26/1/09

Colores

El cielo, en la puesta de sol, en su ocaso, se engalana de colores que me invitan al llanto. Es tal la gama cromática que me deja sin palabras, sin aliento. Me abre las entrañas como un rio de goce que me quema. El azul del cielo que se desdibuja lento, cambiante, que se apaga suave. Y el azul marino, de una nube eterna que rompe la inmensidad del espacio y que lo aquieta, matizado de gris. Los naranjas, mil y uno, mil. Y las gaviotas que surcan toda la gama, cortando como leves puntos negros que danzan la danza de la vida, de la belleza mostrada. Libres, solas. Arriba, en la inmensidad de la nada, del todo, del regalo de los dioses para nosotros, para los ojos de los que miran, de los que esperan, de los que ansían la belleza mostrada en esta vida dada. La emoción me anula, me llena, me aplaca. Quiero vivir ahí, morirme en esa mirada. Creer que hay lo que veo. Tanta belleza apostada para los ojos que sepan tomarla. Desgrano los colores al compás de la música de la vida. Y mientras, suena Rekonen. Placer añadido al placer. Quiero ver la música, quiero leer los colores, quiero beber las palabras. Quiero amar la totalidad. Quiero sentir lo que siento. Quiero seguir viviendo, viviendo vivo, sintiendo. Quiero estar solo. Sentir la belleza, embeberme de ella, sentirla, morirme en ella. Como aquella puesta de sol. Quiero sentir de nuevo esa mirada. Quiero la belleza.

2 comentarios:

Crestfallen dijo...

Arrebato de sensaciones, después de leer este texto te quedas embriagado!
Tengo en mi blog una frase de David Hume que dice "La belleza de las cosas existe en el espíritu del que las contempla". Y es verdad, no todo el mundo sabe ver y apreciar la belleza.

Saludos Diego!

Anónimo dijo...

Gracias Mireia. Vi la frase. Verdad.
Un saludo.
Diego