23/1/10

Aterido, frío, helado

Frío. Estoy aterido, helado, por dentro y por fuera, yerto, frío.
Yo no dejo cadáveres en el camino, o al menos lo intento; pero el dios de los malditos se ha cebado conmigo, y camino cautivo, con cadenas atado, deambulando herido, afligido, perdido, aterido, solo.
"Estoy aturdido por este incesante ruido que llena mi cabeza. No sé qué es ni de dónde proviene. Tan sólo quiero dejar de oírlo, y de sentirlo. Que salga de mí, que me abandone. La lealtad se mueve a impulsos, con movimientos espasmódicos. A veces sin sentido, como si el capricho la impulsara con su deshonesto y voluble deseo, de un lado a otro. Cielo e Infierno. Dualidad permanente. En el aquí y el ahora, en el pasado y en el futuro. Las palabras se mueven dentro de mí y carezco de poder sobre ellas. Hermosas, distintas, sin sonido a veces. Casi siempre sin sentido. Únicas. Individuales. Sólo cobran significado en raras ocasiones. Para sugerir, para decir, para ordenar. Impúdicamente o al contrario. ¿Importa? Tal vez. A mí, desde luego, no. Creo. Yo las amo, con orden o sin él, con sonido o sin él, individualizadas o formando frases. Forma. Armonía. Caos. Intento entrar en ellas, con codicia. La precipitación, siempre, es fruto de la inconsciencia. Su destino, el fracaso. Quizás por eso. La nada y el todo. Dios y el diablo. Dos, siempre dos. La eterna lucha. El movimiento constante y consciente del universo. La cualidad de la consciencia, o de la conciencia. El Ser. Me aferro a ello y quiero. Comprensión de la necesidad. Necesidad de comprender. En ello está la clave, inasible, de todo. Me quemo por dentro en una espiral de humo que trasciende el pensamiento. Oquedad. Siento la necesidad imperiosa de hacer, de ver, de sentir. Deleite. Pasión. Belleza. Oscuridad. Luz. Pureza y pecado. La búsqueda permanente. Adolece mi espíritu de algo inmarcesible. Se me niega. Ignoro la razón. Lo soporto. ¿Hasta cuándo? Pienso en ello. Mi alma se aflige. Siento su dolor como físico. A veces no puedo. Lloro. Las lágrimas se deslizan por mis mejillas como regueros de ciénagas putrefactas. Caen en un mar de agonía que no tiene fondo. Abismo infinito. Recuerdo y me niego a recordar. Abarco el pensamiento. Similitudes. Personas apareciendo en mi mente. Una calle sin límites. Un horizonte opresor. Cielos de acero. La muerte como compañera. La muerte como sistema. Los ojos que no ven. La belleza ciega. La amistad de la nada. Lo negro. Quiero ver y no ver, sentir y no sentir. Poseer. El deseo que no ceja. Envuelto ahora y ya no. Cansado por tanto. Aburrido de tanto. El camino autoimpuesto es largo. Como el día. La noche esperada. Amada por intensa, y extensa. Añorada en la luz y fuera de ella. Apartando de mí la lobreguez del brillo. La inutilidad de su asfixiante luminosidad. Imposibilidad. Ahogo. Se marchita como las hojas. Poder y no poder. Ascender. La bajeza de toda pasión. Lo excelso de ellas. Negar lo deseado. No vivir. Acaece todo tan rápido. Es tan pesado. No y a veces si. Pero cuando se niega huye. La huida como solución. Placeres que carecen de sentido o sentidos que carecen de placer. Abismo intelectual. Podredumbre. Las hojas me enseñan a morir. Me ensaño en el pensamiento. Manifiesto la duda. Me opongo a seguir. Administro las gotas de mi existencia. Lúcida. Amarga. La caída es tempestuosa. Lo niego pero la llama se apaga. No hay luz. A oscuras. Grasa animal quemada en un incensario. Objeto votivo plagado de deseos de ascensión. Innecesarios. Tal vez si, o no. La duda lo permite todo. Innecesarios por inútiles. Inútiles por inadecuados. Inadecuados por a destiempo. Rotos como el espacio. Los aromas desaparecen como los colores en volutas difuminadas en una atmósfera apenas vista ya. Apenas intuida. Caleidoscopio opaco. Ascenso y descenso de formas, de aromas, de colores y de sabores. De nuevo la dualidad. Me hablan. ¿Oigo? No escucho. Inapetencia. Estoy absorto pero no sé en qué. Lo necesario, ¿qué es? ¿Y lo innecesario? ¿El camino? ¿El que se hace poco a poco? ¿A trompicones? ¿El lento y tortuoso? ¿El rápido y sin obstáculos? Negligencia absurda de lo inadecuado. Las dos caras de Jano. La lucha infinita. Retos. Asumibles o no. Retos. Alguien que respira. Gritos. Miro a veces en su dirección. Como si el viento. Próximos. Las palabras sólo indican sonidos. Los sonidos de las palabras. El silencio de las palabras. El silencio del silencio. Atmósfera mefítica. Belleza y abyección. Los gestos de un suicida. La profanación del hecho. Belleza otra vez y otra vez más. La ira de mi niñez. Se interrumpe siempre. Sucesos enormes de la memoria. Castillos rotos. Pretensiones inútiles. Inasibilidad. Las personas se enquistan. Corazas reforzadas. Cuesta desasirse. Desapego. Y la magia. Arquitectura del espíritu. Exceso del alma. Rotura. Rotura infinita. Creación fuera de lo empírico. Ayer la negué. Día tras día tratando de evitarla. Caída. Magia. Magia y mito. Mitos creados y guardados en el interior. Imágenes del tiempo. Imágenes urdidas y sacadas como gotas. Espaciadas. Como el rocío. Terciopelo inerte. Ángulos. Esquinas que duelen al traspasarse. Ángulos rotos. Geometrías. Como líneas de ideas. Disipadas. Mitos reales o imaginarios. Casi nada es ya lo que fue. Ni aquí ni dentro. Ni allí ni fuera. Como las direcciones contrapuestas que convergen. Divergencias. Líneas que surgieron en algún momento. Separaciones. El final o el principio. ¿Quién lo sabe? ¿Quién lo intuye? Creo que nadie. El tiempo culmina todo. Lo real y lo imaginario. Siento sopor, un sopor inmenso, adusto y viejo. Camino por las sombras. Sombras del pasado. Me envuelven. Veo lo que no quiero ver. Aspiro el aroma del recuerdo y me envuelvo en él. Con deleite. Con hastío. Intento lo imposible. Quiero lo inasible. Ahogado en el tránsito. Camino por caminar. Sendas sin sentido. Opacas vías que no van a ninguna parte. Que vienen de algún lugar apenas entrevisto. ¿Vivido o recordado? ¡Quién lo sabe! Apenas me queda ya nada. Sinfonías en la mente. Notas que se me clavan como dardos. Arpones de un tiempo que creía enterrado y que surgen acerados. La música. Siempre la música. El camino y la música. La vida y la música. La palabra y la música. Oscuro epítome de la nada. Lago eterno que fluye entre mis manos. Abierto. Cerrado. Constante movimiento. El devenir de las ideas. El yugo de la materia. Atracción. Repulsión. Me acodo donde puedo y pienso. Dolido por todo y por nada. El dolor. La maldad espera en mi mente. Y la bondad. Esperanzas compartidas. Esperanza solitaria. Soledad buscada. Soledad amarga. Te niego. Reniego de lo dicho. De lo afirmado y de lo negado. Y de lo pensado. De lo entrevisto. De lo intuido. Reniego de todo. De toda una vida malvivida. De toda una vida desperdiciada. De toda la existencia. De ti, de mí y de todos. Reniego cuando aún puedo. Reniego cuando aún se me deja. Reniego ahora y siempre, por los siglos y de los siglos. Amén. Las palabras vuelven. Como siempre. Cada vez son más claras, aunque no las comprendo. Tienen significado individualmente pero no como colectivo. La locura infinita de sus formas me sublima. ¿Pueden? Intento asir su significado pero sólo crean formas. En mi mente. Dentro de ella. Reconocibles, algunas. Otras no. Crean espacios, comprendidos, apenas vislumbrados. Los comparo con los vistos. Con los vividos. Algunos. No sé. No estoy seguro. Tal vez aquella cara. Aquel cuerpo. Tal vez. No sé. Quizás. Además ¿para qué? Ahogado a lo largo del tiempo carece ahora de todo sentido. En su absoluto. Y sin embargo hay emoción. La emoción de lo que fue, o de lo que recuerdo que fue, o de lo que quiero recordar que fue, o de lo que me hubiera gustado que fuese. Creación de formas y sonidos. De espacios y de tiempos. Cada uno su propio Dios. Cada cual su amo y señor. Dominio de la mente. Dominio del recuerdo. De los recuerdos. La creación creada. Dios y sólo Dios. ¿Para qué? Para ocultar la debilidad. Para ocultar el fracaso. La creación de un Dios impostor. La no creación. El dilema. Diletante. Un ser descarriado. Agónico. Perplejo ante nada. Incapaz ante todo. Camino constantemente por lo innecesario, como un río que fluyese eterna pero intermitentemente. Con afluentes o sin ellos. El camino innecesario. La búsqueda como fin. El fin como búsqueda. Nunca se sabe que es realmente lo accesorio. Encuentro frases. Ahora que de casi todo hace ya veinte años. El tiempo como realidad suprema. Lo inmanente. ¿La idea de belleza lo es? Todo se degrada afortunada o desafortunadamente. La lógica lo explica. La razón. La razón de la sinrazón decía Don Quijote. Amargura sin límites. Desolada humanidad. Nido de cuervos. Pájaros. Aves. Augurios infernales".
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación. Pero, Is there anybody out there?

2 comentarios:

Eugenia dijo...

Yes, I'm here, dear Diego. Te veo muy bíblico y profundo.

¿No cres que a veces nos volvemos locos innecesariamente intentando encontrarle explicación a todo, dando vueltas y revueltas que no llevan a nada? ¿Que tanto el fin como la búsqueda son motivos suficientes y que ninguno son accsesorios? Son motivos, el sentido de todo; o de nada. La respuesta llegará, sea cual sea. O el silencio, que también es una respuesta.
De todas formas, esto es para mentes más profundas que la mía, que da pa'poco, jaja.

Bienaventurada yo por encontrarme contigo. Eso seguro.

Besos, guapo, from out there (¿has visto qué control del inglés? jii)

Anónimo dijo...

I know, and I'm happy you're here (ya que estamos con el inglés, que no es mi fuerte). Bíblico sí, profundo no sé si tanto.
Sin duda que amabas cosas son, desde luego no accesorios, aunque no sé si suficientes. Lo importante es caminar, al margen de a dónde llegues, pero en esa búsqueda de lo importante, de eso que dices, y que digo. Y tampoco sé si el silencio es una respuesta; lo que si sé es que a veces ayuda, y que a veces es.
Pues si, Eugenia, tu mente da para poco, qué dserá entonces de la mía.
El placer es mío.
Un beso para ti también, así, muy de dentro. En cuanto a lo de belleza, no hay color, me sobre pasas con creces.
Diego