17/5/10

Relatos de los días de lluvia húmeda y helada. V

En los alrededores del camposanto
Fui con mi madre de la mano a una casa de Laureano donde tenía las cabras. Fue el primer muerto que vi, aunque no lo vi. Era una mujer que le decían Andrea. Había mucha gente y mucho movimiento que no sabía por qué era. No vi nada. Ni te dejaban ver, porque era muy niño.
En otra casa vi a la Tía María, la mujer de Linares. Pasamos a la habitación y vimos a la mujer, allí, muerta. Yo tenía siete u ocho años. Estaban de vela en la casa. Iban de velatorio, a rezar aquella noche y acompañar a la familia. La gente de la aldea. Unos dieciocho o veinte. Rezaban entonces en voz alta. A la mañana, si se enterraba al muerto, en Alcalá, se llevaban a hombros el ataúd, los hombres. Tardaban hora y media. Echaban por lo derecho, por unos caminos que por aquí hay. Entonces no había carreteras. El camino de Alcalá. Se pasaba por Moralejos. Un camino de carros, de herradura. Y se bajaba a Alcalá.
Entonces el alcalde de Alcalá era el padre de la abuela Ascensión. Antonio Miñambres Linares. El cementerio lo hicieron Pepe y uno que le decían Virgilio, que tocaba la bandurria; unos albañiles de Ayoz. Nosotros estábamos siempre de baile con ellos. Íbamos a bailar en muchas casas. El cementerio se hacía a “pionás”. Cada vecino iba un día a “pionar”, con carros y piedras. Se recogió dinero en toda la aldea. Como el cementerio era de la aldea, todos los vecinos tenían derecho a un vodal. Se empezaron a hacer nichos, que se hicieron por el año 45. Entonces todos estaban en tierra. Fue cuando se murió mi mujer, y ya fue en nicho. Por entonces todos iban a tierra. Los vecinos, y la familia y amigos iban a hacer la sepultura y se enterraban en tierra; se ponía una cruz en lo alto, o una lápida, según fueran más ricos o menos ricos. Las piedras se hacían en San Juan y… Se ponía la fecha del que había muerto, y un recordatorio de tu padre, tu madre, tus hermanos no te olvidan.
Nunca me gustó la muerte, qué quieres que te diga. Es muy “jodía”.
Yo tenía seis o siete años cuando murió el primero de mis abuelos. El padre de mi padre, que se llamaba también Jesús. Jesús Bastante García, se llamaba el padre de mi padre. Se murió el día de San Andrés, que decimos aquí, del año 15. El padre de mi padre, porque la madre de mi padre se había muerto ya el año que yo nací. La madre de mi padre se murió el 17 de febrero de 1908. Ana Martínez Martínez era la madre de mi padre. Trabajaban en la agricultura, labrando. Agricultores. Mi abuelo tenía las tierras en Las Peralosas. Tenía dos almudes. Era bastante persona mi abuelo. El año 20 murió mi abuela, con 45 ó 50 todo lo más. 45 podía tener, a 50 no creo que llegara. Yo no lo sé cierto. De calenturas tifoideas, de calenturas malas, porque entonces no se curaban. El que tenía calenturas… le daban medicinas que no eran a lo mejor… Los médicos de entonces no eran como ahora, que hacen análisis de todo y se preocupan y saben. Pero entonces a lo mejor no le daban lo que era bueno para eso. Fue a Alcalá, a San Lorenzo, como vivía su padre, que era mi abuelo, que vivía en Alcalá. Y estando allí alguno se las pegó… Y ya vino malo, de San Lorenzo, que era ese día, 10 de agosto del año 20. Luego se acostó el día de San Roque, y ya no se levantó, y murió el 30 de agosto. El médico de Alcalá me “paece” que era un tal Don Ignacio, el médico que había entonces.
Luego mi padre, como se quedó ya viudo, al año y medio se casó… que fue cuando tuvo a Lino, que se ahorcó hace un año, y una hermana que tengo en La Zubia… No quedamos más que los dos ya. Es como si fuera mi sobrina. Resobrina se llama, porque ella es hija de un primo hermano, y además es sobrina porque yo estoy “casao” con una tía de Dolores. Así que es familia por dos sitios.
Mi padre se casó con una mujer de Las Eras, viuda de un guardia civil. Tenía dos hijas. Estaba en Tolosa y vino aquí, a casa de un “cuñao”, y claro, como estaba, ella, viuda, y mi padre viudo, pues se enamoraron y se casaron, y fue muy bien. Fue una mujer muy buena. La quisimos mucho, porque valía mucho, y vivimos muy bien con ella, muy bien, muy bien, y como tenía familia, a los hermanos los hemos querido igual, aunque eran sólo de madre…
Nosotros vivíamos cerca de la ermita, y allí murió mi madre. Cuando murió nos quedamos muy desmantelados. Vivimos un año o año y medio. Mi hermano hacía la comida y yo le ayudaba. Mi tía nos ayudaba a amasar el pan… Entonces teníamos la harina en la casa. Se amasaba el pan “pa” una semana o “pa” más. Y ella nos ayudaba a amasar. Eran cosas gordas. Luego ya, cuando ya se casó mi padre, entró esta mujer, que era una buena mujer. Y vivíamos muy bien. Ella tenía dos hijas y nosotros cuatro éramos” sais”. Pero aparte de eso vivíamos y estábamos bien. Y luego vinieron cuatro o cinco con la mujer, pero le murieron dos. El primero que tuvo y el último que tuvo.
Y mi esposa y señora también murió. Por eso me casé con la Ascensión. Y mi niña, que era una rosa, con cinco años. Eso fue “pa” la guerra. Y mi Jesús, más listo que el hambre. ¡Joder, qué vida!
Ya sólo quedamos dos. No me gusta la muerte. Es muy “jodía”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ton premier cri réveille
L'ouragan qui sommeille
de ces regards de femmes perdus
d'un passé fait de cruautés
Où les miroirs
Reflètent à fleur de flamme
Ta jeune écorce d'homme
Éclaboussée de femmes perdues
Merde que la vie est dure
___________________________________
un Baiser peut être deux
et la bonne nuit Diego

Elisabeth