12/5/10

Cuando la luciérnaga levantó el vuelo

Arrastro el sueño o el cansancio, o lo que sea que es lo que me tiene en un estado de estar sin estar, como flotando, desde hace eternidades. Llueve a mares. Me he calado hasta los huesos. Ha caído tanta agua que ni me gustaba pasear la lluvia. He tenido que correr. Estoy empapado, de cuerpo y alma. Tal vez necesite un deceso. No, “joer”, un deceso no, un receso. Me seco el pelo. Pongo música. Saco el Cd de Stigmata y en su lugar coloco The wall. Lo oí en el coche, en la radio, y me apetecía. Hacía tiempo. Hey you comienza a sonar. La sigo mentalmente. Nunca canto en voz alta. Mi voz es trueno. Me siento en el sofá, es cómodo, bonito y cómodo, con la ropa mojada. No importa. Me gusta el salón. Es acogedor, minimalista y acogedor. Bello en sí mismo. Rodeado de libros que acogen. Claro. La mesa de cristal y metal de diseño exquisito, a juego con las sillas, metálicas y negras, sencillas y delicadas. Es una evolución de mis casas. Soy yo. Cojo el libro de Murakami, uno de los tres que estoy leyendo. Es curiosa la manía que me da con los libros. De repente aparece un autor o un país y me paso eternidades en él. Eso es lo que ha ocurrido con Murakami. Antes sólo había leído a Mishima y Oé. Murakami vino de la mano de Miyori. Huele jazmín y violetas. Ella olía a cerezos en flor. Su piel. No sé por qué ha aparecido ahora, de repente. No le doy más importancia. Las cosas son siempre como son, sin más. ¿Quién entiende las razones de las personas, de cómo somos, de los dioses? No seré yo quien entre en ese proceso absurdo, en esa tarea de titanes. Un breve correo. ¿Cómo estás? Te recuerdo. ¿Vendrás a Kyoto? Ahora estoy aquí. Tras más de un año. He buscado vuelos a Bolonia. No cuadran. Y tengo que ir el fin de semana sin falta. No puedo demorar esta situación. Me crea desasosiego. No tanto por mí. No me gustan las situaciones que implican a otros y que yo puedo solucionar. Los silencios matan. Me molesta estar así y tengo que hacerlo, pero los vuelos son los que son. Ir, tomas un espresso, pasar dos noches y hablar. Hablar. Hablar con las palabras y los silencios. Mirar en los silencios y decir. Cómo cuesta estar en determinados espacios y decir, y ser, donde puedes entrar, donde no quieres estar. Tan sugestivos y sin embargo… Se ha de hacer. No quiero que estén, ni estar, en algo que no puedo ser. Me levanto para hacer la cena. Bato un par de huevos y echo pan rallado. Sumerjo en la mezcla los filetes de merluza y los frío en aceite de oliva muy caliente. Me apoyo en la bancada, roja, y miro el cuadro que le compré a Manu por un euro. No podía regalármelo. Nunca regalaba. Vendía. Cuestión de principios, decía. Ni a mí siquiera. El fondo naranja, de papel. Un cuerpo d mujer en verde, tumbada de espaldas y ligeramente escorada hacia el espectador, boca abajo. En ella resalta el pelo, liso, un pecho, el ombligo y el sexo, en negro. Sobre el cuerpo de la mujer, dos bustos indefinidos, aunque parecen de hombre, en negro también. Llevo la comida al salón. Coloco el plato, en rojo burdeos, con el borde en negro, sobre un camino de mesa de bambú. Un vino blanco de Rueda, para acompañar, que vierto en la copa alta, de boca sinuosa, de color verde claro. Las cortinas de seda, granate oscuro, que tapan el inmenso ventanal, acogen toda la habitación, abrigan, dan calidez y ganas de estar, de quedarse, de mirar. La música es una exquisitez, los bajos, la guitarra, la voz:
Mother do you think they´ll drop the bomb
Mother do you think they´ll like the song
Mother do you think they´ll try to break my balls

Me gusta comer lento. Hablar con quien como, degustar el momento. Deleitarme en él, con la persona con la que comparto, y la música al fondo, y el escenario, el todo. El placer de estar. Suena el móvil. Miro el número. Un fijo de Madrid. Imagino quién es. No lo cojo. Me invitó a ir, pero no me apetece. Además, tengo que ir a Bolonia. Sigo comiendo. La música sigue sonando. El solo de guitarra, exquisito, perfecto, armónico. Me quedo en ella.
Mother do think she´s good for me
Mother do think she´s dangeroux to me
Mother will she tear your littlel boy apart

Me quedo mirando cómo la luz de la lámpara atraviesa el vidrio y el líquido, cómo se rompe, cómo crea formas.
Ohh ah, mother Hill she break my Herat
Hush now baby, baby, don´t you cry

Recojo las cosas. Meto los paltos en el lavavajillas. Me hago un café, muelo los granos de etiopía; negro, corto, con agua mineral. Iba a echar azúcar morena. Pero no. Debo empezar a volver a determinadas cosas que eran y que fueron dejadas en el proceso de dejadez, debo volver a como se debe ser en las cosas que son y que dejé de hacer. Demasiadas desviaciones tal vez. Vuelvo con el café al salón. El perro me miro. Me siento en el sofá, en la esquina. Bebo un sorbo. Cojo el libro de Murakami. Me pongo las gafas de pasta negra. Miro al perro. Tengo que sacarlo a dar una vuelta. Iría a correr con él, tal vez subir esa pequeña colina que hay al lado de la casa, pero no me apetece. Además ha llovido y el suelo está encharcado. Algo breve, por la acera, y volver rápido. Una sauna mejor, para transpirar, para limpiar por dentro y por fuera. Suena el móvil otra vez. El mismo número de Madrid. Siempre es así. Tengo que reservar el vuelo esta noche para Bolonia.
Sigo leyendo a Murakami:
Fue mucho más tarde cuando la luciérnaga levantó el vuelo. Desplegó las alas como si se le hubiera ocurrido de repente.
Son días extraños

2 comentarios:

Elisabeth dijo...

On attend sous un ciel de suie
Que les dieux nous métamorphosent
et ça sent le sexe transi?
Sous le rose de nos ecchymoses
On attend toujours sous l'oeil du cyclone
L'ouragan des compromis
Tous ces milliers de bouts d'icônes
Dans nos boîtes crâniennes frileuses
Dans sa soie
tu t'essuies les doigts
tu bois dans son cristal
Et son vin
Coule au parfum
De ses vasques orientales
tu sens le froid sous cette pluie
mais dans son essence au parfum de violette elle t'incline
Elle est clean
Si fine
Féline
Féminine
_________________________
bonne journée
un autre baiser Diego

Anónimo dijo...

Je vais prendre ces phrases, d´une intensité étonnante, pénétrant, comme la pluie, comme les yeux d'Orient, comme le parfum des violettes.
"De ses vasques orientales
tu sens le froid sous cette pluie
mais dans son essence au parfum de violette elle t'incline
Elle est clean
Si fine
Félin
Féminine"
Un baisser pour toi, aussi,Elisabeth.
Diego