4/1/09

Paciencia y algunas cosas sueltas.

La paciencia es la madre de la felicidad. Moldea el carácter. Enseña a esperar, a mirar, a respetar, a escuchar, a dar su margen a los demás. Las relaciones sociales son complicadas en exceso, pero las complicamos aún más. Uno, dos, tres. Uno más uno. La vida no suele dar muchas oportunidades y hay que saberlas aprovechar. ¿Por qué no lo hacemos? Desidia, abulia, abandono, exceso de confianza y mil cosas más. Olvidamos la paciencia y con ello todo lo demás. Y las consecuencias no se hacen esperar. Hay, también, siempre, elementos externos. Pero aun así. Humildad. Y damos y amamos y vivimos. Y aun así. La paciencia, siempre, es la madre de la felicidad. 8 millas. Te han dado una lección y crees que has aprendido. Lo pones en práctica y todo va bien. Relajación. Pierdes otra vez. Crees que… No hay paciencia ni humildad. ¿Causalidad? Sí. ¿Externa? Sí. Pero en el interior es donde hay que buscar. Y avanzar. Empezar otra vez y no olvidar. Si sabes puedes, pero hay que querer para poder y no olvidar. Hacer. La paciencia es la madre de la felicidad. Principio del Tao. Te dan una flor y entregas un ramo de rosas. Te dan un ramo y quieres regalar un jardín. El problema de las rosas es que llevan espinas y a veces hacen sufrir. Paciencia para encontrar, para limpiar y entregar la belleza sin dañar. También paciencia para recibir, para esperar, para aceptar. ¿Sabes? Poder. Querer. Se pueden entregar las estrellas si se posee humildad. En los ojos está. Volver a la mirada perdida, que está o debiera estar. Reencontrarse a sí mismo y avanzar. Dar siempre. No esperar. La sabiduría es complicada a veces, o de extraña facilidad si se sabe apreciar. Olvidamos los pequeños detalles. Olvidamos dar las gracias. Y aunque apreciamos, callamos. Perdemos la capacidad de ver que en los otros también hay causalidad. Actuamos a impulsos, sin racionalidad. Y ello sólo trae la capacidad de percibir al otro como es. Exigimos así. No apreciamos su diversidad. Olvidamos la paciencia, la humildad, la capacidad de ver al través, de escuchar, de sentir a los demás. Y aun queriendo, las cosas se desvanecen dando vueltas en lo que no es ni debe ser. Paciencia y humildad. Apreciar la belleza de las pequeñas cosas, de los pequeños detalles. Vivir, mirar. Volver al origen y buscar dentro de uno mismo y del resto para saber hacer. Olvidamos que coger de la mano no consiste en apretar sino en acariciar con suavidad. Siempre la vida sabe recompensar.

Hemos caminado más allá del sueño. Hemos amado más allá de la razón, más allá del corazón.

Somos como estrellas que refulgen de un pasado esplendoroso que se paga en el ahora para estallar en el mañana.

Y un día moriré. Y un día me levantaré. Y el día que muera nadie, probablemente, me recordará. Ese día será el final. Pero sé con absoluta certeza, sin embargo, que alguien llorará. Y entonces, sólo entonces, todo será. El principio y el final. Y las lágrimas rodarán y el recuerdo fluirá. Y lo que no era será. Y lo que fue no será. Tarde para empezar. Tarde para rememorar. Triste sueño de champán. Burbujas estallando de rescoldos encendidos en el eterno incendio que es. Tal vez es y será. La rueda es sabia. Sólo el tiempo puede saber.

2 comentarios:

Crestfallen dijo...

Qué complicado es ser virtuosos... El texto me ha hecho pensar en la llamada inteligencia emocional de la que nos hablaba Goleman, y también en la frase de que se recoge lo que se siembra, verdad?
Saludos Diego.

Anónimo dijo...

Hola Mireia.
es muy complicado, sí, pero es un cuestión de actitud,no de aptitud. No sé yo muy bien si esas tipologías viene con nosotrs, y si lo hacen con actitud se pueden mejorar. ¿S recoge loque se siembra? Casi siempre. De ahí que los errores se pagun. A veces con exceso. Aveces por no esperar en el proceso de cambio. Complicado todo.
Un saludo.
Diego