27/1/09

La calle

Hay una calle que me mata cada vez que la recorro, que se me clava, que me hiere. Hay una pared que es la de un lamento. Ocre que me apuñala. Hay un árbol que me duele en los adentros, y el cesped ralo, seco, que me araña las entrañas. Hay palabras dichas, acontecimientos que sublevan y ahogan. Y las no dichas que se me hincan. Hay una calle que me lleva a la tristeza y a morir por dentro cada vez que la recorro, todos los días como un purgatorio, y veo en ella el recuerdo. La noche que el dios de la lluvia lloró en silencio.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encantó este escrito, Diego. Realmente conmovedor. Creo que todos tenemos un lugar especial que repercute en nuestros recuerdos y corazones. Los míos son: una sala de clases y una esquina en donde compartí lindos momentos con viejos amigos. Cuando te leí me transportaste hasta allá por medio del tobogán de tus líneas.

Gracias por compartir esto y disculpa si tardé en pasar por aquí. Espero que me hayas echado de menos, jejeje

Un beso, Andro.*.

Anónimo dijo...

Gracias Andro. Me alegro de que te gustase. Y de que te llevase al recuerdo. Los gratos, los especiales, no deben jamás olvidarse. Reconfortan, dan felicidad, son nuestra vida...
Gracias a ti por estar. Sempre te echo de menos.
Un beso.
Digo