad que impone la inercia en el vivir, y su compulsividad. Una historia brillante y con destiempos, y a veces... en la búsqueda del Libro de la Vida. La historia es densa.
La atmósfera pesada, mefítica, con augurios de escenas incompletas, de días de niebla que no levanta, de caminos sin salida. Camina. Hay libros desparramados en el suelo. Libros antiguos, releídos, acumulados unos sobre otros en un intento de coherencia, pero sin ella. Libros incompletos, con páginas arrancadas a la espera, de que, ella, repare esa falta. Una Babel en el suelo. Y ella pasa. Mira. Llora. No son el Libro. No dicen nada. No son. Sólo desea palabras. Porque la ausencia y el desgarro siguen alimentando la memoria, obsesivamente, sin pausa, sin tiempo, sin tiento. Una catástrofe que tuvo lugar, o que no tuvo lugar. Nadie lo sabe, aunque todos creen saberlo. Y gritan y gritan ensordecedoramente. Pero sólo hay libros con páginas que faltan...
Quiere salir por las grietas de Destino ante la imposibilidad de oponerse. Siente que hay algo superior que decide, algo demiúrgico, que taladra con una lógica que se repite una y otra vez. Reversible, pero en la palabra. Por ello la busca. Busca el Libro fuera de esos libros con páginas arrancadas. Habla, pero habla en el vacío.

6 comentarios:

Unknown dijo...

Precioso juego de palabras y sensaciones.
Eres increíble. Encantada de haberte descubierto.
Un biquiño.

Unknown dijo...

Esta noche de lluvia torrencial, de gritos silentes, de ausencias presentes, de soledades distantes...
Me voy adentrando en tu relato, de tal manera que llego a tomar palabra a palabra como algo vivido, como algo sentido, como algo sufrido.

Excelente construcción y manejo de cada letra, de cada palabra, de cada sentir que vas plasmando de tal forma que atrapas al lector y lo llevas a vivir cada situación expuesta.
Fue todo un placer leerte

Buenas noches

Besos, Diego

Le Fay ʚïɞ dijo...

Me encanta perderme en tus palabras... es maravilloso regresar y ver q los amigos te esperan con los brazos abiertos... gracias por estar!!
Un beso grande ♥

Anónimo dijo...

El placer es para mí, Carmela. Mil gracias por esas palabras tuyas.
Un beso, para ti también.
Diego

Anónimo dijo...

Me gusta cómo usas las palabras, María, cómo juegas con ellas, es todo un regalo.
Gracias por ellas y por el placer de que estés aquí, con ellas y en las mías.
Un beso.
Diego

Anónimo dijo...

Y cómo me gusta que lo hagas, Sylvia, y que las disfrutes. Un placer tu vuelta y tus palabras. Mil gracias por seguir, por estar.
Otro, igual, para ti.
Diego