18/1/10

El cortejo

El cortejo era lúgubre. Todo negro. La lluvia inclemente caía con una constancia que dejaba poco sitio para cambiar el gesto. A veces, el viento, que azuzaba y alimentaba la sensación de frío, hacía que el agua golpease el rostro de las tres personas que acompañaban, detrás del sacerdote -vestido con sotana negra y casulla blanca, mientras intentaba mantener, con una mano, el bonete- y de los dos monaguillos, el féretro. Éste era de madera de mala calidad. Incluso el color del barniz era humilde, y su pátina le daba un tono más triste si cabe. Todo invitaba al desconsuelo. Todo invitaba al olvido. Los cuerpos echados hacia delante, como queriendo avanzar más rápido, empujando con el pensamiento, con el deseo de acabar con ese deber impuesto. El Réquiem era la lluvia y el sonido de los pasos rápidos sobre los charcos. Parecía que nunca iba a acabar aquello. Todo fue atropellado, húmedo, negro. El enterrador cubrió la caja, con la lápida, tras el breve responso des cura. El hisopo terminó la obra, perdido su santo líquido entre las lágrimas que lloraba el cielo. Todos corrieron, salvo tres personas que allí quedaron, aprisionadas al hecho, como tres condenados. Tres miradas de niño mirando el mármol, llorando quietos, como anclados a la tierra, prisioneros del empapado blanco. Ausentes, idos, muertos.

6 comentarios:

Pandora dijo...

A quienes pertenecen esas tres miradas? Me encanta el ritmo de la historia :D

Un saludo!

Anónimo dijo...

A los niños que siguen el féretro.
Me alegro de que te haya gustado, María.
Saludos.
Diego

Tânia Souza dijo...

Diego, tece as imagens poéticas de uma forma que estas envolvem-nos de tal forma neste melancólico escrito, que talvez a chuva possa ser sentida, assim no o silêncio e na densidade desse cortejo, lindo, ainda que triste.

Ruth Carlino dijo...

Crudo relato de la ceremonia de la muerte.
El cuerpo inerte fundiéndose en la tierra, mientras esas tres miradas se anclan ante una lápida... un texto analítico de nuestra propia existencia.

Besos Diego.

Anónimo dijo...

Tienes tú, Tania, una forma de entenderlo, de expresar las imágenes que lees, tan especial, tan poética, que lo mejoran, que lo hacen más intenso.
Muchas gracias por tus bellas palabras.
Diego

Anónimo dijo...

Un buen análisis también el tuyo, Ruth. Un placer leerte.
Un beso.
Diego