3/1/10

El poder de la música

Hay determinada música, determinados momentos en la música en los que no cabe sino ser, ser y morir en ellos. Es tanto lo que llega a producir que no sabes ni qué decir, ni cómo hacerlo. Son sentimientos, emociones, cosas que son difíciles de sentir si no se tiene alma, si no se tiene capacidad de sentir emoción; la emocionalidad… Pero, ¿quién la tiene?

Éste es uno de ellos. El aria Dormi, o fulmine di guerra del oratorio La Giuditta de Alessandro Scarlatti. Fue un regalo de una buena amiga, Diana, en una larga y fría noche de otoño, y en la distancia.

Dice esto la letra:

Dormi, o fulmine di guerra
Scorda, l´ire!
Già provasti ch´a ferire
L´arco e´l dardo
D´un bel ciglio, d´un bel guardo
Han vigor ch´i forti aterra

Me emociona profundamente. Hay un momento en que tienes que dejar de respirar; ensimisma, sobrecoge; produce como un agobio espiritual; te dejas llevar y el mundo eres tú, y ya no estás, y necesitas espacio y tiempo, y te quedas en ti, perdido, sintiéndote. Es un acontecimiento de extrema sensibilidad, de pureza, exquisito, como lirios derramados. Algo difícil de comprender si no se siente. Una especie de trance lúcido, que te ahoga; como una muerte en vida, inmensamente placentera. Un estado que trasciende la conciencia.

Espero que alguien que lea esto -si no lo conoce-, con inquietudes, lo busque, lo escuche, lo sienta, lo viva, y a partir de ahora lo lleve para siempre, a donde vaya, consigo, en su interior.

2 comentarios:

Eugenia dijo...

Querido Diego... qué suerte he tenido de conocerte, por muchos motivos, pero sobre todo por la sensibilidad que destilas y derramas, me derramas.

Lo he buscado, lo he escuchado, lo he sentido bajo, y por, y encima, y a través de los poros y casi muero de gusto, de intensidad, de emoción, como un orgasmo, vamos... Qué pasada, qué ternura, qué tristeza más cercana y qué placer saber qué me trastorna de esta manera, porque por un lado me hace sentirme viva y por otro lado me acerca a ti. Comparto tu falta de aliento y esa especie de éxtasis que mencionas, como ir muriéndose en vida, pero de gusto; genial.

Como darte las gracias sería escaso, quédate con un beso tan inmesamente tierno como esta pincelada de belleza que me has dado.

Eugenia.

Anónimo dijo...

La sensibilidad es un don; sepuede cultivar, pero hay que nacer con ella, y tú la tienes, por eso la sientes y la buscas y la esparces. Por eso has sentido eso, así, de esa manera, tan profunda, tan sentida, tan tierna, tan sincera, tan dentro, como tú y pocos como tú son y se muestran.
Me quedo con el beso, ese tan tierno, que me das y que tanto quiero; las igracias son innecesarias. Para ti, escribir mis palabras es un placer inmenso.
Gracias a ti, por ser, por estar y por hacerme sentirte derramada, y por mí.
Un beso.
Diego